Sergio Ramos y Piqu¨¦, Tango y Cash

Para todos aquellos que no hayan visto este cl¨¢sico del cine de acci¨®n de finales de los ochenta o simplemente no lo recuerden, por las razones que sean, improvisar¨¦ una peque?a sinopsis que pueda ayudar a comprender el sentido de esta analog¨ªa: harto de que los dos polic¨ªas m¨¢s famosos de la ciudad desbaraten sus planes, un jefe mafioso urde un elaborado plan que termina con ambos en la c¨¢rcel acusados por un delito de corrupci¨®n. Totalmente antag¨®nicos en sus personalidades y procederes, Tango y Cash deber¨¢n unir fuerzas para salir de la prisi¨®n, desenmascarar al conspirador y limpiar su nombre. Casi al principio del filme y por esa costumbre del cine americano de presentar a los h¨¦roes en una situaci¨®n tan rocambolesca como predecible, ambos se encuentran y se reconocen en una oscura habitaci¨®n, apunt¨¢ndose con sus armas, frente a frente.

- No te metas, llevo dos meses con este caso.

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- Eso demuestra lo idiota que eres; yo solo llevo media hora y aqu¨ª estoy, contigo.

Una jornada m¨¢s, casi como de costumbre, Gerard Piqu¨¦ y Sergio Ramos han vuelto a demostrar sus galones y certificados oficiales que los acreditan como los dos mejores defensas centrales de la Liga, por mucho que sus detractores se empe?en en restarles m¨¦ritos y agrandar sus errores. De hecho, yo soy de la opini¨®n que el catal¨¢n y el sevillano son los dos mejores zagueros del planeta sin posibilidad de discusi¨®n, ungidos desde la cuna por todos los dones que un defensa moderno necesita para realizar bien su trabajo: un manejo del bal¨®n excelente, velocidad, contundencia, hambre, aplomo, coraje¡­ No se me ocurre ning¨²n otro que pueda compararse siquiera con la sombra de alguno de ellos.

En el duelo del Bernab¨¦u todo ocurri¨® por obra y gracia de Sergio Ramos, el h¨¦roe indiscutible de las dos ¨²ltimas Ligas de Campeones conquistadas por el Real Madrid. Comenz¨® el partido capeando el empuje inicial del Submarino amarillo, regal¨® un penalti por mano sobre la l¨ªnea del ¨¢rea, y ¨¦l mismo se encarg¨® de nivelar el resultado con un cabezazo imperial, el en¨¦simo de su carrera. Por su parte, Gerard Piqu¨¦ volvi¨® a encargarse de sostener ¨¦l solo a su equipo cuando el partido parec¨ªa ponerse cuesta abajo para los intereses del rival. Algunos le achacar¨¢n parte de culpa en el gol de Correa pero casi nadie tiene en cuenta la doble labor a la que obliga ser el l¨ªder de la defensa en este Bar?a: apagar el fuego enemigo y tambi¨¦n el que provocan algunos de sus propios compa?eros.

Como Tango y Cash, nuestros h¨¦roes de pel¨ªcula, hablamos de dos personajes opuestos y apuestos que apenas tienen en com¨²n poco m¨¢s que una destreza apabullante para desempa?ar el oficio, dos genios al servicio de otros genios que apenas logran poner de acuerdo a m¨¢s seguidores que los propios por una simple y llana raz¨®n: el color de sus camisetas.

- ?Me conoces?

- He o¨ªdo decir que eres el segundo mejor poli de la ciudad.

- ?Qu¨¦ casualidad! Yo he o¨ªdo lo mismo sobre ti.