Federer abruma a Nadal en Indian Wells

El ranking podr¨¢ decir lo que quiera, que Andy Murray es hoy d¨ªa el tenista m¨¢s fuerte y que ¨¦l es ahora mismo el n¨²mero 10, en realidad un n¨²mero ficticio, porque en lo intangible seguramente no haya ning¨²n jugador ni un representante tan magn¨¢nimo como ¨¦l, Roger Federer. Para el tenis, para el deporte, poder contar con el suizo es un verdadero privilegio, porque de lo contrario se hubiera privado al aficionado de un espect¨¢culo como el de Indian Wells. El suizo derrot¨® en los octavos a su n¨¦mesis, Rafael Nadal (6-2 y 6-3, en 1h 07m), con una exhibici¨®n contundente y pl¨¢stica, merecedora de todo reconocimiento. Gan¨® Federer y logr¨® algo que no hab¨ªa conseguido en toda su carrera, derribar tres veces consecutivas (Basilea 2015, Australia 2017 y la presente) al de Manacor, y lo que se presupon¨ªa como otro duelo tit¨¢nico qued¨® en un mero tr¨¢mite.

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Lo advert¨ªa el suizo la velada anterior: esta vez, nada de estirar el pulso ni darle emoci¨®n con puntos de giro y subidas y bajadas, como en aquella noche de Melbourne, hace un par de meses. De eso nada. Sali¨® Federer a la pista como si se hubiese aplicado una inyecci¨®n de adrenalina, el¨¦ctrico e hipermotivado, como ese p¨²gil que busca el ko desde el primer golpe, al m¨¢s puro estilo Tyson. Aunque su porte estiloso evoca m¨¢s a Ali, en esta ocasi¨®n ni revolote¨® ni especul¨®. Encontr¨® la mand¨ªbula de Nadal desde el primer juego y a partir de ah¨ª infligi¨® un severo castigo, abrumador e incluso cat¨¢rtico, porque parece que ya no teme al drive del espa?ol. Desprende la sensaci¨®n Federer de que una vez que obtuvo su 18? t¨ªtulo del Grand Slam, habi¨¦ndose demostrado que pod¨ªa hacerlo, al menos una vez m¨¢s, se liber¨® de toda carga.

El suizo complet¨® un primer parcial sencillamente perfecto. Firm¨® 15 ganadores y err¨® solo seis bolas. Mientras, Nadal asisti¨® en primera fila al show, porque hac¨ªa mucho que no se le ve¨ªa as¨ª de entregado. Federer le jug¨® todo el rato a uno o dos tiros y bajo ese esquema abreviado el balear padeci¨®. No encontr¨® ninguna v¨ªa Nadal e incluso se equivoc¨®, porque insisti¨® demasiado en el rev¨¦s de su rival. Pens¨® que recurriendo a la vieja f¨®rmula, aquella con la que torpede¨® el imperio de Federer, podr¨ªa escapar al asedio, pero no fue as¨ª. Del mismo modo que el suizo parece haber rejuvenecido una d¨¦cada, su reverso (12 ganadores) vuelve a seccionar como una catana, as¨ª que a cada derecha del espa?ol replic¨® con un rev¨¦s mucho m¨¢s poderoso.

Arranc¨® el partido con un break y desde entonces Federer ofreci¨® un recital de tiros, a cada cual m¨¢s supers¨®nico. Quebr¨® por segunda vez, para 4-1, y para entonces el rostro de Nadal ya lo dec¨ªa todo. Percut¨ªa su rival y ¨¦l estaba grogui. Poco que hacer ante un tenis tan majestuoso. Y es que el de Basilea tiene ese extraordinario don de convertir la acci¨®n m¨¢s compleja en el fotograma m¨¢s est¨¦tico, de transformar un violent¨ªsimo correctivo en un sutil ejercicio con la raqueta. En un meneo amable. Consigui¨® someter por completo a Nadal, el hombre que nunca vuelve la cara, por muy hostil que pueda ser la situaci¨®n. Sin embargo, anoche no tuvo opci¨®n alguna porque Federer no le dej¨® jugar y firm¨® su segundo resultado m¨¢s abultado ante el de Manacor; solo en 2011, en la Copa de Maestros, obtuvo uno m¨¢s amplio: 6-3 y 6-0.

?Cuatro 'breaks'... y un mon¨®logo

No dio en ning¨²n momento el espa?ol la sensaci¨®n de poder discutirle lo m¨¢s m¨ªnimo el triunfo, ni siquiera de arrebatarle un set o de ara?arle el saque, porque la de Federer fue una clase magistral. El suizo (35 a?os) jug¨® como si delante hubiera tenido a un sparring, y no a un ganador de 14 grandes, al adversario que en el pasado le condujo hacia la m¨¢s absoluta frustraci¨®n. No titube¨® ni un pelo el helv¨¦tico, categ¨®rico y directo (26 winners). Le rompi¨® el servicio por tercera vez, en el tercer juego del segundo set, y cerr¨® el enfrentamiento con otro break. Nadal tan solo miraba al tendido en busca de alguna explicaci¨®n oportuna, aunque era muy consciente de la respuesta. Federer, a estas alturas, despu¨¦s de un proceso evolutivo digno de estudio, parece haberle cogido la medida y lo plasm¨® en su mon¨®logo.

Solo una vez, en la Copa de Maestros 2011, el espa?ol encaj¨® una derrota m¨¢s abultada ante el suizo (6-3 y 6-0)

En los cuartos, enfrente de ¨¦l estar¨¢ el inefable Kyrgios, el chico malo, el jugador que se ha saltado a la torera todas las normas en los dos ¨²ltimos a?os; el tenista que, de tener un poquito m¨¢s de cabeza, ya hubiera logrado probablemente mucho m¨¢s de lo que ha conseguido hasta ahora; esto es, tres t¨ªtulos de escalaf¨®n bajo (Tokio, Atlanta y Marsella). El caso es que al australiano le hast¨ªa la rutina de su deporte, as¨ª que cuanto m¨¢s grande el reto m¨¢s se enchufa. Y, claro, esta vez estaba delante Djokovic, hoy d¨ªa taciturno y descentrado, como si hubiera pinchado y perdido todo el aire el serbio, campe¨®n en Indian Wells los tres ¨²ltimos a?os. Como ya pasase en Acapulco (cuartos), volvi¨® a ceder ante el bad boy y este (21 a?os, 16 de la ATP) se regal¨® otra jornada de gloria en los cuartos.

Al otro lado estar¨¢ Federer. Y en las gradas californianas (los m¨¢s afortunados) o a trav¨¦s del televisor (el resto de los mortales), todo el mundo disfrutando de ¨¦l, el gran genio del rev¨¦s imperecedero.