4? jornada: 21 oros, un ni?o, unas l¨¢grimas
Phelps, imparable, mete¨®rico, suma dos nuevos t¨ªtulos ol¨ªmpicos la noche que Martha Karolyi, la dura, llor¨® por segunda vez en 40 a?os viendo a las ¨²ltimas cinco volar m¨¢s alto que nadie
Los Juegos son una historia en cap¨ªtulos que se refleja en el agua, esta anoche azul brillante, como las lagunas en una noche de luna llena entre los juncos surgiendo, sin sombra de sombras viol¨¢ceas ni amargor. Un brillo ros¨¢ceo de caipiroska con maracuy¨¢ en una playa de Barra, los placeres de R¨ªo, donde llegan los gritos del Parque Ol¨ªmpico las noches de agosto serenas. En un campo de rugby, una voluntaria pide en matrimonio a una jugadora dura. El amor. Los Juegos dulces de un martes que en los carrillos rollizos de Boomer, el hijo de meses de Michael, de Phelps, el nadador de las 21 medallas de oro ya, se transforman en besos y el mundo se olvida de sus manchas de ventosas viol¨¢ceas circulares en su espalda.
Circula una foto en las redes. Data de hace 10 a?os. Michael Phelps, un pipiolo de 20 a?os, cargado de soberbia en la sonrisa posa en un acto de promoci¨®n de Speedo, los ba?adores, junto a una ni?a de nueve que se llama, dice el pie, Katie Ledecky. Hay otra foto. Hace 40 a?os. Montreal. Est¨¢ en blanco y negro, pero la luz tambi¨¦n brilla, como si la luna siempre llena se reflejara en la mirada espl¨¦ndida y h¨²meda de Martha Karolyi, la dura, junto a Nadia Comaneci y su 10.
Martha de hielo vuelve a llorar en R¨ªo como lo hizo en 1976. Las naves de R¨ªo, los gigantescos pabellones, son c¨¢maras frigor¨ªficas para mantener la vida congelada mediante chorros de aire g¨¦lido que surgen de silenciosas m¨¢quinas colgadas del techo a las que se acerca m¨¢s que nadie Simone Biles, que mide solo 1,45m pero vuela m¨¢s alto que ninguna hasta las fuentes de hielo y hace llorar de nuevo a la jefa Martha, que huy¨® de la Rumania de Ceaucescu para fundar la nueva gimnasia norteamericana, la que va de Mary Lou Retton a las Final Five, las ¨²ltimas cinco de Biles y de un rancho en California donde todas se examinan todos los meses. Gan¨® Estados Unidos, extragan¨®, dir¨ªan en Italia, una vez m¨¢s. Y Biles, su l¨ªder, la que manda en su gimnasia, el ¨²ltimo a?o de cinco por equipo (en Tokio ser¨¢n cuatro y Karolyi ya se habr¨¢ jubilado, adem¨¢s) volvi¨® a prometer que los d¨ªas que quedan ser¨¢n ¨²nicos.
Katie Ledecky, la ni?a que suspiraba por las orejillas de Dumbo de Phelps hace un siglo, ya es doble campeona ol¨ªmpica. Gan¨® los 200 libre tan duros para Federica Pellegrini, monumento a la longevidad ol¨ªmpica que no fue ni medalla, despu¨¦s de ganar los 400m. Ledecky, norteamericana pura, una animal, seg¨²n su compatriota Ryan Lochte, se disputa con Katinka Hosszu, la Kachinka Jos¨² tan cari?osa de los locutores televisivos brasile?os, la h¨²ngara dama de hierro y del marido tremendo, el t¨ªtulo de reina de R¨ªo y su piscina.
Hay un arco de transmisi¨®n ol¨ªmpico que hace que quien tiene talento pueda alimentarse de lo que otros como ellos hicieron d¨¦cadas antes. Biles devora a Comaneci, camino de cinco oros m¨¢s. Con Phelps, grande desde Atenas 04, y campe¨®n ya entones, 19 a?os y el futuro y Bill Bowman con ¨¦l en su poder, nadie puede. Tampoco la vida cotidiana de padre de ni?o reci¨¦n nacido. La semana anterior a Londres 2012 Phelps quer¨ªa morir, tan agobiado estaba por lograr m¨¢s oros que nadie, su desaf¨ªo entonces loco. Con los dos del martes, los 200m mariposa y el relevo 4x200 de EEUU en el que fue la ¨²ltima posta feliz, en R¨ªo ha logrado ya tres, y su cuenta, iniciada en Atenas hace 12 a?os, ya llega a 21 t¨ªtulos ol¨ªmpicos (25 medallas), m¨¢s que nadie en ning¨²n deporte por un mundo. Y le quedan dos intentos, los 200m estilos y los 100m mariposa, para alzarla tan alto como los saltos de Biles, debutante en unos Juegos. Por mucho que lo intenten y lo trabajen nadie puede con el Phelps padre feliz de Boomer, que nada a los 31 a?os en sus cuartos Juegos triunfantes, m¨¢s que nadie antes, sin m¨¢s presi¨®n que la que le exige su placer, que es mucho.
Cuando Francia, el martes, se despert¨® y vio que solo una plata luc¨ªa en su medallero, tan escasos, sus peri¨®dicos se volvieron locos exigentes, qu¨¦ es esto, a d¨®nde vamos a ir a parar. Como respuesta, un oro en equitaci¨®n y otro en aguas salvajes permitir¨¢n a sus peri¨®dicos llevar por una vez una gran foto ol¨ªmpica a su portada tan futbolera hasta en estos d¨ªas sin Liga. En Espa?a se puede clamar por la misma injusticia, pero sus habitantes se conformar¨¢n por sumirse en el fatalismo de toda la vida, tan confortante. Volaron los del tenis y obligaron a Nadal, ¨²nico, a multiplicarse. Dos partidos jug¨®, y gan¨® el martes de la despedida de Garbi?e Muguruza, David Ferrer, Carla Su¨¢rez, eliminados, y hasta Serena Williams, a la que tan poco le pega el esp¨ªritu y la tramoya ol¨ªmpicos. Tres partidos, simples con Gilles Simon, dobles con Marc L¨®pez, mixtos con Muguruza, deber¨¢ jugar el mi¨¦rcoles el hiperactivo feliz al que las dificultades y el dolor de su mu?eca motivan. Y que hace so?ar, tanto a?os despu¨¦s, como entonces hizo so?ar el equipo de baloncesto de Gasol y compa?¨ªa que, bajo la conducci¨®n de Sergio Scariolo parece haber elegido en R¨ªo el lema de derrota en derrota hasta la victoria final. Si EEUU se deja, por supuesto.
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