Dumoulin vuela en el pav¨¦s
El holand¨¦s saca tres segundos m¨¢s a Aru en una etapa ganada por Gougeard
Desde que Gougeard levant¨® los brazos en la l¨ªnea de meta hasta que llegaron los favoritos, casi se puso el sol. Ca¨ªan los minutos como campanadas, a plomo, uno y otro y otro. Y la gente esperaba, al socaire de la muralla, que llegase el resto, es decir, los que se juegan los cuartos. Y no llegaban. Y el sol giraba. Hasta que por all¨ª, en el empedrado, en el pav¨¦s abulense, apareci¨® el maillot rojo de Dumoulin, mirando hacia atr¨¢s, calculando los segundos que le hab¨ªa metido a Fabio Aru, al que la presencia de Pozzovivo le revivi¨®. Eran de equipos diferentes, ambos italianos, y el peque?o corredor del AG2R, le dio agua al sediento, es decir, tir¨® de ¨¦l para que al final fueran tres los segundos perdidos y no cinco o seis o diez los que le separasen del holand¨¦s. Harto ya de estar harto de tantos ataques, Dumoulin ya se cans¨®. ?vila era un lugar para ahorrar, no para gastar. Y Valverde decidi¨® gastar, vaciar sus bolsillos. Uno, dos, tres, cuatro ataques para irse al final a ninguna parte. Daba la impresi¨®n de que Valverde jugaba consigo mismo, como un cicloturista empe?ado en alg¨²n objetivo imposible. Se iba y se iba, pero le cog¨ªan enseguida. A Dumoulin ni le preocupaba, pero s¨ª a Majka, al que amenazaba en la clasificaci¨®n.
El mejor equipo de Dumoulin no es el suyo (aunque ayer tuvo el apoyo hasta el final de Craddock y Degenkolb), sino el que forman los intereses cruzados del resto de corredores. A ¨¦l solo le preocupa Fabio Aru. Al resto lo marcan los dem¨¢s. Pero ayer ten¨ªan un terreno a su medida para que el maillot luciese m¨¢s brillante, para que el rojo contrastase con el marr¨®n p¨¦treo de la muralla. Y mientras Gougeard se refrescaba, se acicalaba y esperaba sentado a que llegasen ellos, los elegidos, Dumoulin decidi¨® que el pav¨¦s era su lugar y que su esp¨ªritu positivo le indicaba que deb¨ªa atacar, ya no solo por los segundos que pod¨ªa ganar, sino por dar un golpe en el asfalto y demostrar que los galones se ganan, no se regalan.
Dec¨ªa Santa Teresa, recurrente llegando a ?vila, que ¡°la verdad padece, pero no perece¡±. Y la m¨¢xima la aplica Dumoulin, quiz¨¢s sin saberlo, a pies juntillas. Su verdad es que va primero, es que va m¨¢s suelto, que cuando el equipo le falla, otros equipos contradictoriamente le hacen el trabajo, y que lo mismo que defiende, sabe atacar. Que su car¨¢cter es positivo. Que tiene su verdad y de momento parece contundente.
Fabio Aru se cay¨® en el tiempo intrascendente. Se fue al suelo, lo que siempre alarma y , m¨¢s a¨²n, en la ¨²ltima semana, cuando las fuerzas escasean, cuando los m¨²sculos duelen. Tambi¨¦n se vio influido Dumoulin, pero no lleg¨® al suelo. Eran paisajes antes de la batalla, cuando los soldados lo mismo toman un caf¨¦ que pegan un tiro al aire. Hubo tiros al aire, alg¨²n escopetazo, aunque el ¨²nico que acert¨® fue el holand¨¦s, que al menos saco tres segundos de ventaja que visto como est¨¢n las cosas valen m¨¢s de lo que parece.
Queda la sierra madrile?a, con cuatro ascensiones de primera, aunque termina abajo. Frente a seis segundos, muchos kil¨®metros y muchos desniveles. Pero ?hay alguien m¨¢s fuerte que Dumoulin?, el holand¨¦s reconstruido, el inesperado cazador, el tipo por el que nadie apost¨®, el l¨ªder ocasional que convirti¨® la ocasi¨®n en una rutina.
Queda para hoy la locura colectiva del Movistar, obligado a disparar y disparar, a gastar todo el cargador, porque la desventaja de Valverde y Quintana es enorme y solo una locura puede devolverles a la realidad del ¨¦xito. Y queda el punto de locura de Purito Rodr¨ªguez, flojito de fuerzas, para intentar lo imposible en el subeybaja de la serran¨ªa. Y el tacticismo de Majka, siempre atento a los fallos de los dem¨¢s... y poco m¨¢s. Y la rabia de Aru previendo la posibilidad de perder una Vuelta por seis segundos.
No es f¨¢cil definir qu¨¦ causa m¨¢s estr¨¦s: ser el primero con solo seis segundos de ventaja o ser el segundo a seis segundos de desventaja. Parece tan poco que luego resulta que parece mucho. Es algo as¨ª como el ciclista que persigue a un grupo que est¨¢ ah¨ª, a poquitos metros, y resulta imposible llegar. La batalla ser¨¢ hoy. ?Atacar de lejos, atacar al final? La fuerza, m¨¢s que la cabeza, hablar¨¢. Dumoulin ha demostrado su capacidad psicol¨®gica para no caer en trampas ni errores, para pensar en s¨ª mismo, para no encelarse con decisiones imposibles.
Cuando Dumoulin lleg¨® mostrando su luminoso maillot rojo, con Dani Moreno pegado a su rueda, Gougeard respir¨®. ?Ya era hora!, pensar¨ªa, all¨ª, esperando a recoger su ramo de flores, el primer gran ramo de su vida. ?Ya era hora! Hab¨ªan pasado 16 minutos y 18 segundos. Casi ca¨ªa el sol.
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