Todos somos Cruyff
Johan Cruyff circulaba por Barcelona con la misma sonrisa que aparcaba en el Camp Nou. Nunca necesit¨® un GPS ni un Google Maps sino que en su empe?o por encontrar el camino m¨¢s r¨¢pido para llegar al estadio, calcul¨® que si segu¨ªa una determinada ruta despu¨¦s de un sem¨¢foro rojo llegaban siempre dos en verde y el camino se hac¨ªa m¨¢s f¨¢cil para acceder a las instalaciones del Bar?a. Incluso cruz¨® alguna apuesta ante quienes discut¨ªan una tesis que solo se cumpl¨ªa precisamente cuando el conductor era el entonces entrenador del Barcelona.
As¨ª funcionaba Cruyff. ¡°El cerebro de mi padre nunca dorm¨ªa, de manera que siempre iba un paso por delante de los dem¨¢s¡±, sostiene su hijo Jordi, el portavoz del legado de su padre como ciudadano, como persona y como figura universal, capaz de dejar huella incluso en un pa¨ªs tan poco futbol¨ªstico como Estados Unidos. Cruyff no se llev¨® ninguna pelota de Am¨¦rica sino que se qued¨® con las claves del negocio del deporte, y de la industria del entretenimiento, y aprendi¨® a descifrar el b¨¦isbol, consciente de que quien entiende sobre un deporte tan complejo siempre ser¨¢ capaz de explicar el f¨²tbol en cualquier campo de Europa.
La opini¨®n m¨¢s banal y discutible se convert¨ªa en un argumento irrefutable en boca de Cruyff, incluso cuando defend¨ªa que el blanco no es un color, ni que fuera para hablar del Madrid sin citar al Madrid. Cruyff impregn¨® con su olor la Liga, el Camp Nou y la Copa de Europa despu¨¦s de elogiar el olor a limpio de los vestuarios del Ajax y de Holanda.
No tuvo m¨¢s c¨®mplice que el bal¨®n, de manera que discuti¨® a menudo con quienes reglamentaban el juego y, por supuesto con los directivos, tanto en Holanda como en Barcelona. Los intereses han provocado que el cruyffismo haya sido difundido m¨¢s y mejor por los conversos que por los amigos, tambi¨¦n los de su infancia en ?msterdam. Nunca admiti¨® medias tintas y por tanto siempre fue un radical, circunstancia que explica la admiraci¨®n que ha provocado en figuras como Guardiola. Cruyff se distingui¨® siempre por detectar el talento y consecuentemente su legado sobrevive a la persona, recordada en audiovisuales como el Gr¨¤cies Johan emitido recientemente por TV3.
A la palabra de Cruyff se a?ade ahora un libro de su pu?o y letra, como cuando ejerc¨ªa de columnista, or¨¢culo del Bar?a y de Holanda. La vida en el Camp Nou no hubiera sido igual sin el dream team, sin sus consejos a Rijkaard, tampoco sin sus trifulcas con Van Gaal, y menos sin su apoyo a Guardiola. No es casualidad que sean el propio t¨¦cnico del City y su hijo Jordi quienes ma?ana presenten su autobiograf¨ªa, un libro que solo se puede leer como corresponde si se imita la voz del propio Cruyff. Todo el mundo ha querido ser un d¨ªa Johan Cruyff.
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