La novela del Bar?a
Algunos imaginaron que la Liga acababa como ¡®El Padrino III¡¯. Pero el Bar?a escribi¨® el final que se tem¨ªa
![Los jugadores del Bar?a en Los C¨¢rmenes.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/NGYXQ4YAMRPUXZUAUFJN2TRT2M.jpg?auth=a3d67afab29f8107d31c9beaff34ff65ca75e80f19eb6f082d76ff293a851a66&width=414)
El f¨²tbol es breve. Por eso, muchas veces, hay que jugarlo desde la v¨ªspera, para que dure m¨¢s. En ese lapso de espera, mientras se aproxima el partido, el f¨²tbol es sue?o, y puede pasar cualquier cosa. Algunos tuvimos tiempo de imaginar que la Liga acababa como El Padrino III,cuando en su cl¨ªmax, mientras los Corleone asisten a la ¨®pera, don Altobello muere en uno de los palcos, tirotean al arzobispo Gilday en su iglesia, apu?alan a Lucchesi con sus propias gafas, y asfixian y cuelgan de un balc¨®n al banquero Kienzig. Por si fuera poco, envenenan el nuevo papa. Todo, en un suspiro. Si la jornada del s¨¢bado nos deparaba un final as¨ª, lleno de conmovedoras simultaneidades, el campe¨®n de esta Liga todav¨ªa pod¨ªa ser el Superd¨¦por de Arsenio Iglesias.
El Madrid se present¨® en A Coru?a mentalizado para ganar r¨¢pido y aguardar a que la angustia se apoderase del Bar?a en Granada. Se trataba de ganar sin placer, ganar por ganar, para sentarse a ver qu¨¦ ocurr¨ªa a continuaci¨®n. Cualquier cosa, orden¨® Zidane, antes que darse el lujo de flaquear en el ¨²ltimo d¨ªa. Esta infalibilidad madridista me trajo a la cabeza aquel anuncio por palabras que Joaqu¨ªn Sabina asegur¨® ver en la secci¨®n de contactos de un peri¨®dico local, y que rezaba: ¡°A nosotras nunca nos duele la cabeza¡±.
La Liga se prestaba a cualquier cosa, despu¨¦s de una temporada en la que los dos primeros clasificados fueron v¨ªctimas de un extra?o impulso que los llev¨® a arrojarlo todo por la ventana, y comenzar de nuevo, casi desde cero, para esquivar el aburrimiento. En la vida es bonito empezar historias, aunque no acaben. Los finales ponen a uno triste, aunque sean dichosos. C¨¦sar Aira dice que el instante de empezar, en su caso a escribir novelas, es siempre el m¨¢s divertido. Cuando el libro va por la mitad, lo asalta el tedio, y s¨®lo quiere empezar un libro nuevo, as¨ª que mata a todos los personajes para acabar pronto, sin que le importe si ese final tiene sentido. Por momentos, Madrid y Bar?a tambi¨¦n actuaron as¨ª, huyendo de un final razonable, previsto, para buscar un comienzo nuevo, que los hiciese sentir j¨®venes, inconscientes y felices.
Florentino P¨¦rez, por ejemplo, despidi¨® a Rafa Ben¨ªtez y orden¨® un comienzo nuevo, con Zidane en el banquillo, que encadenar¨ªa victorias y trajes rotos. Por su parte, el Bar?a propuso una novela en la que se precipitaba a uno de esos hast¨ªos juveniles que te sorprenden cuando haces las cosas demasiado bien desde el principio. Es raro, pero humano. Yo todav¨ªa no me repuse de la confesi¨®n de un amigo, que despu¨¦s de una vida de lo m¨¢s emocionante y convulsa, una noche vac¨ªa se apoy¨® en la barra, se volvi¨®, y me dijo con la mirada abatida: ¡°Me cans¨¦ de follar tanto; me retiro¡±. Ten¨ªa 19 a?os. No entend¨ªa nada, pero me dio mucha pena. Una semana despu¨¦s, por suerte, lo vi saliendo de un hotel con mi novia. Volvi¨® a tiempo por sus fueros, como el Bar?a, que a ¨²ltima hora escribi¨® el final que todo el mundo se tem¨ªa.
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