Real Sociedad-Eibar: Un derbi ¡®in extremis¡¯
El conjunto armero empata en el ¨²ltimo segundo un partido protagonizado por la lluvia y el ¨¢rbitro
Si no fuera por los espectadores, no esa ni?a que bajo el chaparr¨®n, mientras esperaba la foto con los futbolistas, extend¨ªa sus manos para ver rebotar el agua que ca¨ªa a c¨¢ntaros, se dir¨ªa que la lluvia bendec¨ªa la personalidad de un derbi guipuzcoano al que no pod¨ªa faltar para darle ese aire ¨¦pico y festivo a la vez que las circunstancias reclaman. Si no fuera porque el agua cuando cae bajo un tapiz como el de Anoeta pone zancadillas a los futbolistas cuando giran el cuerpo, el tobillo, y resbalan como un patinador sobre hielo. Eso le ocurri¨® a Ramis, todo un veterano que ha jugado en desiertos, carreteras y estanques, ante un centro de Odriozola que dej¨® solo a Juanmi para que cabecease con tanta comodidad como tino.
La lluvia s¨ª alter¨® el juicio de Undiano Mallenco, un ¨¢rbitro viejuno de esos que cuando arbitran un derbi imaginan batallas sangrientas, choques violentos, enajenaciones, alteraciones psicol¨®gicas, arengas guerreras que solo est¨¢n en su mente. A los 15 minutos hab¨ªa amonestado a cuatro futbolistas sin que hubiera existido patada alguna, agarr¨®n ninguno, braceo ni enganch¨®n. Solo puro autoritarismo. Undiano sac¨® los tanques sin que nadie hubiera declarado la guerra. La primera v¨ªctima fue Lejeune, a los 46 minutos por posar la mano en el omoplato de un rival. Segunda tarjeta y a la calle.
Como el Eibar hab¨ªa empatado en un cabezazo picado de Escalante en un c¨®rner de Pedro Le¨®n, como el Eibar hab¨ªa igualado, y superado en juego, a la Real, Undiano decidi¨® empatar su autoritarismo y tras Lejeune, se fue a la ducha Juanmi, que hab¨ªa sido amonestado por mostrar, tras su gol, una camiseta de homenaje a Pablo R¨¢ez y agarrar despu¨¦s a Pedro Le¨®n, Cuando se disparan tantas balas, las v¨ªctimas son inevitables.
La lluvia no alter¨® el ecosistema de la Real y el Eibar, aunque Mendilibar s¨ª modific¨® el paisanaje para oponer m¨¢s resistencia. Prescindi¨® de la potencia de Enrich y de la inteligencia de Adri¨¢n y eligi¨® la frialdad de Rivera y la rapidez de Pe?a ara gobernar el partido.
Curiosamente ninguno de los dos delanteros de referencia estaban en el campo: Willian Jos¨¦, lesionado, ni Enrich, no elegido. Cambio de delanteros: veloces frente a rompedores. Y en ese gr¨¢fico pareci¨® m¨¢s h¨¢bil el Eibar, con mejor despliegue, demasiado obtusa la Real, con Illarramendi oscurecido, Xabi Prieto perdido y Oyarzabal, ausente. M¨¢s din¨¢mico, el Eibar amenaz¨® con m¨¢s insistencia a la Real, aunque hasta el empate de Escalante, los disparos fueron al aire, salvas m¨¢s que tiros. Pero el empate hac¨ªa justicia al juego que transcurr¨ªa alrededor y al margen de Undiano, convertido en un centrocampista agresivo.
Pod¨ªa pasar cualquier osa. M¨¢s a¨²n cuando cay¨® Lejeune. Y, m¨¢s a¨²n, cuando cay¨® Juanmi. La protesta pudo con el argumento. Ni el ¨¢rbitro entendi¨® a los jugadores (absolutamente lejanos del partido bronco que dibujo con el silbato), ni los futbolistas entendieron a un ¨¢rbitro que disfruta ejerciendo la autoridad. Y en ese cambio de planes, salio perdiendo el Eibar que perdi¨® la br¨²jula, el orden y la consistencia. Cierto que pudo adelantarse con un penalti no se?alado a Yuri, por mano clara que Undiano a un metro no vio, pero no era menos cierto que la Real parec¨ªa tener un mejor gobierno del partido.
El de Yuri fue un penalti claro, perdido entre la cortina de agua; el de Yoel a ??igo Mart¨ªnez se col¨® entre las pesta?as cuando pareci¨® m¨¢s discutible, m¨¢s imperceptible. Lo aprovech¨® Vela poniendo la pelota en el rinc¨®n de las agujas de la porter¨ªa a donde no lleg¨® el hilv¨¢n de Yoel. Ah¨ª parec¨ªa que mor¨ªa el r¨ªo, pero quedaba la ¨²ltima marea. Y un partido accidentado ten¨ªa que acabar con un accidente: el de Rulli al tragarse un disparo manso y centrado de Pedro Le¨®n en el minuto 93. Y segu¨ªa lloviendo. La ni?a meti¨® las manos en los bolsillos. Como Rulli.
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