Nil Bohigas, en la cima de la perfecci¨®n
Fallece el alpinista catal¨¢n, autor junto a Enric Lucas de una hist¨®rica ascensi¨®n al Annapurna Central
El 3 de octubre de 1984, Nil Bohigas y Enric Lucas dejaron de ser dos personas distintas. Se convirtieron en una cordada. Nil Lucas y Enric Bohigas, Lucas Bohigas y Nil Enric: un mito que todav¨ªa perdura. Una fusi¨®n de sus nombres y apellidos hubiera servido, porque cuando dos alpinistas se atan para hacer lo que nadie ha osado hacer y regresan desde la estratosfera con una sonrisa, se convierten en seres indisociables. Una ¨²nica voluntad atada a una cuerda. Fallecido Nil Bohigas (Barcelona, 1958) hace dos d¨ªas, la cordada sigue intacta en los libros de la Historia del Himalayismo.
Aquel d¨ªa de octubre de hace ya 32 a?os, ambos alcanzaron la cima del Annapurna Central (8.051 m), dando un gigantesco salto en el tiempo, adelant¨¢ndose con un gesto de despreocupada genialidad a un futuro que apenas unos pocos iluminados acertaban a imaginar. Lo suyo en la espeluznante cara sur del Annapurna fue una macarrada, un golpe de estado como el que dar¨ªan un a?o despu¨¦s Voytek Kurtyka y Robert Schauer en la cara Oeste del Gasherbrum IV (7.925 m). Estos j¨®venes ense?aban en voz alta el nuevo Himalayismo, el del estilo alpino, el del compromiso, la astucia, la ¨¦tica y la est¨¦tica. Buscaban un alpinismo puro, sin artificios, sin pesadeces, sin campos ni cuerdas fijas, sin porteadores de altura, sin ox¨ªgeno embotellado. Una mochila, una cuerda y a escalar una nueva ruta¡ con la esperanza de no quedar atrapados en la monta?a.
Su gesta fue impresionante. Cada cual con 25 kilogramos a la espalda, pasaron siete noches en la pared, sus respectivas novias aguardando en el campo base como si estuviesen en Chamonix y tocase Pizza para cenar. Lograron algo tan grande e impensable que fue necesario que se nos explicase el asunto desde el extranjero: apenas tuvo su gesta reconocimiento en Espa?a, y fueron voces autorizadas como las de Messner las que colocaron (tiempo despu¨¦s) su ¨¦xito bajo los focos.
Las melenas de Bohigas y Lucas escond¨ªan toda su premeditaci¨®n y alevos¨ªa: no se trataba solo de dos j¨®venes despiertos y con las pesetas contadas para viajar al Himalaya. No llegaron al campo base de la sur del Annapurna, echaron un vistazo y dijeron ¡°por ah¨ª¡± con un dedo levantado. Buscaron informaci¨®n de la pared, interrogaron a los brit¨¢nicos que estrenaron el lugar en 1970, contactaron con Ghilini (el superviviente de un intento que en 1982 se llev¨® al gran Mc Intyre) y con toda la informaci¨®n en su poder hilaron un recorrido t¨¦cnico, expuesto y sumamente comprometido, toreando con astucia los peligros objetivos que presentaba una pared donde los aludes de nieve o roca desfilan a capricho.
Pueden contarse casi con los dedos de una mano las ascensiones que hayan igualado, desde entonces, el ejemplo de Bohigas y Lucas. Si ambos se?alaron el camino a seguir, muy pocos han sabido aceptar el reto. Los mejores alpinistas siempre fueron los visionarios, aquellos capaces de inspirar a sus semejantes, y en ¨¦ste club selecto entraron sin anunciarse Bohigas y Lucas. Fue la suya una ascensi¨®n de vanguardia, y quiz¨¢ porque aquello era inmejorable, Bohigas empez¨® paulatinamente a alejarse de las cimas m¨¢s elevadas. Se le recuerda tambi¨¦n como uno de los grandes impulsores del parapente en nuestro pa¨ªs, o como un buen gestor de acontecimientos relacionados con la monta?a. Pero para todos los que un d¨ªa so?aron (o sue?an) con escalar de verdad en las cimas m¨¢s elevadas del planeta, Nil Bohigas ser¨¢ para siempre la mitad de Enric Lucas, el todo de una cordada que en el oto?o de 1984 alcanz¨® la cima de la perfecci¨®n.
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