La remontada
No importa si la estad¨ªstica te contradice. ?Hay algo m¨¢s bonito que perseguir tareas imposibles?
?En qu¨¦ medida puede respirar tranquilo un equipo de f¨²tbol cuando la vida le sonr¨ªe, y llega al partido de vuelta, en casa de su rival, con cierta ventaja? Mmm. Son esos d¨ªas en los que ganas desde el autob¨²s, en chaqueta y corbata. El partido promete ser un agradable ba?o. Y de repente, te ahogas en la ba?era. Los desenga?os se producen muchas veces en mitad de un d¨ªa radiante, cuando es imposible que algo salga mal, y justo despu¨¦s de que uno se ha estado diciendo: ¡°Qu¨¦ feliz soy, carajo¡±. Tal vez sirva de algo recordar que el padre de Stravinsky se muri¨® justo despu¨¦s de decir: ¡°?Qu¨¦ bien me siento! ?Pero qu¨¦ bien me encuentro!...¡±. El Bar?a y el Wolfsburgo tienen la eliminatoria de cara, sin duda. Yo preferir¨ªa estar en su lugar. Pero.
Conviene desconfiar de la comodidad de un buen resultado. En esto, a veces me gusta seguir el comportamiento de las moscas, que en lugar de alejarse del ser humano, y ponerse a salvo, se acercan todo el tiempo a ¨¦l; es ah¨ª, en mitad del peligro, donde se sienten m¨¢s seguras. Augusto Monterroso, que las observ¨® durante a?os, sosten¨ªa que el lugar m¨¢s tranquilo para una mosca es el matamoscas. Cuando la eliminaci¨®n es casi segura, llega un instante en el que te sientes a salvo en el ojo del hurac¨¢n.
La belleza y efervescencia del f¨²tbol radica en que lo que seguramente debe ir bien, de pronto va mal. En ese v¨¦rtigo sobre el que caminas, buscando el triunfo, pero flirteando con la derrota, radica el sentido de este deporte. Hace a?os, un amigo me dijo que nunca hay que aceptar un trabajo del que est¨¦s seguro que no te van a echar. ¡°Esa amenaza te proporciona aplomo¡±, aseguraba. Digamos que el f¨²tbol consiste en una promesa que rara vez se cumple, aunque t¨² sabes, porque lo has so?ado, que alg¨²n d¨ªa se har¨¢ efectiva. De sobras es sabido que la imaginaci¨®n permite la reconstrucci¨®n de hechos reales. Las gradas se quedar¨ªan desiertas si no existiese la posibilidad segura de la sorpresa y el sufrimiento inesperado. ?Qu¨¦ loco querr¨ªa ganar sin sobresaltos, con facilidad, sin antes estar contra las cuerdas y haberlo dado todo por perdido, y contra pron¨®stico llevarse la victoria?
No importa si la estad¨ªstica te contradice y lo m¨¢s probable es que el Wolfsburgo elimine al Madrid, y el Bar?a al Atl¨¦tico. ?Hay algo m¨¢s bonito que perseguir tareas imposibles, que conducen a la frustraci¨®n? El f¨²tbol es una estrategia para alcanzar la felicidad, y que nadie domina; es secreta. Simplemente, un improbable d¨ªa sucede. El escritor brit¨¢nico Somerset Maugham afirmaba que para escribir un buen libro exist¨ªan tres reglas que se deb¨ªan cumplir a rajatabla, y que, desgraciadamente, nadie conoc¨ªa. Esta incertidumbre proporciona la fe con la que al finalizar un partido, otra vez con derrota, te permites decir con toda la raz¨®n de tu parte: ¡°Ma?ana ganamos, me cago en la puta¡±. Seg¨²n esto, claro que se puede remontar la eliminatoria. Y por supuesto que no.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.