Bendito f¨²tbol, maldita pirotecnia
Tanta bronca arbitral no puede soslayar el pulso entre un Madrid abundante, un Bar?a con estrecheces y el efervescente Sevilla
Es tan at¨¢vica como delirante la capacidad del f¨²tbol para escupir al f¨²tbol. La coartada recurrente de los conspiranoicos que demonizan a los ¨¢rbitros, los comit¨¦s, las cavernas... Hasta meten en el lodo a operadores televisivos que no rebobinan las repeticiones a su antojo. El calenturiento clima es material nuclear para cazadores de aud¨ªmetros, click¨®metros, tuit¨®metros y dem¨¢s medidores del infernal ruido. El maloliente tufo soslaya la m¨¦dula del tinglado: el propio juego. Por ejemplo, los antag¨®nicos formatos con que transitan este curso el Real Madrid y el Barcelona. Quiz¨¢s sea ese el meollo, no una mano mal sancionada o una bolsita con pinsy otras baratijas.
Mientras todo se enfanga con deliberada intenci¨®n, valga un par¨¦ntesis para reparar en c¨®mo se manejan Zidane en la fertilidad y Luis Enrique en la estrechez. De un lado, Isco, a la sombra en Valencia y con luces en Vila-real, con los resultados conocidos, ofrece sobrados motivos futboleros para el debate. Morata lo mismo: solo Messi tiene mejor promedio goleador.
En el Madrid aprieta hasta el portero suplente y en el Bar?a nadie pide paso. Cada irrupci¨®n de Andr¨¦ Gomes es un incendio y de Alc¨¢cer no hay rastro. Tampoco han dado argumentos favorables Arda, Denis, Rakitic, Rafinha¡ El barcelonismo parece haber asumido que hay que tirar con lo que hay, los diez de carrerilla y el socio de Busquets e Iniesta que sortee el t¨¦cnico.
En el Real Madrid aprieta el segundo pelot¨®n, pero? en el Bar?a no hay suplente que, por ahora, pida paso
La segunda columna madridista lleva clara ventaja sobre la cul¨¦. Ello convierte a los de Zidane en un equipo m¨¢s diverso, con mayores teclas, y limita al de Luis Enrique a una ¨²nica ruta: Messi. El fen¨®meno se acent¨²a porque el blanco siempre fue un equipo menos definido, sin prioridad de estilos, mientras que la peculiaridad azulgrana hace indiscutible un determinado sello como santo grial. Cada cual tiene su apuesta y ambas pueden ser exitosas, como lo han sido hist¨®ricamente; por la parte del Bar?a, al menos desde el advenimiento de Johan Cruyff.
Con tanto cesto a su disposici¨®n, el m¨¢s copioso del Madrid en d¨¦cadas, Zidane, por mucho que tenga su once fet¨¦n, puede alternar. Si opta por un juego entre l¨ªneas tiene a Isco, incluso a James y Kovacic. De inclinarse por los extremos, Lucas. Y si remolonea Benzema o tienen cicatrices Bale o Cristiano, Morata. Con tal caladero, el equipo, con mayor o menor fortuna, puede correr con Bale, ir por el embudo central con Isco, tocarla con Kroos y Modric o recurrir con frecuencia al empuje de Marcelo y Carvajal. Sin abuso, no es un recurso vulgar. El Madrid tiene el mejor juego a¨¦reo del momento, con Ramos a la cabeza.
Sin el vivero adecuado, Luis Enrique ha padecido de lo lindo sin Busquets e Iniesta, para los que no dio con un relevo sostenible. Tampoco hay un Morata que al menos achuche a Messi, Neymar y Luis Su¨¢rez. Y los laterales no apremian, con Vidal en la enfermer¨ªa tras meses en el cami¨®n escoba, Sergi Roberto extraviado en un puesto postizo y, por lo visto estas semanas, Jordi Alba a rebufo de gente como Mathieu y Digne. Aun con el trueque t¨¢ctico del Calder¨®n, las rutas azulgrana son contadas.
Del ruido con los penaltis, los regalitos y otras zarandajas que se ocupe un simposio de psiquiatr¨ªa
Pese a los distintos muestrarios, ninguno ha maquillado del todo sus costurones. Lo pag¨® el Madrid en la Copa, en la que el Bar?a ha tenido un tr¨¢nsito meritorio por el cartel de sus adversarios: Athletic, Real Sociedad y Atl¨¦tico. En Europa, salvo asombroso prodigio, casi lo ha pagado el Bar?a, mientras ve mucho mejor horizonte el Madrid. En la Liga ambos se vigilan en la distancia corta sin perder de vista a ese palpitante Sevilla, tan reversible que lo mismo lo sujeta Nasri que Vicente Iborra.
Por todo ello, pese al empe?o de los pir¨®manos, nada m¨¢s excitante que asistir en los tres meses que restan para la clausura del curso a ese duelo entre Zidane, Luis Enrique y Sampaoli. Al reto del franc¨¦s para tocar con tino sus muchas partituras sin que nadie se deprima por el camino. Al pulso del asturiano por blindar una sonrisa de Messi con el amparo de un once y a la espera que alguien espabile en la segunda columna. Y al af¨¢n sevillista por convertir al sampaolismo en el nuevo cholismo.
Como habr¨¢ brotes de penaltis, bolsitas con regalitos, err¨¢ticos comit¨¦s, voceros destemplados y dem¨¢s zarandajas, de ello que se ocupe un simposio de psiquiatr¨ªa. Frente a la pirotecnia, f¨²tbol y m¨¢s f¨²tbol.
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