Frank Schleck gana la etapa de Landa
El vasco realiza una formidable ascensi¨®n a la Ermita del Alba, pero su l¨ªder, Fabio Aru, pierde el rojo en favor de Purito. Dumoulin solo cede 27s con el catal¨¢n
Unos sue?an desde el principio, otros solo sue?an al final. Unos tienen que alargar el esfuerzo comenzando desde el principio para tener su d¨ªa de gloria; otros solo piensan en los tres ¨²ltimos kil¨®metros para buscar los segundos que les den un a?o de gloria. Entre unos y otros hay quienes buscan el tiempo perdido, la gloria perdida y rebuscan en su biograf¨ªa aquellos dorados a?os cuando estaban en boca de todos y los sue?os se hac¨ªan realidad. O sea, se trata de Frank Schleck, el hermano mayor de Andy, retirado tras una lesi¨®n, que en otro tiempo apasionaron a la afici¨®n.
A Andy lo retir¨® una rodilla da?ada; a Frank lo retras¨® su positivo de 2012. Y la edad. Y resulta que a los 35 a?os va y gana la otra etapa reina de la Vuelta a Espa?a, comi¨¦ndose una escapada eterna, junto a nueve compa?eros que fueron descosi¨¦ndose poco a poco a medida que de tanto subir y bajar las piernas se rebelan. Le aguant¨® hasta casi el final el colombiano Torres, pero tambi¨¦n cedi¨® cuando la senda hacia la ermita se empin¨® de forma rebelde. Fue el d¨ªa de gloria de un ciclista casi olvidado.
Schleck gan¨® la etapa que le correspond¨ªa a Mikel Landa. La subida a la Ermita del ciclista alav¨¦s fue a pierna suelta, tirando del pelot¨®n, controlando las fuerzas porque su jefe, Fabio Aru, no andaba especialmente suelto y se retorc¨ªa en la cola del grupo de los elegidos. Era una situaci¨®n especial: Landa se frenaba para marcar un ritmo c¨®modo, aunque le quedaba much¨ªsima gasolina, y el jefe sufr¨ªa unos metros m¨¢s atr¨¢s. Landa m¨¢s que de impulso ejerc¨ªa de freno. De haber querido, Landa estar¨ªa duch¨¢ndose cuando sus compa?eros llegasen. Pero la t¨¢ctica obliga. Tan justo como anda el pelot¨®n de fortaleza, Landa est¨¢ sobrado.
Y por all¨ª andaba Dumoulin, con una media sonrisa, a veces en cabeza de grupo, a veces escondido en la mara?a: ni exhibirse ni dar muestras de sufrimiento. Estar. Eso era lo importante. Lo dec¨ªa su director, Christian Guiberteau, en la salida: ¡°Tom no se estresa, sigue su plan. Y en esta etapa hablar¨¢n las piernas¡±.
Y las piernas, salvo las de Landa, est¨¢n cansadas, incluso en algunos casos agotadas. Toda la emotividad que propon¨ªa el recorrido se escondi¨® entre un cielo azul profundo o entre los frondosos valles por donde transitan los osos en la comarca de Quir¨®s. Ni en La Cobertoira, ni en la Ermita de Alba, pudo nadie romper la carrera. Nadie quiso ni pudo jug¨¢rselo a una carta. Todos esperaron a las ¨²ltimas rampas, esas en las que Purito se maneja con pericia bailando sobre la bicicleta. Hall¨® fruto el catal¨¢n: le rob¨® el maillot rojo a Aru. Ahora es el italiano el que est¨¢ a un segundo.
Y Dumoulin, a su ritmo, pisando el estr¨¦s para que no le agobie, mirando el reloj, sabiendo que su carrera empieza pasado ma?ana en Burgos, apenas cedi¨® 27 segundos respecto al nuevo l¨ªder. El holand¨¦s llega a la contrarreloj con una desventaja de 1,51 minutos, algo accesible para sus condiciones de contrarrelojista. Seguramente, en ninguno de sus sue?os entraba encontrarse a estas alturas con la posibilidad de ganar la Vuelta.
Los sue?os eran para Schleck, recordando viejos tiempos; para Rodolfo Torres, por conseguir una victoria de tron¨ªo ¡ªque no pudo ser¡ª; de Purito por ser l¨ªder; de Aru, por seguir si¨¦ndolo. Pero los sue?os suelen tropezar con la realidad, pertinaz y terca como un borrico. Y la realidad dice que el pelot¨®n est¨¢ agotado, midiendo los segundos y los kil¨®metros con minuciosidad. Tan agotado que dejaron una fuga de 10 corredores que llegaron a alcanzar m¨¢s de 20 minutos de ventaja.
Ah¨ª muri¨® la etapa y naci¨® otra cosa. Por delante sab¨ªan que la victoria estaba entre ellos, que los favoritos hab¨ªan dado v¨ªa libre a su escapada. El pelot¨®n prefiri¨® quitarse esa responsabilidad y dedicar todos sus esfuerzos al tramo final. All¨ª, all¨ª deb¨ªa desencadenarse la batalla final para arruinar a Dumoulin, para reducir el n¨²mero de aspirantes, para entrever flaquezas y fortalezas... Nada de nada. Flacos est¨¢n todos y fuertes solo est¨¢ Mikel Landa. Pero necesariamente corr¨ªa frenado. Y Dumoulin tampoco est¨¢ flaco. Se nota que no ha corrido el Tour (por una ca¨ªda) y que el m¨²sculo no est¨¢ agotado. Ha cumplido un objetivo inesperado. Y ahora es el enemigo a batir, el m¨¢ximo favorito, el hombre a seguir en Burgos y a seguir despu¨¦s, sobre todo, cuando la Vuelta ya proponga pocas posibilidades para alterar las cosas. Se acabaron las cronos de los escaladores y ni han llegado a los dos minutos la p¨¦rdida de Dumoulin. ?l tiene ahora 38,7 kil¨®metros para alterar las cosas. As¨ª es la vida. As¨ª es el ciclismo. Unos necesitan poco tiempo, otros necesitan una eternidad para llegar al mismo objetivo. Por eso unos y otros sue?an de forma distinta. O tienen pesadillas. O se duermen, agotados, esperando un momento mejor.
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