Viva la Copa
M¨¢s que una Copa fue el 'cop¨®n', una eliminatoria arrebatadora, tan tremenda como intrigante
M¨¢s que una Copa fue el cop¨®n, una eliminatoria arrebatadora, tan tremenda como intrigante, con idas y venidas, penaltis, expulsiones. Una trama con el motor de emociones a toda mecha. Un pulso tan vibrante y febril que dej¨® la sensaci¨®n de un mundo al rev¨¦s: el Bar?a es finalista con m¨¢s tachas que un Atl¨¦tico ca¨ªdo con la grandeza del genuino Atl¨¦tico de Simeone. Desde el intermedio del Calder¨®n solo un ratillo fue inferior a los azulgrana. El Bar?a, pese a estar en la final, tiene motivos presentes para inquietarse. El Atl¨¦tico tiene argumentos para reforzarse en la idea de lo que fue y ya no parec¨ªa ser.
Frente a las emboscadas colchoneras el Bar?a no encontr¨® una v¨ªa de evacuaci¨®n
De entrada, el campo de minas del Atl¨¦tico, invasor del territorio azulgrana en la primera media hora, no solo hizo mella en el Bar?a, sino que evidenci¨® por en¨¦sima vez el ant¨ªdoto contra los barcelonistas cuando no se alistan Iniesta y Busquets, los que junto a Guardiola y Xavi hicieron prevalecer el sector de medio campo. A partir de ellos, el eje ya nunca fue un simple apeadero, sino buena parte de la madre del cordero. Hoy, sin los actores principales, ya no es una zona de goce, sino de sufrimiento.
Partido a partido se acent¨²an los tramos de penuria de los de Luis Enrique para trenzar el juego de puerta a puerta. Frente a las emboscadas colchoneras, con orden y convicci¨®n, el Bar?a no encontr¨® una v¨ªa de evacuaci¨®n. Contracultural como ha sido en los mejores y recientes cap¨ªtulos de su historia, el riesgo t¨¢ctico est¨¢ en el gen del Barcelona. Y no han sido pocos los que ante tanta intrepidez han sufrido mal de altura, interiores, porteros y zagueros, obligados a jugar al l¨ªmite, con el pelotazo como pecado mortal. Se liber¨® Cillessen en la ida, y lo hizo Andr¨¦ Gomes en la vuelta. Tan de puntillas y rob¨®tico todo el curso, por una vez el luso se quit¨® los grilletes, se descamis¨®.
Relevo de Busquets en una posici¨®n muy cardiaca, dos audacias del portugu¨¦s rescataron a los locales. M¨¢s cohibidos a¨²n Denis y Rakitic, por fin un volante azulgrana se atrevi¨® a romper las l¨ªneas enemigas, lo que naturaliz¨® al Bar?a e hizo recular a los muchachos de Simeone. Durante los ¨²ltimos quince minutos del primer acto, pero suficiente para activar a Messi, al que nadie daba bola hasta entonces.
M¨¢s reconocible el Bar?a, ya enfocado Messi, lleg¨® el tanto de Luis Su¨¢rez. Un goteo de Leo vali¨® por una estupenda media hora de los visitantes, en la que solo hubo plano azulgrana para Cillessen, acorralado de pies y manos por un Atl¨¦tico en combusti¨®n, decidido, bizarro y muy estudioso. Ni una tacha hasta entonces, vencido de nuevo por la chistera ¨²nica de Messi y la punter¨ªa de Su¨¢rez.
Si Andr¨¦ Gomes fue el mensajero del genio en el primer episodio clave del choque, la destemplanza general marc¨® el dislocado tramo final. Se perturb¨® Sergi Roberto, se equivoc¨® un asistente al anular un tanto de Griezmann, se pas¨® de frenada Carrasco, tirit¨® Gameiro en el penalti y al ¨¢rbitro le dio un ataque de ¨¢rbitro. Un partido volc¨¢nico que merece un Viva la Copa.
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