Un 3-6 en Chamart¨ªn con danza de Ben Barek
El Madrid-Atl¨¦tico de 1950 se record¨® durante d¨¦cadas como un derbi trepidante, con sus nueve goles y un penalti fallado
Para Sergio Nieto, socio n¨²mero 1 del Madrid, es un mal recuerdo. Para Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez, socio n¨²mero 1 del Atl¨¦tico, al rev¨¦s: una evocaci¨®n feliz. Los dos acudieron aquel 12 de noviembre de 1950 a Chamart¨ªn. El Atl¨¦tico era campe¨®n vigente de Liga, su tercer t¨ªtulo en la competici¨®n desde la Guerra. El Madrid no hab¨ªa vuelto a ganar la Liga desde la Rep¨²blica. Incluso hab¨ªa pasado sus apuros, porque la construcci¨®n del nuevo campo (1947) impuso gastos que le privaron de buenos fichajes.
Pero Bernab¨¦u, al que se tach¨® de megal¨®mano cuando hizo su gran campo, estaba demostrando que ten¨ªa raz¨®n. La gente iba, el zapato apretaba menos, llegaron fichajes. Hab¨ªa una gran pareja de ataque, Molowny-Pah¨ª?o. Al comienzo de la temporada 49-50 fich¨® refuerzos que sonaron bien: el catal¨¢n Navarro (que llegar¨ªa a fifo), los franceses Hon y Luciano, el h¨²ngaro Nemes¡ ¡°Pero el Atleti era mucho mejor ¡ªreconoce Sergio Nieto¡ª. ?Menudo equipazo! Nosotros ten¨ªamos a Molowny y Pah¨ª?o. En aquel Atleti todos eran buenos. Y el entrenador, mejor a¨²n. Hasta que no vino Di St¨¦fano¡¡±.
El Atl¨¦tico manten¨ªa el equipo campe¨®n, con su fabulosa delantera Juncosa, Ben Barek, P¨¦rez Pay¨¢, Carlsson y Escudero. Se la conoci¨® como ¡°la delantera de cristal¡±, porque su predecesora hab¨ªa sido llamada ¡°de seda¡± y hab¨ªan salido al mercado unas medias de mujer llamadas ¡°de cristal¡±, que mejoraban las de seda.
Y segu¨ªa el entrenador, el genial Helenio Herrera. Por el contrario, el Madrid acababa de perder al suyo, el ingl¨¦s M¨ªster Keeping, que no hablaba ni papa de espa?ol. Le sustituy¨® Baltasar Alb¨¦niz. La cosa empez¨® bien: el domingo anterior al derbi, el Madrid gan¨® 2-5 en San Mam¨¦s.
HH sorprende a todos cuando da a elegir a los jugadores entre concentrarse en El Escorial o quedarse en sus casas. Deciden lo segundo, claro. Se toma como una muestra de liberalidad y confianza en tiempos en que eran ley las concentraciones para evitar trasnoches pecaminosos. El Madrid, por contra, se encierra viernes y s¨¢bado en el Hotel Avenida de Aranjuez, bajo una continua lluvia. Sus jugadores se aburren. En la calle se discute qu¨¦ es mejor.
La ma?ana del domingo amanece despejado. En las declaraciones previas se percibe alegr¨ªa en los atl¨¦ticos, que respiran libertad, y tedio en los madridistas, encerrados en su monoton¨ªa de lluvia tras las ventanas. La cita es a las cuatro, el ¨¢rbitro es Garc¨ªa Fern¨¢ndez. Alinean as¨ª: Real Madrid: Alonso; Oliva, Hon, Navarro; Mu?oz, Narro; Macala, Montalvo, Pah¨ª?o, Molowny y Arsuaga.
Atl¨¦tico: Domingo; Tinte, Riera, Farias; Silva, Mujica; Juncosa, Ben Barek, P¨¦rez Pay¨¢, Carlsson y Escudero. La defensa est¨¢ remendada, por las ausencias de Menc¨ªa y Lozano, pero de media para adelante el equipo es el de lujo.
El partido se recordar¨¢ durante d¨¦cadas como un derbi trepidante, con sus nueve goles y un penalti fallado. La defensa del Madrid quedar¨¢ marcada por sus fallos.
