La tragedia y la gloria
Joost van der Westhuizen, s¨ªmbolo del rugby sudafricano y apoyo de Mandela tras el ¡®apartheid¡¯, fallece a los 45 a?os
Nunca en la historia un acontecimiento deportivo tuvo m¨¢s impacto en el destino pol¨ªtico de un pa¨ªs que la final del Mundial de rugby de 1995 entre Sud¨¢frica y Nueva Zelanda. Antes del partido el resultado parec¨ªa depender de Jonah Lomu, un fen¨®meno de la naturaleza neozeland¨¦s. Acab¨® siendo m¨¢s determinante el sudafricano Joost van der Westhuizen, que muri¨® esta semana a los 45 a?os despu¨¦s de seis a?os de lucha contra una cruel enfermedad.
La victoria sudafricana en Johanesburgo por 15 a 12 no solo uni¨® a un pa¨ªs racialmente dividido como ninguno sino que consolid¨® la legitimidad del nuevo presidente negro, Nelson Mandela, entre la poblaci¨®n blanca y, lo m¨¢s importante, elimin¨® de una vez y por todas la latente posibilidad de que surgiera un movimiento contrarrevolucionario terrorista de extrema derecha. Los jugadores sudafricanos, todos blancos salvo uno, se convirtieron aquel d¨ªa en actores pol¨ªticos, disc¨ªpulos y soldados de Mandela. Pocos influyeron m¨¢s en el resultado final que el gran medio-mel¨¦ conocido en el mundo del rugby simplemente como Joost (pronunciado ¡°Yust¡±).
Es verdad que el que marc¨® todos los puntos para Sud¨¢frica aquel d¨ªa fue otro, Joel Stransky, pero Joost fue casi igual de indispensable. Por dos razones.
Primero, la gran preocupaci¨®n de los sudafricanos antes de la final fue que Lomu los iba a masacrar de la misma manera que hab¨ªa masacrado a la selecci¨®n inglesa en la semifinal. Contra los ingleses, Lomu, una especie de locomotora humana, hab¨ªa sido como un adulto abus¨®n jugando contra un equipo de ni?os de diez a?os. Una vez que recib¨ªa el bal¨®n y entraba en carrera no hab¨ªa dios que lo parara.
A los diez minutos de comenzar la final contra Sud¨¢frica, Lomu recibi¨® el bal¨®n y entr¨® en carrera. Fue el momento definitivo del partido. Lomu evadi¨® un intento de placaje y, casi con desd¨¦n aunque se trataba del tambi¨¦n portentoso capit¨¢n sudafricano Francois Pienaar, evadi¨® otro. Toda Sud¨¢frica contuvo la respiraci¨®n. Y ah¨ª fue cuando apareci¨® Joost van der Westhuizen, un tipo alto y musculado en el mundo normal, un flaco huesudo en el mundo del rugby de primer nivel, una birria al lado de Lomu. El medio-mel¨¦ se lanz¨® a las piernas del gigante neozeland¨¦s y lo derrib¨® como un ¨¢rbol.
Mejor inyecci¨®n de moral para el equipo sudafricano imposible. Le perdieron el miedo a Lomu. Era humano. Si Joost lo pod¨ªa neutralizar (lo har¨ªa dos veces m¨¢s durante el partido), los dem¨¢s tambi¨¦n podr¨ªan. As¨ª fue. El impacto de Lomu acab¨® siendo m¨ªnimo.
La segunda intervenci¨®n decisiva de Joost fue en el momento culminante de la final, cuando el partido estaba empatado 12 a 12 en la segunda mitad de tiempo adicional. Aqu¨ª fue donde entr¨® en juego su inteligencia t¨¢ctica. El ¨¢rbitro pit¨® un scrum, o mel¨¦, cerca de la l¨ªnea neozelandesa. Pienaar le dio una orden a Van der Westhuizen. Que no pasara el bal¨®n a los tres cuartos. Stransky, el apertura, le dio otra. Que le diera el bal¨®n a ¨¦l: ve¨ªa una oportunidad de marcar con el pie, de colocar un drop entre los palos. Lo normal es obedecer las instrucciones del capit¨¢n. Joost se rebel¨®. Hizo lo que le pidi¨® Stransky y el resto es historia.
El nuevo himno
Un detalle para aquellos que han visto la pel¨ªcula Invictus de Clint Eastwood. El guion dice que, salvo Pienaar, los jugadores sudafricanos no quisieron aprender a cantar el nuevo himno ¡°negro¡±, Nkosi Sikelel¡¯i Afrika, introducido cuando Mandela asumi¨® la presidencia en 1994. La idea confeccionada por Hollywood fue, b¨¢sicamente, que eran unos racistas. En la vida real no fue as¨ª. Todos aprendieron la canci¨®n con entusiasmo, ninguno m¨¢s que Joost, que entendi¨® perfectamente el coraje con el que deb¨ªa cumplir la misi¨®n en ese Mundial de ayudar a Mandela a asentar los fr¨¢giles cimientos de la joven democracia sudafricana.
No se escondi¨® tampoco cuando fue diagnosticado con esclerosis lateral mmiotr¨®fica (ELA), una enfermedad gen¨¦tica y degenerativa que frena la capacidad del cerebro de enviar mensajes a los m¨²sculos. Aunque iba en silla de ruedas y apenas pod¨ªa hablar, insisti¨® en aparecer en p¨²blico en su pa¨ªs y por medio mundo dando a conocer su enfermedad e inspirando a los que la sufr¨ªan con ¨¦l. De pocos deportistas de ¨¦lite se puede decir que fueron atletas, personas y tambi¨¦n ciudadanos ejemplares. Joost can der Westhuizen, que vivi¨® la tragedia y la gloria en igual medida, fue uno de ellos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.