?rbitro, ?puedo ir al ba?o?
Los jugadores protestan por las nuevas reglas para evitar trampas con ayuda de computadoras
Los ajedrecistas con problemas de pr¨®stata o diarrea lo tienen crudo. La gran preocupaci¨®n, rayana a veces en la obsesi¨®n, por evitar trampas con ayuda de computadoras ha generado una nueva norma en la XLII Olimpiada, que comenz¨® ayer en Bak¨² (Azerbaiy¨¢n) con 2.500 participantes de 180 pa¨ªses: los jugadores deben avisar al ¨¢rbitro cada vez que vayan al retrete. Pero algunos jueces fueron m¨¢s papistas que el papa al aplicarla, con el l¨ªo consiguiente.
El fondo del asunto es muy serio, porque los programas inform¨¢ticos de ajedrez ya calculan millones de jugadas por segundo, incluso en un tel¨¦fono m¨®vil. Y la preocupaci¨®n aumentar¨¢ si, como public¨® la revista New Scientist el jueves, Google espera que las computadoras cu¨¢nticas (mucho m¨¢s potentes que las actuales) sean una realidad a finales de 2017. Esos monstruos jugar¨¢n perfectamente al ajedrez, a pesar de que el n¨²mero de posibles partidas distintas es un uno seguido de 123 ceros.
Varias decenas de ajedrecistas (aunque casi ning¨²n profesional de alto nivel), han sido cazados durante los ¨²ltimos diez a?os en diferentes pa¨ªses con las manos en la masa. Algunos ten¨ªan un auricular casi invisible en el o¨ªdo, conectado con un amigo que segu¨ªa la partida en directo por Internet y le iba soplando las jugadas con ayuda de alg¨²n amigo inhumano. Otros se pasaban toda la partida con una mano en el bolsillo, donde escond¨ªan el artilugio para trampear. Y los menos sofisticados fueron sorprendidos consultando el dispositivo ¨Ccon la posici¨®n de su partida en la pantalla- sentados en la taza del retrete.
La Federaci¨®n Internacional (FIDE) prohibi¨® hace a?os entrar en la sala de juego con m¨®viles o cualquier otro dispositivo electr¨®nico; si suenan durante la partida, su due?o la pierde. En los torneos importantes hay detectores de metales, y a veces inhibidores de ondas. La FIDE quiere dar otra vuelta de tuerca, pero la intenci¨®n era hacerlo con discreci¨®n, como explic¨® ayer a EL PA?S el griego Panagiotis Nikol¨®pulos, director t¨¦cnico de la Olimpiada: ¡°Los tramposos son una minor¨ªa muy peque?a. Por tanto, ser¨ªa absurdo que oblig¨¢semos a cada jugador a pedir permiso al ¨¢rbitro cada vez que va al ba?o. Lo que yo he indicado es que el jugador simplemente avise que va; por ejemplo, con una mirada y un gesto. S¨®lo en los casos excepcionales, cuando alguien vaya al ba?o muchas veces en pocas horas, el ¨¢rbitro debe tomar nota e informarme, sin decirle nada al jugador. Seg¨²n las circunstancias, yo tomar¨ªa o no otras medidas¡±, explic¨®, en referencia a revisar si un gran porcentaje de las jugadas del sospechoso coinciden con las que recomiendan las m¨¢quinas.
Pero la mesura de Nikol¨®pulos choc¨® ayer con la peculiar psicolog¨ªa de algunos ¨¢rbitros de mesa, henchidos de poder cuando portan una acreditaci¨®n que les hace creerse muy importantes. Algunos llegaron a expedir permisos escritos a cada jugador que iba al ba?o. La irritaci¨®n colectiva fue tal que varios capitanes (exjugadores) de gran renombre, como la h¨²ngara Judit Polgar o el brit¨¢nico Johnatan Spielmann, recolectaron cientos de firmas de protesta, aprovechando que los enfrentamientos de la primera ronda son muy desiguales y sin tensi¨®n (los favoritos se enfrentan a pa¨ªses de la segunda mitad del escalaf¨®n; por ejemplo, Espa?a gan¨® a Siria por 3,5-0,5 en la competici¨®n absoluta -tablas de Salgado; victorias de Vallejo, Ant¨®n e Ibarra; y a Irlanda por 4-0 en la femenina, con Vega, Matnadze, Aranaz y Calzetta).
Uno de sus argumentos es que muchos jugadores necesitan orinar con frecuencia, ya sea por nervios o cuestiones de salud.Tambi¨¦n se preguntan qu¨¦ ocurrir¨¢ si el ¨¢rbitro no est¨¢ presente en ese momento, precisamente porque ha tenido que ir al ba?o. Y finalmente indican que si un jugador habla con el ¨¢rbitro y luego sale est¨¢ dando informaci¨®n a su rival, quien puede hacer su jugada de inmediato para que corra el reloj del ausente.
