No todos somos Bartomeu
Me pregunto qu¨¦ pensar¨¢n los tutores legales, padres, madres y dem¨¢s familia de todos esos ni?os que ayer mismo mostraban su apoyo incondicional a Leo Messi en un v¨ªdeo difundido por el propio F¨²tbol Club Barcelona. La imagen, zafia y desagradable como pocas se han visto en un pa¨ªs acostumbrado a ver de todo, me record¨® a la protagonizada por aquel torero de revista que pegaba pases a una vaquilla con su hija en brazos o a tiempos ya casi olvidados en los que ni?os y ni?as, vestidos con la ropa de domingo, se agolpaban en las cunetas para vitorear a cierto dictador con banderitas y claveles ondeados a su paso.
Si no me falla la memoria reciente, algo probable y casi comprensible a estas alturas del verano, fueron los fieles de las redes sociales los primeros en ser llamados a filas con la intenci¨®n de teatralizar su inquebrantable adhesi¨®n al ¨ªdolo condenado. A las pocas horas lleg¨® el turno de los empleados del club, una legi¨®n de trabajadores dispuestos para la foto en forma de gran coraz¨®n que disipaba cualquier duda sobre su compromiso m¨¢s all¨¢ de la n¨®mina correspondiente, las pagas extras y el aguinaldo navide?o. Ahora ha llegado el turno de las nuevas hornadas, cachorros adiestrados en escuelas franquiciadas por medio mundo y que, desde ayer, sin ning¨²n tipo de rubor, presumir¨¢n en los recreos de su apoyo decidido al delito fiscal con el mismo atrevimiento con que cierto amigo m¨ªo se pavoneaba por acudir al colegio con navaja y sin bol¨ªgrafo.
Todas estas demostraciones de supuesta cohesi¨®n social y alguna m¨¢s que, intuyo, todav¨ªa est¨¢ por llegar en los pr¨®ximos d¨ªas, se orquestan desde el seno de una junta directiva que ha preferido ensuciar un escudo centenario y el buen nombre del club a cambio de evitar sus propias responsabilidades penales, lo que nos sit¨²a frente a un escenario muy particular: un club condenado por delitos fiscales escenificando su apoyo hacia un futbolista sentado en el banquillo por id¨¦nticos motivos, una actitud que cuando menos merece ser calificada como entra?able, si se me permite salpimentar el an¨¢lisis con una pizca de iron¨ªa.
Flaco favor se hace al Bar?a y al propio Messi secundando una campa?a vergonzante"
El socio de Bar?a, que por proximidad sentimental y rabiosa actualidad es al ¨²nico que me ata?e juzgar en estos momentos, se ha convertido en un mero espectador sin mayor intenci¨®n o inter¨¦s que aplaudir goles y fichajes, voluntariamente situado de espaldas a la realidad y la exigencia de una cierta higiene b¨¢sica como entidad. No basta con coleccionar vasos, pijamas o cubiteras con los colores del club. No basta con pagar puntualmente un abono que en muchos casos termina convertido en carne de reventa, ni tampoco con acudir al estadio para hacer la ola, celebrar los t¨ªtulos en Canaletas o bautizar a un hijo con el nombre de Lionel. Flaco favor se hace al Bar?a y al propio Messi secundando una campa?a vergonzante que no persigue m¨¢s objetivo que socializar los errores y monopolizar el aplauso. No todos somos Bartomeu, afortunadamente; ni falta que hace.
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