Ra¨²l Garc¨ªa e Iraizoz impulsan al Athletic
La victoria ante el M¨¢laga deja en el olvido la eliminaci¨®n europea
Fundidos, rotos, descorazonados, depres. As¨ª se supon¨ªa al Athletic en M¨¢laga tras el bajonazo de la eliminaci¨®n europea ante el Sevilla. Un Athletic con las piernas y el alma cansados. Y surgi¨® un Athletic f¨ªsicamente plet¨®rico, con solo seis futbolistas de los que jugaron en Sevilla y sin los tres m¨¢s asociados con el gol, todos por lesi¨®n: Aduriz, Williams y Merino. Es decir, el Athletic part¨ªa sin 30 de los 50 tantos que hab¨ªa metido en la Liga y con un delantero centro, Viguera, casi in¨¦dito en la temporada. Pero, en casos as¨ª, cuando la picard¨ªa se asocia con el error, ambos individuales, puede ocurrir que llegue un gol, como el de Ra¨²l Garc¨ªa, en un saque de esquina, aprovechando el despiste de Albentosa que incluso se agach¨® para que el bal¨®n llegase al jugador navarro.
Antes de que eso sucediera, otro futbolista, en este caso de profesi¨®n portero, Iraizoz, hab¨ªa frustrado todos y cada uno de los remates del M¨¢laga que fueron muchos: de Juanpi, de Charles, de Chory Castro, de Recio. Se jugaba en el centro del campo como si ese c¨ªrculo m¨¢s que un terreno acotado por la cal fuera un pozo de petr¨®leo sin due?o. Y se jugaba con tal presi¨®n que dar dos pases sin que el bal¨®n chocase en una pierna era misi¨®n imposible. Los dos equipos atend¨ªan la idea de Cruyff de que "la presi¨®n hay que ejercerla sobre el bal¨®n, no sobre el jugador", aunque tampoco hac¨ªan ascos a Jorge Sempr¨²n cuando dijo que "sin un m¨ªnimo de presi¨®n f¨ªsica no se obtiene nunca nada".
Se jugaba como si se jugaran la vida en cada acci¨®n, como si en juego estuviera el vellocino de oro, el Athletic para ser quinto y el M¨¢laga para apurar las ¨²ltimas opciones de sumarse a la pelea europea. Era m¨¢s intr¨¦pido el M¨¢laga que encontraba la flaqueza defensiva del Athletic por el centro con las diagonales de Juanpi, un chico portentoso, y la piller¨ªa de Charles para cogerle la espalda a los centrales, San Jos¨¦ y Gurpegui. Tambi¨¦n el Athletic encontraba por ah¨ª, la v¨ªa de agua de los centrales malaguistas. Los cuatro, rojiblancos y blanquiazules, eran fuertes, recios, pero no r¨¢pidos. Viguera no supo aprovechar las ocasiones ante Ochoa.
El gol del Athletic cambi¨® el guion. Oblig¨® al M¨¢laga a un f¨²tbol m¨¢s vertical y eso si engrandec¨ªa a los centrales rojiblancos, bien ayudados por Iturraspe. Pudo empatar Cop, en un error de B¨®veda, pero su cabezazo fue manso y mal dirigido y, sobre todo, pudo empatar Charles por dos veces en la misma jugada, pero tropez¨® con Iraizoz primero y con Gurpegui despu¨¦s. Merec¨ªa m¨¢s el M¨¢laga por insistencia y merec¨ªa el Athletic por resistencia. Tanto que, con el partido ya hecho jirones por el cansancio, Viguera se plant¨® dos veces ante Ochoa y las dos las resolvi¨® mal. Es lo que tienen los goles abren un agujero por donde escapa la presi¨®n y rebaja los pascales que la miden. Pero sobre todo se quit¨® el Athletic la presi¨®n de la derrota a penaltis en Sevilla y el M¨¢laga se queda en ese lugar templado que producen las c¨¢lidas tardes de la primavera, al borde del mar.
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