Ba?o y masaje para Nadal
El n¨²mero 10 accede a las semifinales de Hamburgo (contra Seppi) despu¨¦s de batir a un ap¨¢tico Cuevas (6-3 y 6-2 tras una hora y 12 minutos), que compareci¨® pero no estuvo
La lluvia, por fin, se tom¨® un d¨ªa de descanso en la oto?al Hamburgo. Ces¨® el agua, sac¨® la cabeza el sol y el Rothenbaum Club pudo deshacerse de la capota pl¨¢stica que impermeabilizaba la pista central. Como buen mediterr¨¢neo, lo agradeci¨® Rafael Nadal, inspirado por esos rayos de luz que se filtraban a la hora del duelo contra Pablo Cuevas, resuelto con solvencia (6-3 y 6-2 en una hora y 12 minutos), sin angustia alguna ni intermitencias; novedad, por tanto. Venci¨® con contundencia el n¨²mero 10 y ahora se batir¨¢ en las semifinales (15.00, Canal+ Deportes 2) con Andreas Seppi, clasificado sin necesidad de desgastarse por la retirada de Simone Bolelli. Por el otro lado del cuadro, Fabio Fognini y Lucas Pouille aspiran al otro billete para la final del torneo (categor¨ªa 500).
Hac¨ªa mucho tiempo, probablemente meses, que Nadal no viv¨ªa un duelo de forma tan apacible y sosegada. Tras dos exhibiciones muy discretas en las dos primeras citas ¡ªespecialmente el jueves, frente a Jiri Vesely¡ª, el de Manacor pudo disfrutar de una jornada sin aristas, puramente lineal. Nada de sufrimientos ni temores, ni vaivenes ni descontrol; esta vez, todo lo contrario. Nadal jug¨® bien, sin florituras, pero s¨ª con esa dosis de confianza y ese dominio que le permiten liberar el brazo y que tanto echa en falta. Ejerci¨® de lo que es, como figura, y macer¨® la victoria contra un advesario, el uruguayo Cuevas, que por si fuera poco salpiment¨® el buen hacer del espa?ol con su displicencia. Porque Cuevas compareci¨®... pero no estuvo.
Su apat¨ªa fue palpable desde el primer juego y Nadal, con el que pelotea frecuentemente en los entrenamientos, sac¨® tajada r¨¢pido. Le rompi¨® el servicio nada m¨¢s empezar, y aunque encontr¨® una t¨ªmida r¨¦plica que equilibr¨® el parcial (3-3), puso en marcha esa velocidad de crucero o ¡°bola intermedia¡± que, dicen ¨¦l y su t¨ªo Toni, es clave. En esta ocasi¨®n, la derecha de Nadal s¨ª hizo da?o. Fuera por la temperatura creciente en Hamburgo, por el desd¨¦n de su rival o por lo que sea, el balear puso en pr¨¢ctica el top-spin y los efectos que trituran a cualquiera. Pelota veloz, aceleraci¨®n y bote alto, tremendamente alto. Inc¨®mod¨ªsimo de devolver.
Tras el borrroso triunfo en la ronda previa, un ejercicio de fiabilidad para alimentar la autoestima
M¨¢s para un Cuevas, 31 del mundo, que tampoco se vaci¨® para darle la vuelta al tema. Arrastrado por el ensimismamiento propio del surfero que observa venir la ola, ¨¦l, a lomos de una tabla siempre que puede, se vio arrastrado por las descargas furiosas de un Nadal que por fin volvi¨® a disfrutar arqueando la pelota y encontrando los ¨¢ngulos. Rompi¨® para 3-1 en el segundo set y, a partir de ah¨ª, coser y cantar. Cuevas, desabrido, apenas se inmut¨®. Solo reaccion¨® cuando le comenz¨® a picar el orgullo. ¡°?Cosa espantosa!¡±, solt¨® cuando se avecinaba ya el final, tras enviar a la nada otra bola m¨¢s.
Despu¨¦s del borrroso triunfo frente a Vesely ¡ª33 errores no forzados y siete dobles faltas¡ª, un buen ejercicio de fiabilidad para alimentar la autoestima. Nadal ofreci¨® solidez en el servicio (retuvo el 76% de los puntos con primeros y el 55% con segundos; Cuevas solo un 61% y un 30%, respectivamente) y afin¨® los golpes (10 errores, por los 27 del uruguayo). Goz¨®, por fin, de una jornada de ba?o y masaje. Ya era hora.
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