El verano que se fue Di St¨¦fano
El mejor jugador de la historia del Real Madrid dej¨® el club blanco en 1964 tras desavenencias con Mu?oz y Bernab¨¦u
Me han preguntado mucho este verano, al hilo de lo de Casillas, si la salida de Di St¨¦fano del Madrid fue tan traum¨¢tica. Ocurri¨® en el verano del 64. La historia fue as¨ª:
El Madrid gan¨® la Liga 63-64 y lleg¨® a la final de la Copa de Europa. Di St¨¦fano segu¨ªa siendo inamovible. La final, el 27 de mayo, en Viena, contra el Inter de Helenio Herrera, iba a ser el desencadenante de su salida. La v¨ªspera discuti¨® con Mu?oz, el entrenador, delante del propio Bernab¨¦u y del gerente, Calder¨®n. Di St¨¦fano sosten¨ªa que el lateral derecho, Isidro (padre de Quique S¨¢nchez Flores), deber¨ªa ir a la media con Corso, falso extremo del Inter. Mu?oz dec¨ªa que no, porque el lateral izquierdo, Facchetti, veloc¨ªsimo, encontrar¨ªa un pasillo libre para aprovechar los lanzamientos de Luis Su¨¢rez. Di St¨¦fano lleg¨® a sugerir que Amancio, extremo derecha, se fuera a la izquierda junto a Gento.
¡ª?A ver si Facchetti se atreve a quedarse en la izquierda o se va al otro lado a seguir a Amancio!
Era, me explic¨® en su d¨ªa Di St¨¦fano, una forma de forzar la argumentaci¨®n.
¡ªPas¨® lo que me tem¨ªa. Ellos atacaban con Jair, al que cog¨ªa Pach¨ªn, y Milani, al que marcaba Santamar¨ªa. Isidro estaba solo, sin misi¨®n. Milani se mov¨ªa, arrastraba a Santamar¨ªa, y Zoco ten¨ªa que bajar a tapar el centro. Total, atacaban dos y defend¨ªamos con cuatro. Y en el medio eran m¨¢s. Ten¨ªan el juego.
Di St¨¦fano insist¨ªa a Isidro que se fuera a la media sobre Corso, pero no se atrev¨ªa. Mu?oz no quiso cambiar en el descanso. En la segunda mitad, Di St¨¦fano se acercaba al banquillo cada vez que pod¨ªa para insistir en lo mismo. Mu?oz acab¨® por mandarle a la mierda, Di St¨¦fano le mand¨® a la mierda a ¨¦l. Todo con los peores gritos y modos.
¡ª?Yo me estaba preocupando por todo, matando a correr y me manda a la mierda! ?Me pod¨ªa haber quedado arriba, de delantero centro y all¨¢ cuentas!
El Madrid perdi¨® 3-1. Era mi¨¦rcoles. El domingo se jugaba la vuelta de cuartos de Copa contra el Atl¨¦tico. A la hora de hacer la convocatoria para el partido de vuelta, Mu?oz no incluye a Di St¨¦fano.
Di St¨¦fano le pidi¨® explicaciones. Mu?oz le dijo que hablara con Saporta.
Tras la final de Copa de Europa perdida ante el Inter, Mu?oz ya no cont¨® m¨¢s con ¨¦l
Subi¨® a hablar con ¨¦l. Bernab¨¦u acudi¨® al despacho, pero no dec¨ªa nada. Saporta le razon¨® que ya ten¨ªa casi 38 a?os (cumpl¨ªa el 4 de julio), que hab¨ªa perdido la velocidad. Que pod¨ªa quedarse en el Madrid ¡°de lo que quisiera¡±, pero no le aclaraba de qu¨¦. Despu¨¦s de la bronca con Mu?oz, la perspectiva no le era grata. ?l ped¨ªa seguir jugando, se ofreci¨® para, si en noviembre no era titular, aceptar ese ¡°lo que fuera¡±, pero s¨®lo cuando estuviera convencido. Al fin y al cabo, hab¨ªa sido titular en una campa?a con t¨ªtulo de Liga y final de Copa de Europa. Aunque tambi¨¦n era cierto su n¨²mero de goles bajaba. S¨®lo 11 en esa Liga.
La noticia se hizo p¨²blica: el Madrid le ofrec¨ªa a Di St¨¦fano un puesto fuera del c¨¦sped. Mientras, el equipo perdi¨®, tras desempate, la eliminatoria contra el Atl¨¦tico. El joven Grosso, que precisamente hab¨ªa jugado media Liga como cedido en el Atl¨¦tico, carg¨® con el 9 de Di St¨¦fano.
Recibe ofertas. Del Celtic. Del Espanyol, donde Kubala acaba de pasar de jugador a t¨¦cnico. Del Betis. Del Mil¨¢n, ante el que en esa misma Copa de Europa hab¨ªa hecho su ¨²ltima gran exhibici¨®n, en un 4-1 en el Bernab¨¦u.
