El Madrid se mete en un jaleo ante el Wolfsburgo
Los de Zidane caen 2-0 en Alemania el d¨ªa menos esperado y tendr¨¢n que apelar al esp¨ªritu de las remontadas
Ante la incredulidad general, al Madrid no le queda otra que poner en marcha toda la maquinaria propagand¨ªstica para apelar a sus tradicionales bandas sonoras de las remontadas. En una noche de pesadilla se fue de Wolfsburgo, una ciudad sobre ruedas donde el f¨²tbol apenas tiene leyendas, con un susto de a¨²pa. Se impuso el hero¨ªsmo de la debilidad y el equipo alem¨¢n, tan poco enraizado en la ¨¦lite europea que debutar¨¢ en Chamart¨ªn el pr¨®ximo martes, se sinti¨® celestial, iluminado como nunca. Con poco, justo lo que tiene, se aprovech¨® de la flojera defensiva madridista y arm¨® el taco a un rival que llegaba lanzado desde el Camp Nou. En Alemania no fue el mismo y su respuesta, en ataque y defensa, no estuvo a la altura cuando no le queda otra que jugarse todos los cuartos en la Copa de Europa. El f¨²tbol no deja de sorprender. Resulta que en Wolfsburgo, Keylor Navas fue batido por primera vez en el curso europeo, Cristiano, que apabulla en Europa, se qued¨® seco y hasta Zidane tuvo que tirar de Isco y James en detrimento de Modric y Kroos. No hubo soluci¨®n. Quiz¨¢ la encuentre en el Bernab¨¦u, porque pese al traspi¨¦ la diferencia entre ambos conjuntos es muy superior al 2-0. Pero esto es f¨²tbol¡
Tal y como comenz¨® el choque nada hac¨ªa presagiar lo sucedido. El duelo se inici¨® acorde al ¨²nico guion previsto, que se cumpli¨® letra por letra en el primer cuarto de hora. Con el Wolfsburgo achicado ante la jerarqu¨ªa de su adversario, concedi¨¦ndole un trato aristocr¨¢tico, el Madrid no disimul¨® su escudo. El equipo espa?ol maniobr¨® como correspond¨ªa a un equipo al que el cartel anunciaba con frac. Los de Zidane colonizaron la pelota, orquestada por Modric y Kroos, con Bale, Cristiano y Benzema muy m¨®viles, a tiro del gol. Los locales contemplaban desde la ¨²ltima fila, muy cerca de su portero. Anot¨® CR, pero en fuera de juego. Que el Madrid abriera el marcador era cuesti¨®n de un parpadeo. Al menos eso parec¨ªa hasta que se lastim¨® Benzema en un casta?azo de rodillas con Naldo. Incluso dolorido, con el gesto retorcido, el franc¨¦s hizo descarrilar al r¨ªgido Dante y se plant¨® ante Benaglio, que reba?¨® el bal¨®n a lo Casillas en Sud¨¢frica. Hasta los cojos ten¨ªan el gol a un palmo, lo que subrayaba la flacidez del cuadro alem¨¢n.
De repente, de lo que parec¨ªan cenizas surgi¨® Draxler, un jugador de alto nivel t¨¦cnico, de los que anticipan el buen f¨²tbol por su visi¨®n m¨¢s que por su carrocer¨ªa. Sin ser veloz logra que la pelota vuele. El chico tiene fama de apocado desde sus d¨ªas en el Schalke, pero en el d¨ªa grande en la urbanizaci¨®n de Volkswagen sali¨® del cascar¨®n. Mala se?al para el Madrid, tanto por la calidad del germano como por la inconsistencia defensiva de Danilo, relevo de Carvajal, ¨²nico cambio respecto al cl¨¢sico. Si Zidane quer¨ªa un lateral m¨¢s ofensivo, se olvid¨® de Draxler. La primera aventura del joven deriv¨® en un penalti de Casemiro a Sch¨¹rrle, que le gan¨® la delantera y acab¨® trompicado con el brasile?o. El suizo Ricardo Rodr¨ªguez, hijo de un pontevedr¨¦s, la clav¨® al lado contrario de Keylor. Un gol s¨²bito, desconcertante.
Nadie not¨® m¨¢s la sacudida del tanto que el propio Wolfsburgo, que certific¨® la m¨¢xima de que el f¨²tbol es un estado de ¨¢nimo. No es una cantinela como se advirti¨® en este choque tan desigual. El cuadro de Dieter Hecking se crey¨® que no era un simple telonero. Y nadie se confi¨® m¨¢s que Draxler, que inici¨® un pulso con Bale. En orillas opuestas, pero convertidos ambos en los dos grandes gu¨ªas de la jornada. El alem¨¢n interpret¨® de maravilla c¨®mo pillar la matr¨ªcula al desnortado Danilo. A su espalda, Draxler arrancaba a mar abierto. Lo mismo daba que solo le acompa?ar¨¢n uno o dos colegas, suficiente para poner en jaque a la defensa madridista, c¨¢ndida en varias acciones. Por ejemplo en la jugada del segundo gol. Draxler, por supuesto, cruz¨® la pradera en diagonal ante el vistazo general de los visitantes, conect¨® con Bruno Henrique y la asistencia del brasile?o la remat¨® Arnold, que se plant¨® en las narices de Keylor con toda la puerta abierta. Hab¨ªa que frotarse los ojos. Los lobos, como se conocen a los muchachos del Wolfsburgo, ya no eran corderos.
La mejor respuesta del Madrid lleg¨® por el carril de Bale, que en la izquierda es una tromba. Vieriniha, que hasta perdi¨® una muela por un trompazo involuntario de Kroos, ped¨ªa socorro. Cada acelere del gal¨¦s era un martirio para los alemanes, como en uno de sus muchos centros precisos que cabece¨® fuera por un dedo Benzema. La ¨²ltima escena del franc¨¦s, que se tuvo que ir antes del intermedio. Bale era la v¨ªa del Madrid, pero en el segundo acto el coro se olvid¨® m¨¢s de la cuenta del brit¨¢nico. El equipo alem¨¢n se tom¨® el periodo con todas las cautelas, su bot¨ªn era tan inmenso como impensable. En un largo trecho logr¨® que en el segundo tramo apenas hubiera migas, entregado a dos defensas tan poco fiables como Dante y Naldo. Zidane dio pista a Isco por Modric y el Madrid se activ¨®. Isco le dio carrete al juego y todo el equipo subi¨® de marcha. Un pase filtrado de Isco a CR no fue gol porque se interpuso el sobrio Benaglio. El Madrid nunca volvi¨® a ser tan coral como en el estreno del partido, poco a poco le pudo la ansiedad, petrificado ante una situaci¨®n tan inopinada. Irrumpi¨® James, pero tampoco encontr¨® remedio. Cuando menos se esperaba resulta que el Madrid se ha metido un jaleo considerable. Arcanos de este juego tan capaz de desmentir toda l¨®gica.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.