Juegos de verano; samba de invierno
Ad¨®nde ir y qu¨¦ visitar en la R¨ªo de los Juegos Ol¨ªmpicos
Luz y playa, naturaleza y fiesta. Medio mill¨®n de turistas viajar¨¢n a R¨ªo atra¨ªdos por los Juegos: no ser¨¢ Carnaval, pero el ritmo y el color (y ciertos temores) se mantienen. Esta gu¨ªa le lleva a los rincones favoritos de los cariocas y a los lugares indispensables para el viajero.
El estribillo de una de las canciones del m¨²sico brasile?o Gilberto Gil se ha convertido en el pie de las fotos de los amantes de R¨ªo de Janeiro e ilustra bien por qu¨¦ la ciudad es la joya de la corona brasile?a. A pesar de sus problemas de violencia, sus desigualdades sociales o la falta de cuidado con sus recursos naturales, la sensaci¨®n del visitante es siempre la misma ante sus colores, sus playas y su ritmo: ¡°R¨ªo de Janeiro contin¨²a lindo¡±.
Porque los Juegos Ol¨ªmpicos llegan en pleno invierno y se espera que las temperaturas ronden los 23 grados de media, pero hay que ir a la playa. Copacabana es la m¨¢s tur¨ªstica y m¨¢s envejecida, Ipanema la m¨¢s animada y diversa y Arpoador la que tiene el agua m¨¢s cristalina y el atardecer m¨¢s aplaudido. M¨¢s cerca de Barra de Tijuca, donde est¨¢ el Parque Ol¨ªmpico, puede visitarse la Prainha, en la regi¨®n del Recreio dos Bandeirantes, una peque?a playa salvaje, de aguas turquesa y mucho menos visitada o, si la marea no est¨¢ alta, la playa de Joatinga.
EXPLOSI?N VERDE. La naturaleza exuberante de R¨ªo, adem¨¢s de en sus playas y monta?as, puede encontrarse concentrada en peque?as dosis en varios parques de la ciudad. El Jard¨ªn Bot¨¢nico, construido tras la llegada de la familia real portuguesa en 1808, y el Parque Lage, una antigua plantaci¨®n de az¨²car con estanques, grutas y cascadas, son indispensables y atrajeron a su alrededor un buen n¨²mero de buenos restaurantes donde comer. Entre ellos, el caf¨¦ bistr¨® JoJo o el Yum¨º, en la calle Pacheco Le?o, a espaldas del Jard¨ªn Bot¨¢nico.
Otro lugar apreciado por los cariocas, que combina parques, canchas deportivas y el mar, es el Aterro do Flamengo, dise?ado por el paisajista Roberto Burle Marx y muy cerca de la Marina da Gl¨®ria, donde se celebrar¨¢n las competiciones ol¨ªmpicas de vela. Lo ideal es recorrerlo hasta la ensenada de Botafogo en bicicleta, que puede alquilarse por horas a trav¨¦s de la aplicaci¨®n BikeRio. M¨¢s cerca de Barra de Tijuca puede visitarse el Bosque da Barra y, a una hora en coche del Parque Ol¨ªmpico, el S¨ªtio Burle Marx, antigua casa del paisajista, patrimonio cultural brasile?o y una de las principales colecciones de plantas tropicales del mundo.
BOTECOS. Comer y beber en un boteco, o bar tradicional carioca, es un plan sagrado para los locales y acaba si¨¦ndolo tambi¨¦n para los visitantes. Los hay en toda la ciudad, pero algunos merecen menci¨®n especial. El Aconchego Carioca, a menos de dos kil¨®metros del estadio del Maracan¨¢ y con 200 tipos de cerveza, es uno de ellos. Su cocinera K¨¢tia Barbosa, reverenciada en ferias gastron¨®micas del exterior, es conocida por ser la creadora de una delicatesen aut¨®ctona: el bolinho de feijoada, similar a una croqueta.
Otra visita indispensable, no tanto por la calidad de su comida sino por lo bien que sabe al atardecer una cerveza helada a la orilla del mar con vistas al Cristo Redentor, es la conocida mureta de Urca. La historia de ese muro bajo donde la gente apoya sus cervezas tiene su gracia porque comenz¨® a popularizarse por los clientes del Bar da Urca que, con el tiempo, descubrieron al lado el Bar Urca Grill, un sitio mucho m¨¢s cutre pero mucho m¨¢s barato, rebautizando la mureta como ¡°pobreta¡±. Otro boteco mimado por locales es la Adega P¨¦rola, en Copacabana, y el Lamas, uno de los m¨¢s antiguos, en el barrio de Flamengo.
