El cl¨¢sico de la paz de Tarradellas
Todo empez¨® con un Real Madrid-Zaragoza, en octubre de 1979, que termin¨® 3-2. La moviola demostr¨® que uno de los goles del Madrid hab¨ªa sido ilegal. La misma semana hubo junta directiva de la Federaci¨®n y Sisqu¨¦s, presidente del Zaragoza, se quej¨®. N¨²?ez sali¨® a su rueda diciendo que los ¨¢rbitros favorec¨ªan siempre al Madrid. Los presidentes del Valencia y el Almer¨ªa aprovecharon para exponer quejas de casos recientes en el mismo sentido. N¨²?ez se vino definitivamente arriba y dijo que las Ligas estaban manipuladas en favor del Madrid desde tiempo inmemorial.
De Carlos se indign¨®. N¨²?ez y De Carlos hab¨ªan llegado casi simult¨¢neamente a las presidencias de Bar?a y Madrid, y el segundo, hombre de edad y de paz, se hab¨ªa esforzado en tener buenas relaciones con el Bar?a. Incluso viaj¨® a la victoriosa final de la Recopa en Basilea, donde lleg¨® a retratarse con una bufanda del Bar?a, lo que le cost¨® cr¨ªticas. Ahora se sent¨ªa mal agradecido por N¨²?ez, que por su parte no ten¨ªa el menor inter¨¦s de llevarse bien con el Madrid, sino lo contrario. Le abri¨® frentes en el arbitraje, en la televisi¨®n, en el baloncesto, en todo lo que pudo. Convencido de que el Madrid gozaba de grandes privilegios, su causa era combatirlos.
Las relaciones quedaron rotas, provocando una seria y duradera pol¨¦mica. Aquella tensi¨®n preocupaba a Adolfo Su¨¢rez, que en aquellos delicados a?os de la Transici¨®n tem¨ªa que las revueltas del f¨²tbol afectaran el complicado tejido que estaba hilando. La cuesti¨®n lleg¨® al Consejo de Ministros. Su¨¢rez decidi¨® buscar la complicidad de Josep Tarradellas, presidente de la Generalitat, cuyo regreso del exilio para ocupar ese cargo hab¨ªa sido una de las maniobras clave de aquel periodo. Le pidi¨® que le ayudara a acercar a ambos clubes antes del 10 de febrero, fecha en la que el Madrid ten¨ªa que visitar el Camp Nou. Su¨¢rez quer¨ªa un partido en normalidad, desde sus v¨ªsperas. Tarradellas acept¨® y se dispuso a mediar. La idea era que De Carlos acudiera al Camp Nou, invitado por N¨²?ez, para lo que antes era conveniente un encuentro de reconciliaci¨®n, con el propio Tarradellas de testigo.
Primero llam¨® a De Carlos, que le dijo que s¨ª. Estaba deseando encontrar alguna puerta por la que volver a la normalidad. Ya est¨¢ dicho que era un hombre de paz.
Pero con N¨²?ez le cost¨® m¨¢s. Le daba largas. Tarradellas acab¨® por enviar un comunicado al Bar?a, de gabinete a gabinete, en el que hac¨ªa constar que hab¨ªa tenido ya la ocasi¨®n de presidir, a t¨ªtulo honor¨ªfico, reuniones del consejo de las principales empresas catalanas y que aspiraba a presidir asimismo alguna reuni¨®n de la directiva del Bar?a. Pero ¡°eso deb¨ªa ser antes del pr¨®ximo Barcelona-Real Madrid¡±. N¨²?ez acept¨® de mala gana y organiz¨® una junta ex profeso, a las diez de la noche de un viernes, nueve d¨ªas antes del partido.
Tarradellas ten¨ªa ya 81 a?os. Se quej¨® del horario, pero accedi¨®.
La reuni¨®n me la describi¨® Ant¨®n Parera, a la saz¨®n joven gerente del club, y fue muy tensa. Tarradellas empez¨® agresivo, cortante. A Gaspart, el primero en tomar la palabra, le dijo que se ocupara de que en sus hoteles dieran mejores desayunos. A Guillem Chicote le record¨® que la empresa de la que era consejero delegado depend¨ªa de La Caixa, ¡°que yo presido¡±. Le par¨® los pies Ant¨®n Mar¨ªa Muntanyola, personaje de gran relevancia, miembro del Consejo Real y amigo de Don Juan. Le dijo con firmeza que hab¨ªan pasado cuarenta a?os soportando ciertas formas de trato que ya no estaban dispuestos a tolerar.
Tarradellas recul¨®. Incluso pidi¨® disculpas a Gaspart y Chicote. Pero enseguida lanz¨® un ¨®rdago: ¡°Justo antes de entrar aqu¨ª he enviado un comunicado anunciando que el mi¨¦rcoles habr¨¢ encuentro con De Carlos en la Generalitat, que ustedes estaban de acuerdo, y convocando a ¨¦l a la prensa. Ustedes pueden decir que he mentido, pero ?a qui¨¦n va a creer la gente, a ustedes o a m¨ª? Ahora les dejo reflexionando. Yo me voy con el gerente, si ¨¦l tiene la amabilidad, para que me muestre ese proyecto de museo que tienen previsto, y al que la Generalitat est¨¢ dispuesta a apoyar en todo lo necesario¡±.
