Argentina vive de Messi y gana a Colombia
El delantero del Barcelona rompe a Colombia con un gol y dos asistencias
A Messi le sienta bien encontrarse mal la vigila de los partidos importantes como el que le enfrentaba a Colombia. A la que se especula sobre sus v¨®mitos, como ocurri¨® en el viaje hasta San Juan, cuando se pregunta por su salud, si se duda de su forma, acostumbra a responder con una actuaci¨®n solemne, suficiente para disimular las carencias estructurales de cualquier equipo o selecci¨®n, disuasiva para rivales que cierran mal como Colombia.
Argentina, 3; Colombia, 0
Argentina: Romero; Mercado, Otamendi, Funes Mori, Mas; Mascherano, Biglia; Messi, Banega (Enzo P¨¦rez, m. 62), Di Mar¨ªa (Acu?a, m. 85); y Pratto (Higua¨ªn, m. 78). No utilizados: Rulli, Guzman; Zabaleta, Ag¨¹ero, Correa, Roncaglia y Pizarro.
Colombia: Ospina; Arias; Davinson S¨¢nchez, Jeison Murillo, Balanta; Carlos S¨¢nchez, Daniel Torres (Copete. M. 66), Wilmar Barrios (Barrios, m. 52); Cuadrado, Falcao (Bacca, m. 75) y James. No utilizados: Vargas, Gonz¨¢lez; Borja, Cardona, Muriel y Torres.
Goles: 1-0. M. 10. Messi. 2-0. M. 22. Pratto. 3-0. M. 84. Di Mar¨ªa.
?rbitro: Zambrano Olmedo (Ecuador) amonest¨® a Pratto, Mercado, James, Arias, Banega, Balanta, Funes Mori y Cuadrado.
Estadio del Bicentenario. Unos 25.000 espectadores.
Messi siempre reaparece a tiempo para ganar cada batalla aunque al final pierda la guerra con Argentina. Muy exigida por la clasificaci¨®n y retratada por Brasil, la Albiceleste precisaba de un triunfo terap¨¦utico para ganar tiempo y reafirmar la fe en su ¨ªdolo, Lio en Rosario y Leo en Barcelona. Messi fue en el Bicentenario de San Juan el mismo jugador que en el Camp Nou: un 10 que resuelve desde el puesto de 7.
No solo son sensaciones sino que los datos reafirman el protagonismo del capit¨¢n de Argentina: ha participado en 10 de los ¨²ltimos 12 goles. La Pulga reaccion¨® estupendamente y Bauza se corrigi¨® bien con los cambios: Pratto siempre responde; Banega tiene por lo menos presencia y apenas hubo noticias de Mercado porque James pas¨® de puntillas por el partido, enfadado con el ¨¢rbitro y con el mundo, desquiciado; y Messi estuvo de 10.
A Messi le reciben siempre con una falta, en campo contrario, como ocurri¨® con Fernandinho en Brasil, o en casa, volteado en San Juan por Balanta. Los zagueros sienten la necesidad de intimidar, hacerse respetar, y procuran asustar al 10. La falta funciona como una tarjeta de presentaci¨®n que habitualmente no desestabiliza a Lio. La mayor preocupaci¨®n de Messi es conectar con sus propios compa?eros de la Albiceleste.
Y Messi no par¨® quieto en la banda, mientras Cuadrado se abr¨ªa poderoso por el costado derecho del ataque de Colombia. El duelo se decant¨® muy pronto a favor del capit¨¢n de Argentina. Fue un alivio para la Albiceleste que el rosarino se ofreciera, pidiera la pelota, regateara, cambiara el juego y desequilibrara con sus conducciones, defendido por Balanta, un central reconvertido en lateral, necesitado de ayudas como la de Wilmar Barrios.
Ya superado Balanta, incapaz de cerrar por dentro, a Barrios no le qued¨® m¨¢s remedio que derribar a Messi y el 10 clav¨® el libre directo al ¨¢ngulo izquierdo de Ospina. El delantero le peg¨® duro y colocado desde la frontal del ¨¢rea, imposible para el portero de Colombia. El golazo destens¨® a la agarrotada Argentina. No es lo mismo jugar con un gol en contra que a favor ni tener activado o aislado a Messi.
El 10 se sali¨® de la emboscada del centro del campo, indetectable para los volantes colombianos, y marc¨® las diferencias desde el extremo derecho, como si jugara con la zamarra del Barcelona. Messi ha decidido infinidad de partidos en el Camp Nou con un gol de falta y dos asistencias como hizo en el Bicentenario de San Juan. El toque fue preciso y oportuno, suficientemente curvado para que cabeceara Pratto en el 2-0.
Nadie pone los centros como Messi. Y el Tanque cruz¨® muy bien el cuero al rinc¨®n, dif¨ªcil de defender para Ospina. Las apariciones del 10 fueron terminales para Colombia, que parec¨ªa funcionar mejor como equipo que Argentina. El problema para los muchachos de Pekerman era que cada vez que su discurso futbol¨ªstico parec¨ªa cuajar, aparec¨ªa Messi con un regate, un sombrero, un toque, suficiente para dar un respiro a Argentina.
Partido disparatado
Colombia no defend¨ªa bien y atacaba mal, no tuvo m¨¢s jugador importante que Cuadrado, reducido a ¨²ltima hora por Funes Mori, que puso la mano con la complicidad del colegiado Ronny Zambrado. No vio penalti el ¨¢rbitro y Argentina fue saliendo de su cancha con el correcaminos de Di Maria y la presencia de Messi. Las aceleraciones y los gestos t¨¦cnicos del 10 ayudaron a digerir el partido disparatado y sin hilo de San Juan.
A Argentina le cuesta jugar a f¨²tbol y tiene serias dificultades para reponerse cuando el resultado le es adverso, como pas¨® en Brasil. A favor de marcador, en cambio, se desenvuelve mejor y Messi irrumpe por cualquier sector de la cancha, favorecido por la necesidad de atacar que tiene el rival, ayer Colombia. No hay manera de que el argentino Pekerman le gane un partido a la Albiceleste.
Las conducciones de Messi, que siempre encuentra soluciones a los problemas grandes y peque?os, ayudaron a mantener la atenci¨®n sobre un encuentro que decay¨® con el paso del tiempo, resuelto antes de alcanzar el descanso con dos acciones del capit¨¢n de la Albiceleste. Y Messi quiso que la funci¨®n acabara como empez¨®, con una jugada muy suya: un taconazo, un robo, y el toque final para Di Mar¨ªa a la red: 3-0.
Messi no ser¨¢ Maradona, pero Argentina vive del jugador de Rosario, el jugador que mejor responde cuando m¨¢s se duda, el rey de las batallas, dispuesto a volver a pelear por ganar la guerra de la Copa del Mundo. Y de la ilusi¨®n del 10 vive Argentina.
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