POMPA COLONIAL.?Para los amantes de la historia y la pompa colonial, la ciudad a¨²n mantiene algunos lugares de ¨¦poca. El favorito de los turistas es la confiter¨ªa Colombo, en el centro. Fundada en 1894, conserva los muebles, los gigantes espejos belgas, la claraboya central y las pinturas en sus techos, un retrato de la Belle ?poque carioca. La Ilha Fiscal, una propiedad de la Marina brasile?a en mitad de la bah¨ªa de Guanabara, es otro importante cap¨ªtulo de la historia de R¨ªo. Su principal atractivo, un castillo neog¨®tico, acogi¨® en sus salones el ¨²ltimo gran baile de la monarqu¨ªa portuguesa antes de la proclamaci¨®n de la Rep¨²blica de Brasil en 1889. Entre las iglesias de mayor importancia hist¨®rica pueden visitarse la de Nossa Senhora da Gl¨®ria do Outeiro, desde donde se ver¨¢n a lo lejos las competiciones de vela, o la Iglesia da Ordem Terceira do Carmo, donde fueron bendecidos los emperadores Dom Pedro I e Dom Pedro II y donde se cas¨® la princesa Isabel, responsable de la abolici¨®n de la esclavitud en 1888.
TRANSPORTE.?Adem¨¢s de la l¨ªnea 4 del metro (la mejor opci¨®n para ir hasta Barra de Tijuca), el Ayuntamiento ha planeado una red extra de autobuses r¨¢pidos, los BRT, con parada en el Parque Ol¨ªmpico. Una tarjeta ol¨ªmpica con viajes ilimitados (uno, tres y siete d¨ªas, entre 6,50 y 42 €) permitir¨¢ el acceso a tren, metro y autob¨²s. Los taxis merecen cap¨ªtulo aparte. Aunque no se debe generalizar, su mala fama es muchas veces merecida. No es raro que intenten hacer la ruta m¨¢s larga.
Habitantes: 6,5 millones | Superficie: 1.255 km? | Plazas hoteleras: 52.000 | Moneda: Real brasile?o (0,27 €) | Idioma: Portugu¨¦s
SEGURIDAD.?R¨ªo es una ciudad considerada peligrosa, hay asaltos y hurtos diariamente, pero no hay que entrar en p¨¢nico porque la mayor¨ªa de los viajeros vuelve a casa sin incidentes.
Precauciones b¨¢sicas durante la visita:
Evite mostrar objetos de valor como c¨¢maras y m¨®viles y deje las joyas en casa.
Si le muestran un arma (en el peor de los casos), mant¨¦ngase tranquilo, entregue lo que le pidan y procure no hacer movimientos bruscos.
En la playa lo mejor es ir con lo justo y pedirle a otro ba?ista que eche un ojo a nuestras cosas al dar un chapuz¨®n.
R?O RICO. ?El viajero captar¨¢ en seguida que, excepto en la playa (el lugar m¨¢s democr¨¢tico de la ciudad), hay espacios reservados exclusivamente a la ¨¦lite. Para desayunar, tomar el aperitivo o beber un trago, el hotel Copacabana Palace, patrimonio cultural de la ciudad y construido al estilo de los hoteles de la Costa Azul, es un s¨ªmbolo de la ¨¦poca dorada de R¨ªo de Janeiro, cuando a¨²n era capital de Brasil. En sus habitaciones con vistas al mar se han hospedado celebridades como Brigitte Bardot, Janis Joplin, el escritor austriaco Stephan Zweig o Albert Eintein.
R?O POBRE.?La experiencia del viaje no ser¨¢ completa sin conocer los espacios frecuentados por el pueblo, principalmente negro. El plan m¨¢s accesible para hacerlo es la rueda de samba de la Pedra do Sal, un rinconcito en el centro de la ciudad que rinde homenaje a los esclavos de la ¨¦poca colonial. Los lunes, a partir de las siete de la tarde, m¨²sicos, turistas, vendedores ambulantes y j¨®venes y ancianos de la favela cantan al ritmo de tambores. Otra excursi¨®n que incluye vistas de quedarse sin aliento es la favela de Vidigal (gu¨ªas en www.trilhadoisirmaos.com.br). La barriada trepa por la monta?a Dois Irm?os y desde la cumbre se divisa la ciudad a 500 metros de altitud. Al acabar, lo mejor es reponer fuerzas en Card¨¢pio (Av. Presidente Jo?o Goulart, 625): deliciosa comida casera y zumos a precios razonables.
LA NOCHE CARIOCA.?En R¨ªo hay unos cuantos lugares reverenciados por los amantes de la noche.
Bar Astor. En Arpoador. Sirve buenas bebidas, pero sin m¨²sica.
Circo Voador. Una discoteca inspirada en una carpa de circo que ofrece casi todos los fines de semana m¨²sica en directo. En el barrio de Lapa.
Rio Scenarium Situado tambi¨¦n en Lapa, rinde homenaje a la m¨²sica brasile?a.
Viaducto Prefeito Negr?o de Lima Centenares de j¨®venes de los suburbios se re¨²nen en el barrio de Madureira para bailar m¨²sica negra.
DESDE LAS ALTURAS.?La ciudad tiene multitud de miradores para contemplar su paisaje desde arriba. Los m¨¢s conocidos ¨Cy caros¨C son el P?o de A?ucar (20 euros) y el Cristo Redentor (18 euros), preciosos pero, probablemente, abarrotados durante los Juegos. Puede optarse por opciones menos concurridas como la Vista Chinesa, el mirador de Dona Marta, el mirador do Pasmado o el Parque Penhasco dos Dois Irm?os. Lo m¨¢s f¨¢cil es acercarse a ellos en taxi, pero hay varios a los que se puede llegar tras un paseo por el bosque o en transporte p¨²blico.
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