Lo del Bar?a no fue un mal d¨ªa
Hace tiempo que ser el Barcelona no era suficiente
Por m¨¢s que se mourinhice Luis Enrique, el cataclismo del Bar?a en Par¨ªs no es lo que peor le retrata. La tacha no es el partido en s¨ª contra el PSG, sino que este no fuese accidental. Hace tiempo que el equipo estaba en alerta, que se le ve¨ªan costurones, por m¨¢s que a golpe de Messi o Luis Su¨¢rez maquillara m¨¢s o menos su tr¨¢nsito dom¨¦stico. Hace tiempo que ser el Bar?a no era suficiente. Hace tiempo que no daba con las soluciones para evitar el ant¨ªdoto rival de la presi¨®n alta para someter a Ter Stegen y colegas a una tortura. Hace tiempo que Sergi Roberto no es el Sergi Roberto que parec¨ªa encajar como lateral postizo. Hace tiempo que Umtiti no es el Umtiti fiable del inicio. Hace tiempo que no se sabe por qu¨¦ estuvo en el cuarto oscuro Aleix Vidal. Hace tiempo que no se adivina si al t¨¦cnico le gusta m¨¢s Andr¨¦ Gomes, Denis Su¨¢rez, Rakitic o Arda. Hace tiempo que Paco Alc¨¢cer solo es un extraviado telonero con el que no se cuenta ni como revulsivo ante un 4-0. Hace tiempo que Neymar se ha secado ante el gol...
Tiempo, tiempo, tiempo. Eso es lo que ha tenido Luis Enrique para intervenir y corregir. No supo vislumbrar que ni siquiera podr¨ªa bastar con Messi. De nada han servido la multitud de pistas que ha tenido el t¨¦cnico. Ganara o no, se las dieron el Alav¨¦s, en la primera vuelta de la Liga, el M¨¢laga, el Celta, el Betis, la Real, el Atl¨¦tico, el Athletic, el Sevilla¡ Ya fuera porque la plantilla no le convenciera o por miedo a desnaturalizar del todo a un club que ha hecho bandera del estilo, frente a tantos avisos solo hubo inmovilismo. No se introdujo un mecanismo corrector, pese a que fue el propio Luis Enrique quien, aturdido como nunca tras la sufrid¨ªsima vuelta copera con el Atl¨¦tico, reconoci¨® que para ¨¦l ser¨ªa una noche muy larga. Lo dijo ¨¦l, no un periodista de TV-3 o el Busquets que en Par¨ªs se vio ¡°superado t¨¢cticamente¡±. ?Quiz¨¢ porque el PSG deriv¨® el 51% de sus ataques por el costado d¨¦bil de Sergi Roberto? ?Quiz¨¢ porque nadie orden¨® un auxilio a Busi cuando Di Mar¨ªa o Draxler le buscaban una y otra vez la espalda y Cavani le arrestaba? ?Quiz¨¢ porque Emery se aplic¨® en deste?ir al Bar?a mientras Luis Enrique se dej¨® ir con el piloto autom¨¢tico? Sostuvo el m¨ªster que pas¨® del 4-3-3 al 4-2-3-1, pero que lo mismo hubiera dado hacer el pino. ?Y si mucho antes de la pirueta, mucho antes de Par¨ªs, hubiera existido un plan C?
A la vista del continuismo, cabe pensar que Luis Enrique ha querido que el Bar?a siga siendo el Bar?a sin admitir que ya no puede ser el Bar?a, al menos el Bar?a redondo que fue. Los fichajes no han calado, no dan para ser el genuino equipo barcelonista y tampoco para dar un viraje al modelo. Ni tienen la precisi¨®n de cirujano para gobernar el juego con la pelota cosida en zonas de riesgo, ni el colmillo suficiente para resetear al equipo, para darle otro cuajo a la espera de tiempos mejores.
Los azotes no son solo culpa del segundo pelot¨®n. Como se vio en la capital francesa, tampoco se ha cumplido la presunci¨®n de que con la vuelta de Iniesta y Busquets brotar¨ªa de nuevo el aut¨¦ntico Bar?a. Empe?ado en ser lo que quiz¨¢ ¨²nicamente puede ser, pero en versi¨®n rebajada, alguien, jugador o entrenador, midi¨® mal el regreso de Iniesta, que levit¨® de mala manera por el Parque de los Pr¨ªncipes. Como evidencia, su flojera en el segundo gol de Di Mar¨ªa, cuando abri¨® paso al argentino sin un simple soplido por el medio. Y no fue el ¨²nico caso de desplome. Llegado el d¨ªa, frente a un PSG tan estudioso como los equipos espa?oles que le han dado sofocos, pero con mejores jugadores, el Bar?a fue tan poco Bar?a que se vio al peor Messi que se recuerda. Esta vez no por pasivo, sino por err¨¢tico. Por no haber, no hubo ni remates o picaduras de Luis Su¨¢rez, limitado el ataque visitante, ?qu¨¦ paradoja!, a Andr¨¦ Gomes y Umtiti.
Migas y m¨¢s migas de que no fue un mal d¨ªa, sino el anunciado m¨¢s temprano que tarde. Esa es la mayor responsabilidad de Luis Enrique. Era lo que se avecinaba lo que debiera irritarle, no los enemigos imaginarios de TV-3. Esos, como otros tribuneros, no han sido su cruz, sino m¨¢s bien los que han puesto la cara ante tanto desaire del asturiano en su ruedo habitual con los medios. Los malditos contrincantes reales son esos empollones como Emery.
Por mucho que se desfogue en p¨²blico, es en el campo de entrenamiento donde se espera a Luis Enrique, con o sin malas pulgas. No es ventajismo ante la derrota, sino que es su hora. Siempre ha sido su hora, aunque haya dejado pasar el tiempo. Quiz¨¢ incapaz de retorcer la realidad, quiz¨¢ rendido al destino. Qui¨¦n sabe, pero a nadie le compete m¨¢s que a ¨¦l, en las buenas y en las malas. Incluso con el Messi de aquel enero de Anoeta, el imparable e impagable o el de Par¨ªs. Si Leo nunca debi¨® servir como ¨²nica coartada para ganar, tampoco para perder. ?Qu¨¦ pinta entonces el entrenador?
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