Pero el problema no se limita a los ¨¢rbitros de ego crecido. Algunos jugadores y directivos est¨¢n obsesionados. Dos fuentes confirmaron que el millonario Andr¨¦i Fil¨¢tov, presidente de la Federaci¨®n Rusa y capit¨¢n de su selecci¨®n, insisti¨® el jueves en que la nueva regla sea muy estricta. Cabe preguntarse si se lo habr¨¢ explicado ya a su primer tablero, el excampe¨®n del mundo Vlad¨ªmir Kr¨¢mnik, quien acostumbra a ir al ba?o hasta 20 veces en una partida.
El sofisticado caso Feller
En la Olimpiada de Janti Mansiisk (Rusia) de 2010 no hubo psicosis, sino una trampa pura y dura, la primera de un gran maestro, el franc¨¦s Sebastian Feller, de 20 a?os entonces. La hizo con un m¨¦todo refinado en extremo, que le permiti¨® ganar la medalla de oro al mejor resultado individual de un suplente.
El origen de la cadena de fraude era un amigo de Feller, Ciryl Marzolo, en su casa de Francia siguiendo en directo por Internet las partidas que la selecci¨®n francesa jugaba en Siberia, ayudado por programas inform¨¢ticos muy potentes. Marzolo enviaba las jugadas recomendadas por su ordenador al capit¨¢n de la selecci¨®n francesa, Arnaud Hauchard, quien tambi¨¦n estaba en Siberia. Y lo hac¨ªa a trav¨¦s de mensajes a su tel¨¦fono m¨®vil, utilizando un c¨®digo que b¨¢sicamente consist¨ªa en asignar un n¨²mero de dos cifras a cada casilla del tablero. Es decir, la primera fila horizontal estaba compuesta por el 11, 21, 31, 41... y as¨ª hasta el 81. Y la primera vertical era 11, 12, 13, 14, etc¨¦tera, hasta el 18.
M¨¢s creativo todav¨ªa fue c¨®mo hizo el capit¨¢n Hauchard para soplarle esas jugadas al tramposo Feller cada vez que recib¨ªa un mensaje en su m¨®vil. Como el tablero de ajedrez es un cuadrado de ocho casillas por ocho, y la Olimpiada de ajedrez se juega por equipos de cuatro jugadores ¡ª o sea, hay ocho en cada encuentro, cuatro contra cuatro ¡ª Hauchard y Feller ten¨ªan un c¨®digo que asignaba una letra de la A a la H a cada uno de esos ocho jugadores, y un n¨²mero del 1 al 8 tambi¨¦n a cada de uno de los ocho jugadores.
Supongamos que el capit¨¢n quer¨ªa soplar al jugador que deb¨ªa mover una pieza a la casilla c2. Cuando le tocaba jugar a Feller, el capit¨¢n estaba andando alrededor de la mesa y se colocaba detr¨¢s de uno de los jugadores, el que representaba la letra c, y se quedaba un rato quieto ah¨ª. Y unos segundos despu¨¦s se mov¨ªa para ponerse detr¨¢s del jugador que representaba el n¨²mero 2, y as¨ª ya le estaba diciendo al tramposo que moviese una pieza a c2. De ese modo, Feller gan¨® la medalla de oro individual, con 6 puntos en nueve partidas (cinco ganadas, dos tablas, dos perdidas). A los pocos d¨ªas, la Federaci¨®n Francesa descubri¨® que Marzolo, utilizando un tel¨¦fono de la federaci¨®n, hab¨ªa enviado m¨¢s de 200 mensajes SMS al m¨®vil de Feller (en poder de Hauchard) durante el horario de las partidas.
Despu¨¦s los expertos de la federaci¨®n analizaron cuidadosamente todas las partidas de Feller en la Olimpiada, y llegaron a la conclusi¨®n de que demasiadas jugadas coincid¨ªan con las recomendaciones de los mejores programas en posiciones muy complicadas, que requieren un c¨¢lculo muy preciso. Ciertamente, es probable que Feller no hiciera trampas en todas las partidas, y tambi¨¦n cometi¨® errores, pero alguno de ellos (mover una torre a una casilla en lugar de la otra torre) bien podr¨ªa deberse a un fallo en su m¨¦todo de comunicaci¨®n con Hauchard. La Federaci¨®n Francesa impuso cinco a?os de sanci¨®n a Feller y Marzolo, y tres a Hauchard. Pero Feller, que neg¨® todas las acusaciones y las achac¨® a una venganza del presidente de la federaci¨®n por motivos pol¨ªticos, apel¨® a la justicia ordinaria, que anul¨® el castigo por defectos de forma. Sin embargo, la Comisi¨®n ?tica de la Federaci¨®n Internacional (FIDE) sancion¨® en 2012 a los tres jugadores a no poder participar en ninguna competici¨®n oficial durante dos a?os y nueve meses.
Una versi¨®n muy similar a este texto fue publicada por su autor en el libro ¡®Ajedrez y Ciencia, pasiones mezcladas¡¯ (Editorial Cr¨ªtica, 1? edici¨®n en 2012).
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