El presidente de la Generalitat tuvo que intervenir para que el Bar?a-Madrid de 1980 discurriese con normalidad
Tarradellas y Parera fueron al despacho de este, y all¨ª se quedaron, primero examinando el proyecto y luego charlando, hasta las cuatro de la ma?ana, cuando por fin termin¨® la junta y le dieron el s¨ª. Un s¨ª casi un¨¢nime. N¨²?ez se abstuvo.
El encuentro se produjo el mi¨¦rcoles, 6, en el Palau de la Generalitat. Despu¨¦s de tanto esfuerzo estuvo a punto de arruinarse, porque hab¨ªa niebla en el aeropuerto de Barajas. Asisti¨® tambi¨¦n Pablo Porta, presidente de la Federaci¨®n. N¨²?ez aparece muy serio en casi todas las fotos. Despu¨¦s, dir¨ªa que hab¨ªa aceptado por respeto a Tarradellas pero que no ten¨ªa de qu¨¦ arrepentirse, que no hab¨ªa pedido perd¨®n por nada y que seguir¨ªa en su lucha ¡°contra los privilegios de algunos en perjuicio de otros¡±. Por otra parte, el Bar?a estaba metido en m¨¢s problemas. Rif¨¦, el entrenador, estaba muy cuestionado, y no s¨®lo por los resultados. Se hab¨ªa producido un incidente period¨ªstico: Alex Botines, de la SER, hab¨ªa emitido una conversaci¨®n con ¨¦l (que Rif¨¦ dijo haber mantenido sin saber que iba a ser grabada) en la que el entrenador habl¨® del Bar?a como ¡°una casa de putas sin alma¡± y dej¨® en mal lugar a N¨²?ez. Este reaccion¨® retirando permiso para ir al Camp Nou a Botines y a su superior, el celeb¨¦rrimo Jos¨¦ Mar¨ªa Garc¨ªa. Del mismo encuentro sali¨® la decisi¨®n de levantarles a ambos el veto, que se estaba volviendo contra N¨²?ez.
Lleg¨® el partido el domingo 10. Se estableci¨® un protocolo para el palco, que ten¨ªa cinco asientos en el espacio central, rodeado de dos pasillos de escalera. La idea era que se sentara en el centro Tarradellas, con N¨²?ez a la derecha y De Carlos a la izquierda. En los extremos, las se?oras de N¨²?ez y de Tarradellas. Pero a ¨²ltima hora, N¨²?ez lo cambi¨®. Coloc¨® a las dos se?oras a la derecha de Tarradellas, se puso ¨¦l a su izquierda y dej¨® el otro vac¨ªo. Mand¨® a De Carlos al otro lado del pasillo-escalera, con Pablo Porta.
El partido, al que asist¨ª, empez¨® con un claro penalti de Garc¨ªa Rem¨®n a Serrat que el ¨¢rbitro Fandos no se?al¨®. N¨²?ez se levant¨® como con un resorte y se march¨® escaleras arriba. Tras ¨¦l salieron los dem¨¢s directivos, dejando a Tarradellas en una situaci¨®n muy desairada. En el antepalco, N¨²?ez les pidi¨® que regresaran y as¨ª lo hicieron. M¨¢s tarde, ya calmado, baj¨® ¨¦l. La explicaci¨®n oficial a la espant¨¢ fue que hab¨ªa salido para ir al servicio.
La indignaci¨®n del palco y de las gradas se fue suavizando por los prodigios de Cunningham. Fichado por De Carlos por una cantidad que en su momento fue r¨¦cord en la historia del club, dio muy poco juego durante su estancia, pero ese d¨ªa hizo un partido de f¨¢bula. El p¨²blico barcelon¨¦s se volc¨® en aplaudirle, rendido por la belleza de su juego. Algo as¨ª como lo que pasar¨ªa a?os despu¨¦s en el Bernab¨¦u con Ronaldinho. Quedaron olvidados el penalti de Garc¨ªa Rem¨®n y otro, m¨¢s dudoso, por rebote del bal¨®n en la mano de Sabido.
El Madrid gan¨® 0-2. Todo el mundo sali¨® hablando de Cunningham, no del penalti. Tarradellas invit¨® a N¨²?ez y a su esposa a cenar a la Casa des Canonges, su residencia oficial, para hacerle patente su agradecimiento.
Salieron del palco del brazo, y cuentan que Tarradellas le dijo a N¨²?ez: ¡°Vos teni¨² ra¨®¡¡± (¡°Usted ten¨ªa raz¨®n¡¡±).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.