El Atl¨¦tico de Madrid pasa contra el Bayer Leverkusen en modo Simeone
El Atl¨¦tico administra el 2-4 de la ida y se clasifica para cuartos con un 0-0 y un partido reserv¨®n desde la alineaci¨®n y los cambios
Un tanto reserv¨®n desde la alineaci¨®n, el planteamiento y los cambios, jugando a administrar la ventaja obtenida en Leverkusen, el Atl¨¦tico certific¨® su pase a cuartos de final. Es el suelo marcado en la era Simeone desde que el club regres¨® a la Champions hace cuatro temporadas. Desde entonces siempre ha estado como m¨ªnimo entre los ocho mejores equipo del continente. El pase fue una piedra m¨¢s en ese asentamiento entre la ¨¦lite del f¨²tbol europeo, aunque falt¨® alegr¨ªa. F¨²tbol tuvo poco el Atl¨¦tico. Tanto que fue Oblak el que desperez¨® a la hinchada. Tres paradas consecutivas del meta esloveno en la misma jugada, un mano a mano con Brandt y los dos rechaces para fusilarle que se le quedaron a Volland, pusieron en pie al Calder¨®n. Simeone no quiso darle el gusto a su hinchada de disfrutar del regreso del ¨ªdolo tras su golpetazo de Riazor. Prefiri¨® antes mantener a Griezmann y dar entrada a Savic para meter a Gim¨¦nez de mediocentro y sacar Gait¨¢n por Correa. Esos cambios dejaron el rastro de un exceso de celo y explicaron el partido del Atl¨¦tico. No se concedi¨® una alegr¨ªa el t¨¦cnico, ni tampoco a su afici¨®n. El marcador se impuso al sentimiento y esta vez quiz¨¢ demandaba lo contrario.
Con m¨¢s atenci¨®n en no desordenarse, en no brindarle al Bayer Leverkusen la ocasi¨®n de recuperar en exceso el v¨¦rtigo que ten¨ªa con Roger Schmidt en el banquillo, el vigente subcampe¨®n tramit¨® el partido en punto muerto. Le vino bien esa intenci¨®n inicial anunciada por Tayfun de no ser ese conjunto alocado que golpeaba con siete y ocho jugadores descolg¨¢ndose tras robar la pelota en cualquier zona del campo. El resultado de la ida le exig¨ªa algo m¨¢s al Leverkusen. La castraci¨®n de esa identidad tan atrevida como vulnerable, que se mov¨ªa en una l¨ªnea delgada entre oleadas de presi¨®n, descargas pasionales y el suicidio defensivo le restaron ¨¦pica a su intento de firmar una proeza. Necesitaba un 0-3 y el Leverkusen se emple¨® de salida como si no necesitara tanto. El freno le dio para irse al descanso con el empate y para mostrar cierto manejo de bal¨®n entre Kampl, Brandt y Wendell. Arriba Chicharito burbujeaba por todo el frente de ataque. Del mexicano fue la primera maniobra destacable. Un giro en la frontal del ¨¢rea desde hilvan¨® un disparo raso demasiado cruzado.
El Atl¨¦tico se desempe?¨® en el modo Simeone m¨¢s italiano. Dos l¨ªneas de cuatro y a esperar una contra o un error. De nuevo, el t¨¦cnico volvi¨® a probar con Sa¨²l y Thomas y el resultado fue tan decepcionante como en Granada. El chico ralentiza demasiado el juego, traslada con exceso y no acaba de afinarse con la pelota. Tuvo combate y alguna acci¨®n de uno contra uno en la salida de bal¨®n interesante, pero necesita m¨¢s tranquilidad para asumir tanta responsabilidad. Antes de la media hora, como en Los C¨¢rmenes, Simeone rompi¨® la pareja. Esta vez fue Sa¨²l el que se recost¨® en la banda derecha para dar paso en el medio a Koke. Con este movimiento, El Cholo volvi¨® a la f¨®rmula de Leverkusen para medir a Sa¨²l en los balones largos con Wendell. Correa y Koke fueron los que exigieron a Leno. El primero tras una buena pared con Griezmann que defini¨® contra el pecho de Leno. Koke apur¨® al meta alem¨¢n con un disparo raso y cruzado. El argentino sigue anunciando grandes cosas cuando coge el bal¨®n, pero sigue qued¨¢ndose a mitad de camino. Esta vez no tiene la excusa de haber jugado en la banda. Jug¨® en punta a la altura de Griezmann y ense?¨® que le va m¨¢s el desorden a la carrera que el juego con exceso de tr¨¢mite.
En el segundo acto se vio a un Leverkusen m¨¢s decidido. Lanzado por Brandt, fue m¨¢s ambicioso que el Atl¨¦tico. En una vaselina cruzada de la Griezmann al poco de la reanudaci¨®n que se escap¨® por poco se quedaron los rojiblancos. La grada, adormecida porque su equipo le transmiti¨® muy poco, se calent¨® con Oblak y esa terna de paradas salvadoras. Quer¨ªa ver a Torres el personal, pero no estaba su entrenador por la labor. No le dio el gusto a una afici¨®n que quiz¨¢ hubiera encendido la mecha de un equipo que est¨¢ de nuevo instalado en ese escaparate de los ocho mejores equipos de Europa. El logro es muy meritorio, pero el Atl¨¦tico y sus aficionados presumen de ser algo m¨¢s que un marcador o una clasificaci¨®n para octavos de la Champions.
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