El milagro del soldado dur¨® 48 horas
Muere en el hospital un militar indio rescatado con vida tras estar seis d¨ªas sepultado por un alud
Una persona enterrada por un alud tiene un 90% de posibilidades de sobrevivir si es rescatada antes de que discurra el primer cuarto de hora. De no ser as¨ª, 45 minutos despu¨¦s sus opciones disminuyen dr¨¢sticamente hasta un 20%. Son s¨®lo estad¨ªsticas. A veces, la realidad es mucho m¨¢s tozuda: el soldado indio Nahamanthappa Koppad fue rescatado este martes con vida tras permanecer seis d¨ªas sepultado bajo los restos de un alud, en el glaciar de Siachen, frontera de Pakist¨¢n y la India. Este jueves, tras haber sido trasladado a Nueva Delhi, ha fallecido en un hospital militar. El ej¨¦rcito ha dicho que ha muerte tras sufrir un fallo org¨¢nico m¨²ltiple.
Cuando fue rescatado, los 150 militares indios empleados en las labores de rescate s¨®lo trabajaban ya para recuperar los 10 cad¨¢veres del destacamento sepultado por un alud descomunal que parti¨® tras la rotura de un serac a 6.000 metros y que dej¨® un dep¨®sito de un kil¨®metro de largo y 800 metros de ancho.
En el Himalaya, los alpinistas sepultados por aludes rara vez son encontrados, bien por falta de medios, bien para no exponer a los rescatadores. En esta ocasi¨®n, la relativa accesibilidad del lugar permiti¨® que el ej¨¦rcito indio emplease georradares, capaces de detectar objetos met¨¢licos y marcadores de calor hasta una profundidad de 20 metros. El soldado Nahamanthappa Koppad (33 a?os) fue localizado a 8 metros de profundidad: hubo que emplear sierras mec¨¢nicas y taladros para excavar la ca¨®tica superficie helada, semejante a varios edificios en ruinas. Arrastrado en el interior de su tienda de campa?a, el superviviente pudo respirar gracias a una inopinada bolsa de aire. Esto lo mantuvo con vida mientras en el exterior se trabajaba en condiciones de fr¨ªo extremo, con ventiscas ocasionales y temperaturas vecinas a los 40 grados negativos. Rescatado in extremis, los dos m¨¦dicos destinados al lugar de la tragedia lograron estabilizar al superviviente pese a su presentar un cuadro severo de "deshidrataci¨®n, hipotermia, hipoxia, hipoglicemia y estado de shock". Fue trasladado en estado es cr¨ªtico y este jueves ha fallecido, pero en India ya es un h¨¦roe que evoca la resistencia en condiciones extremas.
Este heroico rescate con final dram¨¢tico ha vuelto a poner de actualidad el triste y surrealista dibujo de una guerra sin batallas librada en la frontera entre Pakist¨¢n y la India por el control de Cachemira (dividida en dos) y especialmente por el glaciar de Siachen, considerado el campo de batalla m¨¢s elevado del planeta, con sus 70 km de recorrido y su altura media superior a los 5.000 metros. Tras el reparto de Cachemira, en 1947, tanto la India como Pakist¨¢n han reclamado con mayor o menor virulencia el control absoluto de la zona, cuyas fronteras definitivas fueron pactadas en 1972, tras el acuerdo de Simla, que dejaba como territorio libre toda la zona al norte del punto NJ 9842 por ¡°inhabitable¡±. Sin embargo, poco despu¨¦s, Pakist¨¢n extendi¨® varios permisos de ascensi¨®n en la zona a alpinistas norteamericanos y japoneses, arrog¨¢ndose as¨ª, el control del glaciar. Contemplada la maniobra del vecino como una provocaci¨®n, la India no tard¨® en reaccionar y envi¨® su propia expedici¨®n en 1978. En 1984, se produjo una carrera por conquistar los pasos m¨¢s elevados del glaciar, disputa contra el reloj que Pakist¨¢n perdi¨® por el estrecho margen de una semana. Desde esa fecha, la zona conoce un generoso despliegue militar en el que los soldados de ambos lados juegan al escondite: los indios no pueden circular glaciar abajo, ni los pakistan¨ªes, glaciar arriba. Unos y otros custodian masas ingentes de hielo y roca. Un tesoro, vamos. Desde 1984, se estima que m¨¢s de 4.000 soldados de ambos lados han fallecido. Ninguno en combate: el fr¨ªo, los aludes, las grietas, el mal de altura y los ataques card¨ªacos han acabado con ellos, en el glaciar de Siachen, cuya ir¨®nica traducci¨®n es ¡°el lugar donde crecen las rosas salvajes¡±.
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