El belga Keukeleire gana en Bilbao y Nairo Quintana sigue como l¨ªder
El colombiano tiene una ventaja de 54 segundos sobre Chris Froome

Bilbao esperaba a Omar Fraile como agua de mayo, pero en Bilbao el agua llega sin avisar, sea mayo o diciembre, sin GPS, por pura rutina. Y no llovi¨®. Al contrario, hac¨ªa el t¨ªpico bochorno bilba¨ªno, aquel que pasa de los 30 grados sin que el cielo se inmute ni se proponga cambiar su tono gris por mucho calor que haga. Luego juega al escondite. Esperaba a Omar Fraile, de Santurtzi (Bizkaia), que ven¨ªa andando bien en los grandes retos, porque a Igor Ant¨®n, el ¨²ltimo vencedor hace cinco a?os, cuando la Vuelta acab¨® su particular transici¨®n por razones de todos conocidas, se lo comieron los problemas estomacales. Y porque cre¨ªa que David L¨®pez, de Barakaldo, la segunda ciudad vizca¨ªna (cuando medio Bilbao nac¨ªa en el Hospital de Cruces) estar¨ªa condenado a ayudar a Froome, el brit¨¢nico al que le quitaron el cord¨®n umbilical en Kenia y nacido al ciclismo en Pe?a Cabarga, de donde ven¨ªa de ganar. Y porque quiz¨¢s Pello Bilbao (de Gernika, Bizkaia, donde el ¨¢rbol juradero) no estaba en la forma requerida (aunque fue el que lo disput¨® hasta el final) para un asalto tan peleado, cuando todos los corredores buscan a deg¨¹ello un victoria de etapa.
Y gan¨® un belga, Keukeleire, que corre en un equipo australiano que tiene a un esprinter acreditado como es Simon Gerrans. Quiz¨¢s fue un homenaje indirecto a la tradici¨®n ciclista bilba¨ªna. De la misma forma que el f¨²tbol, en Bilbao, siempre ha mirado a Inglaterra como quien abre la persiana de la ventana al atardecer y ve Liverpool o Manchester, el ciclismo religioso en Bilbao siempre mira a B¨¦lgica, la cuna de la pasi¨®n. Si Holanda es el reino de la bicicleta ciudadana, B¨¦lgica representa el tron¨ªo del viejo ciclismo. Quiz¨¢s por Eddy Merckx, quiz¨¢s, por Van Looy, quiz¨¢s, por tantos y tantos que hac¨ªan del ciclismo una ¨¦pica y una est¨¦tica del arte.
Quiz¨¢s por todo ello Bilbao celebr¨® que ganase un belga, por desconocido que fuera, llam¨¢rese Keukeliere o no, batiendo a los esprinters aventajados, pocos, que hay en la Vuelta. Quiz¨¢s solo fuera una met¨¢fora, porque puesto a elegir Bilbao hubiera elegido a Bilbao, o sea a Pello, que anduvo regular y acab¨® bien, muy bien, disputando lo que pudo, movi¨¦ndose al filo de lo imposible desde que borde¨® la rotonda del Sagrado Coraz¨®n que abr¨ªa el circuito lleno de bajadas y subidas.
La de Bilbao es una etapa que elige el Alto del Vivero como juez de paz. Se sube dos veces. Y se baja dos veces. Lo que llega kuminoso arriba, tiene muchas posibilidades de llegar limpio abajo. As¨ª lo hizo Igor Ant¨®n hace cinco a?os y as¨ª no lo pudo hacer otro belga, Devenyns, despu¨¦s de que la fuga larga, la de David L¨®pez con Kennaugh y compa?¨ªa, fuera absorbida. Demasiado agresivo el Sky tratando de que ganase el ciclista de casa (David L¨®pez) y que adelantase posiciones Kennaugh. El Movistar vio a Kennaugh y decidi¨® no correr riesgos. Acab¨® con ¨¦l y de paso con L¨®pez. Fue un ¨®rdago con dos reyes contra el resto de la baraja. Demasiado arriesgado, pero no hab¨ªa nada que perder. As¨ª se juega bien.
Porque por detr¨¢s, la batalla de las estrellas se ocultaba bajo el plomo del cielo. Fue Contador el que lanz¨® un sirimiri bajo el sol. Se levant¨® del sill¨ªn en el Vivero y pedale¨® con la rabia del sufridor. Pero la lluvia en Bilbao llega cuando quiere, sin GPS, sin avisar. Y no llov¨ªa en Bilbao. Y el sirimiri de Contador fue acto de rebeld¨ªa, para algunos postureo, para muchos, el coraje, la rabia, como cuando llueve y te pilla sin paraguas y en vez de encoger el cuello y bajar la cabeza te pones a cantar Singing in the rain. As¨ª que bajo el paraguas de la transici¨®n se refugiaron Froome, Naito, Contador (salvo la vez que sali¨® a comprar el pan) y dejaron pasar el tiempo, a sabiendas que el tiempo correr¨¢ a partir de ma?ana m¨¢s deprisa o muy despacio, y quedar¨¢n menos d¨ªas, menos etapas.
Y que siempre nos quedar¨¢ el Aubisque, la versi¨®n ciclista de Humphrey Bogart, pero sin aeroplano. All¨ª donde se juntan los caminos que llevan al aeropuerto de Madrid, pasando el peaje dela contrarreloj en Calpe. Bilbao era d¨ªa para disfrutar de la popularidad, el paisaje, de la gente, del calor incluso (el que ha acompa?ado a los ciclistas por todo el norte alterando la geograf¨ªa y permitir a los que se quedan castigados sin postre, gozar de las natillas del ¨¦xito. Como Jens Keukeleire. Porque fue ¨¦l, no Fraile ni David L¨®pez, ni Pello Bilbao (que acab¨® sexto), el que encontr¨® la l¨ªnea recta. Y gan¨® f¨¢cil. O todo lo f¨¢cil que se puede ganar un esprint.
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