Jes¨¦ rompe la monoton¨ªa
El extremo, que no era titular desde la primera jornada de Liga , represent¨® lo m¨¢s refrescante del partido junto a Marcelo e Isco
Sucedi¨® como con esos bienes largamente promocionados por campa?as publicitarias que luego cuando son consumidos resultan decepcionantes. El choque entre el Paris Saint Germain y el Real Madrid en el Parque de los Pr¨ªncipes se anunci¨® como el espect¨¢culo definitivo en la fase de grupos de esta Champions. Euros contra petrod¨®lares, ACS contra el fondo soberano de Catar, Florentino contra Al Khelaifi, Cristiano contra Zlatan. En los carteles se proclamaba la noche del espect¨¢culo, de la opulencia, del show. En el campo, fue un desierto. Un arenal embarrado por la lluvia. El equivalente de la guerra de trincheras en el f¨²tbol. Un teatro de lo previsible donde el ingenio de Marcelo, Jes¨¦ e Isco result¨® tan inesperado como eficaz. Lo mejor del Madrid fueron estos tres muchachos de perfil bajo. A la cabeza del tr¨ªo se coloc¨® Jes¨¦ Rodr¨ªguez, que no era titular desde la visita a Gij¨®n en la primera jornada de la Liga, en septiembre.
El partido se anunci¨®, m¨¢s que como un partido, como una pel¨ªcula. Quiz¨¢ por eso algunos jugadores, de tan pendientes que estaban del drama, se olvidaron de jugar. Los primeros, las figuras. Porque Cristiano dosific¨® los desmarques con usura e Ibrahimovic renunci¨® a ayudar a sus compa?eros, metido como anda en un bucle de narcisismo que no tiene parang¨®n en el f¨²tbol mundial. A las estrellas les secundaron los entrenadores. Porque si los t¨¦cnicos son los responsables de velar por la retribuci¨®n que promete la industria a los consumidores, en la noche de Par¨ªs se comportaron como dos funcionarios que no entienden el sentido econ¨®mico ni deportivo de esta competici¨®n. Ben¨ªtez dise?¨® un bloque de cemento y Blanc fabric¨® un ladrillo. Los laterales subieron con una cautela excesiva; las l¨ªneas no se rompieron ni a ca?onazos; la dedicaci¨®n al repliegue super¨® en mucho a la intenci¨®n y el oficio de achicar el campo y atacar coordinadamente.
Blanc y Ben¨ªtez, que en la v¨ªspera se presentaron como rivales ideol¨®gicos, resultaron ap¨®stoles de eso que llaman "equilibrio" con reverencia supersticiosa. Al final, ambos ofrecieron modelos tan compensados que del contraste no se destil¨® m¨¢s fluido vital que el de unas sardinas en aceite. Transcurrida una hora de partido la hinchada parisina comenz¨® a reclamar a gritos la entrada de su futbolista m¨¢s heterodoxo. "?Pastore!", ped¨ªan, de un fondo al otro. "?Pastore!". Cuando entr¨® Pastore la evidencia empuj¨® al p¨²blico a se?alar al culpable ¨²ltimo. Arreciaron los pitos contra Ibrahimovic.
Jug¨® bien Jes¨¦. Como casi siempre. Pero como no aparece en los anuncios la gente tarda en asimilarlo. El canario, de 22 a?os, comienza a estar harto de su papel de meritorio. Despu¨¦s de un a?o parado por una lesi¨®n, se ha pasado el 2015 tratando de ganarse un hueco. No desaprovech¨® la oportunidad que le brind¨® la Champions en medio de la plaga de lesiones que ha castigado a James, Bale, Benzema y Modric. El t¨¦cnico le coloc¨® en la banda izquierda y complet¨® un partido notable. Fue generoso en defensa, intuitivo para robar, profundo en los contragolpes y habilidoso en los ¨²ltimos metros, en donde se asoci¨® con Isco para generar algo parecido a un milagro en la noche del Parque de los Pr¨ªncipes: un remate entre los tres palos. Lo par¨® Trapp. Fue la ¨²nica parada del portero alem¨¢n a un remate con el pie en toda la velada. Fue la ¨²nica parada en los 90 minutos a un tiro con el pie, porque Keylor Navas, del otro lado, se fue a la ducha sin mancharse el uniforme.
Ben¨ªtez sustituy¨® a Jes¨¦ por Modric en el minuto 72. El canario se retir¨® cabizbajo. Parec¨ªa fresco. Acababa de dirigir un contragolpe de 70 metros en una carrera que acab¨® midiendo a Verratti en el mano a mano. El italiano desvi¨® la pelota a c¨®rner y la jugada se diluy¨® en la irrelevancia general de un partido que nadie recordar¨¢ pasado ma?ana.
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