Springsteen, al rescate
Mayo de 2017. El Real Madrid y, pongamos, el Valencia son finalistas de Copa. El Bar?a y toda su afici¨®n se muestran alborozados ya que el partido se disputa en el Camp Nou, como los dos contendientes quer¨ªan. Cu¨¢nto honor dar cobijo en casa al eterno rival y a un nutrido grupo de sus seguidores. El propio Barcelona se encargar¨¢ de pintar las gradas de blanco, con banderines y utensilios varios de ese color. Pero que tenga cuidado el Madrid, no sea que a uno de esos chicos tan antis y tan simp¨¢ticos que por all¨ª merodean le d¨¦ por dejarle un recuerdo en su vestuario, qui¨¦n sabe, una bomba f¨¦tida, podr¨ªa ser.
Esta sarta de estupideces viene a cuento porque de nuevo al f¨²tbol espa?ol le ha crecido uno de esos debates que no deber¨ªan durar un minuto, pues no superan la categor¨ªa de memez. La discusi¨®n versa sobre la sede de la final de la Copa del Rey. Dado que este es el ¨²nico pa¨ªs que se precie que no tiene una ubicaci¨®n fija para ese partido, o que no la decide a principios de temporada, como la UEFA hace con sus torneos, cada a?o estamos en las mismas. Y dado que es costumbre que uno de los dos competidores sea el Bar?a (ha estado en cinco de las ¨²ltimas seis finales), la pol¨¦mica se dispara a medida que se multiplican las voces que piden que el choque se juegue en Chamart¨ªn. Se alega que las comunicaciones con Madrid son magn¨ªficas, que el Bernab¨¦u es el estadio (quitando el Camp Nou) de mayor aforo, e incluso que as¨ª el Rey, convecino de la capital, no tiene que desplazarse, tantos como son sus quehaceres.
Tiempo atr¨¢s, el Madrid buscaba excusas para evitar que el Bar?a se diera una fiesta en sus propiedades. As¨ª, aduc¨ªa unas repentinas obras de alba?iler¨ªa en los inodoros del estadio para negarse a prestarlo. Ya no hacen falta problemas de grifer¨ªa para decir no. El cansino bipartidismo que gobierna el f¨²tbol espa?ol provoca estas discusiones en las que se mezclan conceptos como el se?or¨ªo, el respeto, el patriotismo, la dignidad¡ Con lo f¨¢cil que es aceptar que el madridismo no quiere ver en su estadio un guateque azulgrana como el Bar?a no querr¨ªa ver en el suyo uno del Madrid. Hace un a?o, el Bar?a, el ¨²nico equipo del mundo capaz de abandonar una competici¨®n, la Copa de 2000, y ser perdonado, decidi¨® por sus santos atributos que la final se disputar¨ªa en el Bernab¨¦u o¡ en el Camp Nou. Y el Athletic, el otro finalista, cedi¨® en una incomprensible bajada de pantalones y acept¨® jugar en terreno azulgrana.
Por cierto, que el enviado del Bar?a para discutir estas cuestiones es un vicepresidente de la Federaci¨®n, Joan Gaspart, miembro de la casa porque as¨ª lo quiere el casi inhabilitado ?ngel Mar¨ªa Villar. Se desconoce si su capacitaci¨®n para ocupar ese puesto tiene que ver con los m¨¦ritos contra¨ªdos en la ¨¦poca en la que ocup¨® la presidencia del Bar?a. Como m¨¢ximo mandatario azulgrana, Gaspart ser¨¢ recordado fundamentalmente por no haber sido imputado en el desarrollo de su tarea presidencial, a diferencia de todos sus sucesores, y por una frase: ¡°Figo nunca jugar¨¢ en el Real Madrid¡±. Hoy, Gaspart exige al Madrid que no sea cobarde y que diga p¨²blicamente que no cede su estadio. No ha hecho falta. Al rescate del club blanco ha acudido Bruce Springsteen, que actuar¨¢ en el Bernab¨¦u el 21 de mayo haciendo inviable jugar partido alguno.
Mayo de 2017. El Madrid ha ganado la Copa en el Camp Nou entre el alborozo de sus aficionados. A Villar, presidente por los restos de la Federaci¨®n, una cuita judicial le impide acompa?ar al Rey en la entrega del trofeo al campe¨®n. Lo hace su vicepresidente, Joan Gaspart, al que, henchido de se?or¨ªo, se ve muy feliz mientras el Madrid da la vuelta de honor.
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