En el minuto 3 hay una llegada de Carlsson, que tira, rechaza Alonso y el bal¨®n le llega a Navarro; este se entretiene, se hace un l¨ªo y le acaba arrebatando el bal¨®n el propio Carlsson, que machaca de cerca: 0-1. En el 12¡¯, Mujica lanza un tiro defectuoso que recoge Carlsson para rematar desde cerca: 0-2. En el 15¡¯, Escudero lanza una falta sobre el ¨¢rea, Ben Barek se eleva y cabecea sin oposici¨®n: 0-3. En un cuarto de hora, el partido parece resuelto.
Pero, regalos atr¨¢s aparte, el Madrid est¨¢ jugando con coraje y a ratos con acierto. Bien Mu?oz, bien la dupla Molowny-Pah¨ª?o. Y el premio llega en el 18¡¯, cuando Pah¨ª?o persigue un despeje largo de Hon, llega con ¨ªmpetu a disputarlo entre Riera y Domingo y lo cuela por encima de este: 1-3. ?Hay partido!, piensan los madridistas. Pero el Atl¨¦tico recoge pronto el hilo. Mandan Silva, Mujica, Ben Barek y Carlsson, los dos medios y los dos interiores, ¡°el cuadrado m¨¢gico¡± de la WM, t¨¢ctica de la ¨¦poca. En el 25¡¯, Hon duda ante un bal¨®n alto al ¨¢rea, Alonso sale tarde y entre ambos se cuela P¨¦rez Pay¨¢, que supera al meta con una vaselina, luego deja caer el bal¨®n y lo cabecea a puerta vac¨ªa: 1-4. Y con esa diferencia se van al descanso.
La segunda mitad tambi¨¦n es imponente. El Madrid se rebela, el Atl¨¦tico controla. Mu?oz se agiganta, Molowny, que tiene una gran tarde, marca en el 62¡¯, en buen remate de cabeza, a centro de Montalvo: 2-4. ?Hay tiempo! Por primera vez, el Atl¨¦tico parece dudar y el Madrid es due?o del juego. En el 72¡¯, Montalvo arrebata un bal¨®n a Mujica y env¨ªa a Macala, que se escapa de Farias y bate a Domingo en la salida: ?3-4! Farias ten¨ªa una leve afecci¨®n hep¨¢tica y se pas¨® el partido pidiendo a su entrenador permiso para retirarse, sobre todo cuando el Madrid carg¨® el juego por ah¨ª. Pero no hab¨ªa cambios y HH era inflexible... ¡°Tuvimos un rato bueno en la segunda mitad, pero el Atl¨¦tico era m¨¢s compacto, se notaba la mano de HH¡±, insiste Sergio Nieto.
La euforia del Madrid dur¨® dos minutos. En el 74¡¯, una genialidad de Ben Barek deja solo a Escudero, que fusila a Alonso: 3-5. A¨²n puede el Madrid meterse otra vez en el partido cuando en el 86¡¯ hay penalti por mano de Farias. Lo lanza Pah¨ª?o, pero Domingo lo para: ¡°Vest¨ªa colores muy llamativos, el¨¦ctricos, y eso atra¨ªa la mirada de los chutadores, o eso se dec¨ªa¡±, explica Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez. El retorno de esa jugada cierra el partido: Carlsson culmina el contraataque con un centro al ¨¢rea, donde Ben Barek le gana a Oliva y cabecea el 3-6. Fin. Lo celebra con un baile in¨¦dito, brazos arriba, moviendo caderas y rodillas, los pies fijos en el suelo, mientras mira a la grada. Quiz¨¢ el m¨¢s lejano precedente de las celebraciones heterodoxas.
¡°Ben Barek era un genio, aunque no siempre jugaba igual. No llegamos a saber la edad que ten¨ªa. A veces se escond¨ªa donde no le pudieran enviar el bal¨®n. Pero cuando estaba bien era incontenible, y esa fue una de sus grandes tardes ¡ªdice Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez, que le recuerda con cari?o y orgullo¡ª. Fue el primero. Luego vinieron Kubala, Di St¨¦fano y todos los dem¨¢s, pero ¨¦l fue el primer genio que pis¨® nuestro f¨²tbol¡±.
El Atl¨¦tico repiti¨® t¨ªtulo. Bernab¨¦u trajo ese invierno otros dos extranjeros, Olsen e Imbelloni, pero ni as¨ª. S¨®lo cuando lleg¨® Di St¨¦fano cambiaron las cosas.
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