Cinco expediciones en busca de la cumbre imposible
Varios grupos de escaladores tratan de conquistar por vez primera en invierno la cima del Nanga Parbat (8.125 m) desafiando la trampa de un fr¨ªo atroz
Simone Moro nunca escalar¨¢ el K2 en invierno. Su mujer so?¨® que morir¨ªa intent¨¢ndolo, y el italiano no desea comprobar si ciertos sue?os son premoniciones o apenas sue?os. Adam Bielecki considera ¡°improbable¡± que la segunda cima m¨¢s elevada del planeta (8.611 m) pueda ser conquistada en temporada invernal: ¡°En esa monta?a es preciso escalar en hielo por encima de los 8.400 metros, colocar tornillos, manejar la cuerda, montar reuniones, fijar m¨¢s cuerda para poder bajar rapelando y todo eso precisa mucha habilidad, el uso preciso de las manos. Quitarse las manoplas y escalar con un guante fino equivale casi seguro a perder los dedos por congelaci¨®n. Adem¨¢s, lo que te mantiene vivo en invierno en una monta?a as¨ª es el movimiento, y escalar as¨ª es algo exasperantemente lento. Si paras, mueres¡±, explica el polaco encogi¨¦ndose de hombros y esbozando una t¨ªmida sonrisa.
Simone Moro y Adam Bielecki se han citado por vertientes distintas
Si el K2 se antoja imposible, el Nanga Parbat, en cambio, parece m¨¢s a mano. S¨®lo estas dos monta?as, de entre las 14 que superan los 8.000 metros, resisten su conquista en invierno. Ambas se hallan en la cordillera del Karakorum, una prolongaci¨®n hacia el oeste de la cordillera del Himalaya, que alberga nueve ochomiles. Los cinco restantes se hallan en el Karakorum, y hasta el a?o 2011 ning¨²n alpinista hab¨ªa logrado escalar cualquiera de ellos en invierno. Los motivos son sencillos: es una cordillera m¨¢s fr¨ªa y salvaje, pero sobre todo barrida por los vientos, combinaci¨®n letal que siempre disuadi¨® a los m¨¢s osados. Con todo, Simone Moro abri¨® la veda, logrando la cima del Gasherbrum II junto a Denis Urubko y Cory Richards. La gesta puso a so?ar a otros alpinistas, y en 2012 Adam Bielecki y Janusz Golab se colaron en la cima del vecino Gasherbrum I. Todos miraron de reojo, entonces, al Broad Peak, tumbado a su vez en 2013 por otro equipo polaco en el que repiti¨® Adam Bielecki junto a Artur Malek, Mateusz Kowalski y Maciej Berbeka. Los cuatro se plantaron en la cima, pero los dos ¨²ltimos nunca regresaron.
Moro y Bielecki se han citado este a?o con el Nanga Parbat (8.125 m), aunque afrontar¨¢n la monta?a por vertientes dispares. No estar¨¢n solos, puesto que otros tres equipos aspiran a irrumpir en la historia del ochomilismo invernal. La estrategia previa ha dividido a las cinco expediciones: Moro y su compa?era de cordada Tamara Lunger han escogido la vertiente Diamir (Norte) de la monta?a, y la ruta Messner, donde coincidir¨¢n con otra pareja formada por el polaco Tomasz Mackiewicz y la francesa Elisabeth Revol. Estos dos ¨²ltimos alcanzaron el a?o pasado la cota de los 7.800 m antes de verse forzados a abandonar para afrontar un descenso ¨¦pico: Tomasz cay¨® en una grieta de 30 metros. El saco de dormir que portaba en su mochila le salv¨® la vida, fue un airbag improvisado, uno de esos raros milagros que se dan en monta?a. En la vertiente Rupal (Sur), por la ruta Kinshofer, la m¨¢s frecuentada en verano, se han citado Bielecki y su compatriota Czech, por un lado, y por otro, el vasco Alex Txik¨®n junto al italiano Daniele Nardi y el paquistan¨ª Ali Sadpara. Estos tres ¨²ltimos renunciaron, hace un a?o, a 7.800 metros. Por ¨²ltimo, otro grupo polaco bautizado como Justicia para todos ha montado su campo base tambi¨¦n en la vertiente Rupal, pero dirigir¨¢n su ascenso por la ruta Schell.
Han sido 25 intentos diferentes en 27 a?os, todos sin ¨¦xito. Si al Nanga Parbat se le conoce como la monta?a de los alemanes, la historia de los intentos de conquista invernal lleva apellido polaco. Fue Hermann Buhl, un austriaco integrado en una expedici¨®n germano-austriaca, el primer hombre en pisar su cima, en 1953. Los alemanes hab¨ªan inaugurado sus intentos en 1932, y para cuando al fin cay¨®, la monta?a se hab¨ªa cobrado 30 vidas de alemanes y sherpas de Nepal.
Conmoci¨®n por Berbeka
El invierno 1988-89 dict¨® el arranque de los intentos invernales al Nanga Parbat. Fue un asunto polaco, porque la historia obliga y polacos fueron los conquistadores de los ocho primeros ochomiles escalados en invierno, Everest incluido. El gran Maciej Berbeka lider¨® dicha expedici¨®n, as¨ª como la de la temporada 90-91. Sin ¨¦xito. Desde entonces, los polacos han presentado al menos un equipo en la monta?a cada a?o que se ha intentado, salvo en 1993. La desaparici¨®n de Berbeka en el Broad Peak, en 2013, caus¨® una profunda conmoci¨®n en la comunidad alpin¨ªstica polaca, dividida respecto a la actitud de Bielecki. Con una fortaleza f¨ªsica descomunal, Bielecki holl¨® la cima del Broad Peak el primero. Al cruzarse durante el descenso con sus compa?eros rezagados, todos decidieron seguir hacia la cima: ¡°?C¨®mo le dices a una leyenda como Berbeka, a alguien como ¨¦l que lleg¨® a 20 metros de desnivel de la cima en 1988, que debe abandonar su sue?o cuando lo tiene al alcance?¡±, se pregunt¨® Bielecki antes de salir disparado hacia la tienda del ¨²ltimo campo de altura, donde nunca llegar¨ªa Berbeka.
El a?o pasado el polaco Tomasz Mackiewicz alcanz¨® los 7.800m antes de abandonar
El himalayismo invernal es una salvajada, una descomunal aventura que implica aceptar sin contemplaciones un compromiso terrible. De hecho, es una de las aventuras extremas m¨¢s aut¨¦nticas las que puede enfrentarse el hombre. A la dureza y los peligros inherentes al alpinismo se une el factor condicionante del fr¨ªo atroz, un fr¨ªo que asesina dulcemente, insinuando al escalador que se siente a descansar, a dormir un rato, a cerrar los ojos para abstraerse del dolor y olvidar que el term¨®metro marca 40 grados negativos. A 8.000 metros, y traspasado por el fr¨ªo, ning¨²n alpinista es capaz de saber si lograr¨¢ zafarse de la llamada del sue?o. Aqu¨ª, el movimiento es la vida.
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