El plus de Muguruza se llama Sumyk
Garbi?e se somete al estricto m¨¦todo del t¨¦cnico franc¨¦s, bohemio y muy reconocido
En las pistas de entrenamiento anexas al Singapore Indoor Stadium, sede de la Copa de Maestras, se escucha un martilleo constante, un eco repetitivo que alterna silencios de tres segundos con el sonido de los estacazos y los golpes plomizos de las pelotas sobre los soportes publicitarios que delimitan la zona de juego: ?Pum¡ pum¡ pum! Garbi?e Muguruza, pegadora de acero, arma el rev¨¦s una y otra vez para repeler las bolas que le env¨ªa su t¨¦cnico, zurdo, que con una camiseta fosforescente (Is not my fault, no es culpa m¨ªa, dice el lema) parece disculparse ante las dur¨ªsimas sesiones a las que somete a su nueva alumna, encantada con que el list¨®n diario se haya elevado.
¡°Ahora estoy entrenando m¨¢s horas y con m¨¢s intensidad¡±, detalla Garbi?e en la distancia corta. ¡°Es un cambio necesario para crecer. Ahora ya no puedo ir a un ritmo intermedio o progresivo, sino que debo meter la sexta marcha e ir a por todas. El propio circuito est¨¢ pidi¨¦ndomelo y creo que con este entrenador puedo ser mejor jugadora¡±, justifica la n¨²mero tres, efervescente en estos tiempos en los que el tenis espa?ol reclamaba nuevos est¨ªmulos, para explicar por qu¨¦ prescindi¨® de su entrenador de toda la vida el pasado mes de agosto y se puso a las ¨®rdenes del franc¨¦s Sam Sumyk. Donde antes hab¨ªa una relaci¨®n casi paterno-filial, en la que la hija ya reclamaba m¨¢s autonom¨ªa, ahora hay un v¨ªnculo mucho m¨¢s fr¨ªo, distante, extremadamente profesional.
¡°Necesitaba un plus¡±, remarca Muguruza, que tras caer en la ¨²ltima edici¨®n del US Open puso rumbo a Bradenton (Florida) y comenz¨® a someterse al m¨¦todo del galo. Este, 47 a?os, nacido en Lorient y residente en Los ?ngeles, es un hombre de corte bohemio, que busca refugio espiritual en las olas de Manhattan Beach. A Sumyk, bret¨®n orgulloso, hay que sacarle las palabras con escalpelo; siempre le ha gustado trabajar en la sombra y huye de los medios, por eso tiene un gran valor disponer de unos minutos con ¨¦l, aunque replique con algunos monos¨ªlabos y economice su discurso, al igual que lo hace con su jugadora. Por su modo de hablar y su tono de voz, evoca a Rustin Cohle, el polic¨ªa de Louisiana que interpreta Matthew McConaughey en la serie televisiva True Detective.
Ella tiene una mente m¨¢s fuerte de lo que usted pueda imaginar"
?Considera que, con Garbi?e, tiene un diamante en sus manos? ¡°No lo s¨¦. Se lo dir¨¦ en el futuro¡±, responde franco Sumyk, fornido y de nariz pinochesca, con melena surfera. Pese a la evasiva, el preparador es consciente de la empresa que ahora maneja, a una jugadora con un potencial descomunal. Cuando se suelta un poco, ahora s¨ª, habla claro: ¡°Creo que lo tiene todo. Ella tiene el juego y, en mi opini¨®n, es una superatleta. Su poder mental est¨¢ creciendo, as¨ª que pienso que tiene todo el pack¡±, expresa el franc¨¦s, an¨®nimo de puertas afuera, pero muy reconocido en el entorno profesional del tenis.
No en vano, lanz¨® a la rusa Vera Zvonareva y sobre todo a Victoria Azarenka, a la que cogi¨® con 21 a?os y la dirigi¨® durante cinco (2010-2015). Con ¨¦l, la bielorrusa gan¨® dos veces el Open de Australia (2012 y 2013) y ascendi¨® hasta el n¨²mero uno, que defendi¨® durante 51 semanas. ¡°?l me ense?¨® a encontrar mi propio camino, no me impuso el suyo¡±, recuerda la volc¨¢nica Vika, ahora 26? en el r¨¢nking. ¡°No hago comparaciones. Solo quiero trabajar con Garbin, Garbi?e [se corrige]. Me gusta lo que estoy viendo y eso es lo ¨²nico que me preocupa. No me gusta comparar a unas con otras¡±, indica Sumyk, que tambi¨¦n condujo a su propia esposa, Meilen Tu, hasta el puesto 35, en 2007, y que en la estaci¨®n previa a Muguruza, de seis meses, no logr¨® frenar la ca¨ªda libre de la canadiense Eugenie Bouchard.
Impuls¨® la carrera de Azarenka, a la que cogi¨® con 21 a?os y condujo al n¨²mero uno y dos t¨ªtulos grandes
?Puede Garbi?e alcanzar a medio plazo el n¨²mero uno? ¡°No tengo ni idea. Todo el mundo quiere ser el mejor del mundo y ganar todos los partidos, pero hasta que es no ocurra yo no puedo decir nada. No tengo ni idea¡±, sortea el franc¨¦s, en slow motion, aunque a la siguiente ya no escatima: ¡°La derecha es uno de sus grandes golpes, pero no solo es la derecha, sino todo su juego. Yo hago una fotograf¨ªa general, no me ci?o a un aspecto en particular, y no es solo la derecha, lo es todo: el rev¨¦s, los movimientos¡ Ella puede hacer lo que quiera, poner la pelota donde desee. Es interesante para un entrenador ser parte de esto, de la mejora. Estoy muy agradecido de poder trabajar con ella¡±.
Antes de concluir la conversaci¨®n, Sam, concluye con otra frase apocal¨ªptica, lapidaria, que concentra el hambre de Garbi?e y aporta fuerza al futuro proyecto de la hispano-venezolana. ¡°Ella tiene una mente m¨¢s fuerte de lo que usted pueda imaginar¡±, remata Sam. Rustin Sumyk.
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