Eso le afianza en la idea de que a¨²n puede jugar. Mientras, pide permiso para irse de vacaciones. Se lo niegan. Tiene contrato hasta el 30 de junio y ha de cumplir. As¨ª que el 10 de junio juega obligado un amistoso en Rouen. Era la ampliaci¨®n del estadio Robert Diochon, con inauguraci¨®n de luz artificial. La alineaci¨®n fue: Araquistain; Miera, Santamar¨ªa, Pach¨ªn; Muller, Felo; Evaristo, Pipi Su¨¢rez, Di St¨¦fano, Puskas y Gento. El campo revienta, acude incluso Maurice Herzog, m¨ªtico conquistador del Annapurna, a la saz¨®n Ministro del Deporte de Francia. En Madrid, el partido apenas merece peque?os recuadros en prensa. Ese d¨ªa se concentra la Selecci¨®n con vistas a la fase final de la Eurocopa, que ganar¨¢ con el c¨¦lebre gol de Marcelino. En el grupo hay dos madridistas, Zoco y Amancio, que por ello faltar¨¢n a ese ¨²ltimo partido de Di St¨¦fano, hoy olvidado.
Nunca volvi¨® a hablarse con Bernab¨¦u, aunque preguntaban a otros
Juega mal. Se retira en el descanso por un tir¨®n. Le sustituye Yanko Daucik. El Madrid gana 1-4. El otro partido de la minigira por Francia, ante el Olympique de Lyon, ya no lo juega. El 24 de junio de 1964 el club anuncia oficialmente su baja como jugador. Atr¨¢s quedaban 11 temporadas, con ocho Ligas y cinco Copas de Europa.
Veranea primero en Niza, luego en Galicia. Acude a Madrid a alg¨²n encuentro con Saporta y Bernab¨¦u. La prensa informa escuetamente de esos contactos. Siempre se dice que el acuerdo est¨¢ cera. Versi¨®n Saporta, claro.
Pero el 19 de agosto, notici¨®n: ha fichado por el Espanyol. Circula la foto de la firma, con Kubala, Ricardo Zamora y el presidente, el audaz Vila Reyes, muy sonrientes detr¨¢s. No hay ning¨²n acto de despedida en el Madrid, ni solo ni acompa?ado. Por los duendes del f¨²tbol, el primer partido de la Liga 64-65 ser¨¢ Espanyol-Real Madrid. Rara imagen: el Madrid a un lado, Di St¨¦fano al otro, vestido de blanquiazul. Jugar¨¢ bien, pero gana el Madrid 1-2, los dos de Puskas.
El Bolet¨ªn del Madrid de septiembre publica en su p¨¢gina editorial la cartas cruzadas, todav¨ªa en mayo, entre Di St¨¦fano y Bernab¨¦u, donde aquel le solicita la baja antes de tiempo y donde ¨¦ste le esgrim¨ªa las razones por las que se la niega. Esta carta incluye la expresi¨®n DISCIPLINA IMPRESCINDIBLE, as¨ª, en versales. La publicaci¨®n me pareci¨® en su d¨ªa, y a¨²n hoy me parece, un acto excesivo y feo.
Acab¨® su carrera en el Espanyol, aunque su rendimiento fue en descenso
Jug¨® dos temporadas en el Espanyol, con rendimiento decreciente. Al final de la 65-66, al borde de los 40, colg¨® las botas. El verano siguiente el Madrid le ofreci¨® su partido de homenaje, debido a todos los que cumpl¨ªan diez a?os de permanencia en el club. Fue ante el Celtic de Glasgow, campe¨®n de Europa trece d¨ªas antes. Jug¨® unos minutos y luego cedi¨® el puesto Grosso, confirmado as¨ª como su heredero. Fue la ¨²ltima vez que se salud¨® con Bernab¨¦u. Se esfum¨® lo de quedarse ¡°de lo que sea¡±.
Qued¨® desconcertado. Aunque pronto le saldr¨ªa una oferta para entrenar al Elche, pens¨® primero volver a Buenos Aires. Y le dej¨® a Bernab¨¦u un telegrama doliente:
¡°Don Santiago me voy a mi tierra-No s¨¦ si volver¨¦ pronto o nunca- En estos a?os se habl¨® mucho de nosotros-Yo llev¨¦ la peor parte-Fui un fen¨®meno o un gamberro-Si no me acerqu¨¦ a usted era porque no quer¨ªa que creyera que buscaba un puesto regalado-Por lo menos eso no me lo puede quitar nadie-Lo que gan¨¦ siempre fue con esfuerzo-Observ¨¦ que para estar bien con usted hab¨ªa que ser falso-Tuve muchas desilusiones y nadie me dio moral-Usted como padre me fall¨®-Ah¨ª se ve que nunca tuvo hijos porque los padres siempre perdonan-Si no vuelvo m¨¢s le llegue a usted mi felicitaci¨®n y mi recuerdo cari?oso-Un abrazo-Alfredo.¡±
Bernab¨¦u cambi¨® de nombre su barca de pesca. Borr¨® el de Saeta Rubia, que le hab¨ªa puesto en homenaje a Di St¨¦fano, y la rebautiz¨® como Mariz¨¢palos, el apodo con que de ni?a conoc¨ªan en familia a su esposa, Do?a Mar¨ªa.
No se volvieron a hablar. Pero siempre preguntaron el uno por el otro a los conocidos comunes.
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