Stuyven se lleva una etapa marcada por las ca¨ªdas
Jornada llena de desgracias que provocan, entre otras, la retirada de Van Garderen
Por mucho que asciendan a sierras nevadas, a cumbres del sol, a lugares del fin del mundo, el suelo siempre est¨¢ m¨¢s cerca que el cielo y el infierno asoma sus chimeneas sobre el asfalto. Y hay d¨ªas en los que no merece la pena levantarte, ducharte, desayunar, el masaje, la maleta, el autob¨²s, el rodillo y el sol esperando a lo lejos. Y el suelo, ah¨ª abajo, mir¨¢ndote con esa sonrisa sard¨®nica que no promete nada bueno. M¨¢s que ganas de correr, hab¨ªa ganas de llegar en esta etapa puente entre una monta?a (la Alpujarra) y otra, la Cumbre del sol, ma?ana, en Benitatxel).
El suelo recogi¨® a varios ciclistas, antes de que se asomara en el cielo La cresta del gallo que hab¨ªa que ascender dos veces. El peligro no tiene rectas ni curvas, solo tiene peligro. Y en una recta lleg¨® el desastre. Nada se esperaba ¡°personalmente saltante¡±, pero saltaron hacia el suelo varios ciclistas. Un habitual, el sprinter franc¨¦s Bouhanni, por tercera vez en una semana, el d¨ªa con el que so?aba en Murcia para acreditarse como sprinter. Fue la ¨²ltima vez, porque se retir¨®, quemado por el infierno de la ca¨ªda. Otro tambi¨¦n habitual a la mala suerte, Tejay Van Garderen, prob¨® la dureza del asfalto murciano y se fue al coche, como tuvo que hacer en el Tour. Tambi¨¦n se hab¨ªa ca¨ªdo otra vez en la Vuelta esta pasada semana. Repasando el parte de bajas, sobre el asfalto o sobre la hierba de la mediana, apareci¨® Daniel Martin, que transmit¨ªa buenas sensaciones en la carrera, pero que tambi¨¦n cruji¨® en el suelo y se fue a casa, previo paso por el hotel. Y se cay¨® Boeckmans, el ciclista del Lotto-Saudal, m¨¢s desconocido, pero m¨¢s doliente, tanto que asust¨® al personal, all¨ª inm¨®vil, como si estuviera intacto, pero estaba muy crujido. Y se fue al hospital,consciente y estable.
Algo pasaba en Murcia, con su calor h¨²medo y los nervios de los ciclistas que atenazaban a todos. El estadounidense Howe, que se escap¨® en la primera ascensi¨®n a la Cresta del Gallo, m¨¢s dura de lo previsto, subi¨® como un cohete y cay¨® como un fuego artificial. Se le sali¨® la cadena y se fue contra un guardarrail. El calendario de desgracias segu¨ªa cortando hojas. Cuando parec¨ªa que hab¨ªa llegado la hoja roja del calendario, Jos¨¦ Joaqu¨ªn Rojas, que iba escapado en la segunda ascensi¨®n a la mal¨¦fica Cresta tambi¨¦n se fue al suelo. Estaba claro que era un a?o ciclista bisiesto. O superbisiesto, porque en otra recta, ya por abajo, por la ciudad, cuando Sagan acariciaba la crin de la victoria... se fue al suelo. Golpe¨® la bici, la pate¨®, se encar¨® consigo mismo, se insult¨®... Era el d¨ªa de las oportunidades perdidas: ?la humedad, los nervios, las malas medidas, la necesidad de ganar?. Hasta Chaves, el l¨ªder tuvo que sufrir para enganchar con sus rivales tras la gran ca¨ªda. Era como si en vez de calma hubiera calima y el polvo se incrustara en el ¨¢nimo de los ciclistas nubl¨¢ndoles la vista. Y gan¨® Jesper Stuyven, en un final at¨ªpico, con pocos ciclistas, con pocos sprinters, discutido por dos corredores poco habituales en esas llegadas como Pello Bilbao o Kevin Reza. Raro, todo raro. Es lo que sucede cuando el suelo est¨¢ m¨¢s cerca del cielo. Bueno, eso no tiene nada de raro.
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