Una receta sencilla para callar a Piqu¨¦
El oficio de periodista nos obliga a muchas cosas, entre otras a preguntar sobre lo que ya sabemos
Con perd¨®n, Piqu¨¦ es el Dal¨ª del f¨²tbol. Le preguntas y ¨¦l se lanza. Su mujer, Shakira, dice que es una persona sensata. Seguro que porque en casa ella no le pregunta por el Madrid.
Piqu¨¦ es un aficionado al f¨²tbol que tiene dos privilegios: viste de azulgrana y de rojo. A la roja la pusieron de blanco el martes, en Par¨ªs, ya es mala pata. El partido fue bueno, Piqu¨¦ estuvo muy bien a tenor de las cr¨®nicas. Los periodistas luego coincidieron con ¨¦l en una vieja ceremonia, la entrevista. En lugar de preguntarle ¡°?justo el resultado?¡±, como antiguamente, entraron en sus temas recurrentes. Madrid-Bar?a, los colores, el PSG, los ¨¢rbitros¡, y todo fue creciendo hasta ocupar el palco del Madrid, que es un terreno novelesco.
De hecho ese palco aparece ahora en una novela de Manuel Vicent que contiene, nada m¨¢s entrar en materia, una frase por la que a Piqu¨¦ lo hubieran crucificado. Dice Vicent en La regata: ¡°Nunca se les hab¨ªa visto juntos en fiestas o estrenos, ni siquiera en el palco del Real Madrid, donde se junta lo mejor y lo peor de cada casa¡±. A juicio del novelista, por tanto, ¡°hay lo mejor y lo peor¡±. Lo que ha hecho Piqu¨¦ es seleccionar.
A Dal¨ª le preguntaban por cualquier cosa y hac¨ªa pal¨ªndromos nasales, y luego la prensa lo jaleaba. Era un genio y ¨¦l mismo lo dec¨ªa: ¡°Yo soy un genio¡±. En todos los idiomas. Y dec¨ªa lo que ya se sab¨ªa que iba a decir.
El oficio de periodista nos obliga a muchas cosas, entre otras a preguntar sobre lo que ya sabemos. Esta es, a mi juicio, una actitud noble, porque, aunque sepamos, los lectores tienen derecho a saber lo que sabemos. A veces abundamos en lo que ya se sabe, y esa ya es otra cuesti¨®n. Quien ignore que Piqu¨¦ va a contestar lo que ya contest¨® en circunstancias similares (siempre habr¨¢ un Madrid-Bar?a reciente, o una pol¨¦mica al respecto), o que considere que Sergio Ramos no le va a responder, o que la prensa de un lado lo va a defender y la del otro lado va a afilar las u?as contra ¨¦l, es que no cultiva la hemeroteca, de papel o iluminada. Ya es cansino el asunto, y hay que buscarse recetas para hacer callar a Piqu¨¦. Yo tengo una.
Es muy simple. En el caso que nos ocupa, su trabajo en la selecci¨®n espa?ola, donde es extremadamente correcto y eficaz, imagino que habr¨ªa un torrente de preguntas sobre el porvenir del cuadro de Lopetegui. En el caso de su equipo, el Bar?a, hay tambi¨¦n un espacio abierto a la curiosidad mundial. De resto, ?de qu¨¦ m¨¢s va a hablar Piqu¨¦?
Pero la receta m¨¢s adecuada para que no siga hablando Piqu¨¦, es no preguntarle a Piqu¨¦ por lo que ya dijo Piqu¨¦. ?O creemos que una luz cegadora ha bajado del cielo y va a decir alg¨²n d¨ªa algo que le convenga a los o¨ªdos del palco o de la grada del Real Madrid? No le pregunten a Piqu¨¦ y callar¨¢ Piqu¨¦.
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