Habana emula a Lomu
El ala sudafricano iguala el r¨¦cord de 15 ensayos mundialistas de la leyenda neozelandesa en el c¨®modo triunfo de Sud¨¢frica frente a EE UU (64-0)
El discurso colectivo de Bryan Habana cuando se le preguntaba por el significado de superar el r¨¦cord de ensayos en un Mundial que atesoraba Jonah Lomu era tan protocolario que no pod¨ªa ser cierto. Lomu, su exuberancia, su infinito deseo, redefinieron la posici¨®n de ala. Son cuatro letras con un eco a historia que Habana, un sucesor diferente en una ¨¦poca diferente, no pod¨ªa obviar.
Gran l¨ªder de su generaci¨®n, el sudafricano mostr¨® su hambre en cada instante de la ya irrelevante segunda parte del triunfo contra Estados Unidos, buscando autopistas hacia el ensayo. Y as¨ª cayeron: uno, dos, tres... y pudieron ser cuatro. La m¨¢gica cifra r¨¦cord de 15 marcas es ahora un honor compartido. Mientras, los Springboks aseguraron un triunfo necesario para clasificarse como primeros de grupo y se medir¨¢n en cuartos contra el perdedor del Australia-Gales, el s¨¢bado.
Si los sudafricanos ya ganaron en Newcastle la batalla de las aficiones contra unos escoceses separados por unas decenas de kil¨®metros de su frontera, te?ir el Ol¨ªmpico de Londres de verde y dorado era tarea sencilla ante un rival sin grandes masas. Desde la larga falda springbok que llevaban bien atada un grupo de hombres, hasta la anciana que no se separaba de su bufanda ni en el metro. Empapados por el anticipado d¨ªa de lluvia intensa en la capital tras una fase de grupos apacible en lo climatol¨®gico, las barras y estrellas de Estados Unidos apenas sobresal¨ªan en un exc¨¦ntrico chubasquero.
La inferioridad del entorno no asust¨® a los estadounidenses, aguerridos en un s¨®lido tramo inicial, pese a que la selecci¨®n de su t¨¦cnico, Mike Tolin, hab¨ªa priorizado el envite del domingo contra Jap¨®n como una opci¨®n m¨¢s asequible. En el banco quedaron sujetos creativos como el medio mel¨¦ Mike Petri, pero los actores principales hicieron valer su categor¨ªa con la delantera y la valent¨ªa de jugar a la mano en zonas inciertas. Acamparon con frecuencia en campo sudafricano, pero marraron los dos golpes de castigo con los que asentarse. Esa falta de mordiente con el bal¨®n no invalidaba su buena organizaci¨®n sin ¨¦l.
El sudafricano Bismarck du Plessis subrayaba durante la semana que el gran legado de este torneo es el progreso de estos equipos secundarios, que antes compet¨ªan bien 20 minutos y ahora aguantan casi el encuentro entero. Pese a la supuesta resistencia, a su equipo le bast¨® con acelerones contados para abrir una distancia espacial. El del centro Damian de Allende, que amortigu¨® un bal¨®n que retroced¨ªa sin demasiadas garant¨ªas para conducirlo bajo palos, sirvi¨® para anular el voluntarismo inicial del rival. Ampliar¨ªan la cuenta con un ensayo de castigo al filo de la media hora, empujando contra el precipicio a unos Eagles cuya ¨²nica respuesta fue derribar ilegalmente el maul sudafricano cuando la plataforma ya palpaba la zona de marca.
Se llev¨® un susto importante Sud¨¢frica al ver c¨®mo Habana se retiraba provisionalmente del campo para ser atendido tras un fuerte golpe en la cabeza con el zaguero Blaine Scully. Con el alta m¨¦dica, el ala optimiz¨® al m¨¢ximo su regreso. Comedido en el primer tiempo, anotar¨ªa en la primera acci¨®n del segundo, aprovechando una patada al hueco del presionado Du Preez. Estados Unidos qued¨® expuesta con el paso de los minutos y el marcador creci¨® inevitablemente. As¨ª, la segunda marca de Habana llegar¨ªa bajo palos tras una placentera zambullida.
Apenas tardar¨ªa unos segundos en citarse con la historia Habana, en un ensayo que se gan¨® con la vista. Atento al bal¨®n en un maul que ya rozaba el ensayo, vio antes que nadie c¨®mo se perd¨ªa. All¨ª salt¨® feliz para aterrizar con premio sobre la eternidad. Pudo hasta llegar el cuarto, pero se le escap¨® entre el vientre desatando el lamento infinito de la graca. Tras tanta gloria, el oval quiso reservar esa cita para otra p¨¢gina del calendario.
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