Los Juegos, ?para qu¨¦?
Para unos 10.000 deportistas cada cuatro a?os, el simple hecho de poder decir que ha participado en unos Juegos, que ha sido ol¨ªmpico, vale casi m¨¢s que cualquier otro triunfo que pueda figurar en su palmar¨¦s. Ese orgullo, y la admiraci¨®n rendida de sus vecinos, el mayor pago que reciben a cambio de las plusval¨ªas que generan con su arte y sus proezas deportivas.
Para la empresa que los organiza, el Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional (COI), una compa?¨ªa con consejeros de varios pa¨ªses instalada en Lausana, donde goza de la opacidad financiera que ofrece Suiza a sus residentes, los Juegos de verano son unos ingresos de unos 3.000 millones de d¨®lares cada cuatro a?os.
Para la ciudad y el pa¨ªs que los organiza, pasado un primer momento de orgullo en el que pueden decir al mundo que han alcanzado ya tal nivel que se pueden permitir organizar la cita ol¨ªmpica, los Juegos son un dolor de cabeza y la ruina segura.
Para la sociedad, son una distracci¨®n, un espect¨¢culo que da muy bien en la tele, 15 d¨ªas de vexilolog¨ªa aplicada y una inc¨®gnita: ?es necesario tanto ruido para organizar unas cuantas competiciones deportivas? ?Y vale para algo todo esto?
Antes de que la primera competici¨®n comience, los Juegos han sido siempre un pim-pam-pum esc¨¦ptico-medi¨¢tico, y los de R¨ªo, m¨¢s. Las informaciones que llevan habitualmente al ciudadano a dudar de la necesidad de la celebraci¨®n del evento y a criticar el extraordinario poder del COI, un organismo que sobrevuela cualquier ley democr¨¢tica, sol¨ªan en otras ocasiones aflorar solo semanas antes de su inauguraci¨®n, pero en el caso de los Juegos brasile?os el mal naci¨® antes.
Para la ciudad y el pa¨ªs que los organiza son un dolor de cabeza y la ruina segura
Antes del virus Zika y el malvado mosquito que lo transmite fueron ya las informaciones sobre las tremendas crisis econ¨®mica y pol¨ªtica de Brasil, un pa¨ªs que hace siete a?os se sent¨ªa tan optimista que no dud¨® en lanzarse a una aventura que le costar¨¢ un m¨ªnimo de 5.000 millones de d¨®lares solo en instalaciones deportivas que ser¨¢n ruinas infrautilizadas 15 d¨ªas despu¨¦s de abrirse y en organizar 306 competiciones simult¨¢neas de 28 deportes para 10.500 atletas y cuatro rusos. Entre medias, salpicando, las aguas contaminadas de la bah¨ªa de Guanabara, donde navegar¨¢n los veleros, los miedos de los ciudadanos del primer mundo por la falta de seguridad de la macropolis brasile?a y las protestas.
De todas esas circunstancias negativas, que otros a?os, antes de otros Juegos, eran parecidas, y que se olvidaban en cuanto el ¨²ltimo portador de la antorcha comenzaba a subir las escaleras del pebetero para encender la llama, el COI siempre sal¨ª ligeramente tocado, pero indemne. Sus Juegos, sus deportistas, su sentido, estaban por encima del bien y del mal. Antes de R¨ªo, sin embargo, en las semanas de aproximaci¨®n, se ha producido la conocida como crisis rusa, que, por su generaci¨®n y por su mala resoluci¨®n, ha hecho da?o doble tanto al llamado movimiento ol¨ªmpico como al valor que la sociedad otorga al deporte de competici¨®n y a sus deportistas.
Han sido siempre un pim-pam-pum esc¨¦ptico-medi¨¢tico, y los de R¨ªo, m¨¢s
La descripci¨®n minuciosa del dopaje de Estado ruso ha despertado de una especie de sue?o benigno a los ciudadanos, que hab¨ªan llegado a creer que los laboratorios, la polic¨ªa, las leyes antidopaje, hab¨ªan empezado a ganar a los malos y que se ha despertado de golpe, sospechando ya no solo de los malos rusos sino de cualquier deportista de cualquier pa¨ªs. La credibilidad de los r¨¦cords y de las marcas, la fe en las virtudes del sacrificio, el entrenamiento, la tenacidad, han perdido el partido. La soluci¨®n parcheada encontrada por el COI de castigar a los rusos sin castigarlos en el fondo, en la b¨²squeda de un equilibrio que le permitiera mantener intocada la capacidad del negocio, ha da?ado m¨¢s a¨²n uno de los pilares de la arrogada superioridad moral del ente creado por el bar¨®n Pierre de Coubertin a finales del siglo XIX, pues ha demostrado, una vez m¨¢s, por si hac¨ªa falta, que lo importante no es participar, sino, siempre, ganar.
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