M¨®naco-Juventus: Higua¨ªn hace sombra al maravilloso Mbapp¨¦
El delantero argentino responde a la exhibici¨®n del franc¨¦s con dos goles
Gonz¨¢lo Higua¨ªn parec¨ªa cansado, sobrecargado y torpe. No llegaba al bal¨®n. No conectaba con los centros. Se tropezaba. Gesticulaba. El sudor le empapaba el pelo ralo y el rostro contra¨ªdo por los nervios. Parec¨ªa un delantero crepuscular en esos minutos iniciales del partido en los que, del otro lado de la cancha, deslumbraba el seren¨ªsimo Kylian Mbapp¨¦. Sin transpirar. Sin parpadear. Impasible entre explosiones de potencia y habilidad que desconcertaban a Bonucci, Chiellini y Barzagli, tres de los defensas m¨¢s expertos del mundo. El partido giraba en torno a las maravillas de este chico de 18 a?os, ¨²ltimo objeto de deseo de la industria del espect¨¢culo, cuando la acci¨®n se traslad¨® hacia la otra porter¨ªa. All¨ª apareci¨® Higua¨ªn, repentinamente en¨¦rgico, para meter el primer gol y celebrarlo como un salvaje frente a la curva donde rug¨ªa la hinchada visitante. Media hora despu¨¦s el argentino har¨ªa el 0-2 y pondr¨ªa a la Juventus en situaci¨®n privilegiada para sellar el pase a la final, dentro de una semana en Tur¨ªn.
Los partidos extremos emocionan porque suelen exponer la verdad. Separan lo que es aut¨¦ntico de lo que no, lo que es excelente de lo que no. Los rivales como la Juventus producen esta clase de partidos. Son un reactivo infalible. El material destinado a revelar los enigmas del f¨²tbol. Misterios como los del M¨®naco, club que ha asombrado en la Champions esta temporada, quedaron r¨¢pidamente resueltos en el curso de una hora. La trepidante velada del estadio Luis II confirm¨® que Mbapp¨¦ es un talento tan extraordinario como se?alan los pron¨®sticos m¨¢s exaltados. Esta verificaci¨®n, para desgracia del joven delantero franc¨¦s, estuvo acompa?ada por otras constataciones compensadoras. A saber, que al M¨®naco le falta una defensa y un mediocampo adecuado a la estatura de su ataque; que Buffon es el mago por excelencia de su oficio, que Dybala es un clarividente, y que el Barcelona cometi¨® un error imperdonable el d¨ªa que dej¨® marchar a Dani Alves.
La Juve se vio acorralada por un solo hombre. Tras el empuj¨®n inicial, un par de maniobras previstas desde la pizarra por Allegri con el objetivo de intimidar a un rival juvenil, Bonucci orden¨® la retirada general y los once jugadores de su equipo se formaron disciplinados alrededor de su ¨¢rea. Al M¨®naco le falt¨® precisi¨®n y velocidad en la distribuci¨®n para aprovechar el terreno cedido. Sus dos mediocentros, Fabinho y Bakayoko, no lograron superar las intercepciones de Marchisio, astuto como siempre en la selecci¨®n de los momentos y los lugares. Silva y Lemar tampoco entraron en juego con la continuidad necesaria. La situaci¨®n habr¨ªa resultado penosa para cualquier delantero, pero no para Mbapp¨¦ que en cuatro intervenciones sac¨® dos centros y dos remates feroces.
Pocas veces se vio a tantos veteranos arrinconados por un futbolista tan joven. Le bastaron dos centros regulares para alcanzar el disparo. La acci¨®n m¨¢s grave fue un centro de Dirar que convirti¨® en dinamita anticip¨¢ndose al primer palo con un punterazo de zurda. Bonucci, el zorro m¨¢s viejo de la defensa italiana, no pudo disimular la sorpresa. Buffon par¨® el tiro como parar¨ªa otros tres disparos a lo largo de la noche. Aparentando una calma contagiosa. Con una sobriedad y una distinci¨®n inauditas. El ahorro de gestos de Buffon solo es posible para quien sabe lo que ocurrir¨¢ antes de que ocurra. Su duelo con Mbapp¨¦, lejos de inquietarle, le descubri¨® curioso como un cient¨ªfico.
Alves, rompedor
Mbapp¨¦ luci¨® un repertorio siempre cambiante de gambetas. Nunca se dej¨® impresionar. En velocidad o sin ella. Como no le dejaban espacios, ante la defensa escalonada pidi¨® el bal¨®n al pie y se encar¨® con tipos que llevan diez a?os m¨¢s que ¨¦l en este negocio. De parado, con un solo impulso, se fue de Alex Sandro y de Barzagli. Por potencia, por enga?o, por fuerza y por sensibilidad. Mbapp¨¦ nunca estuvo por debajo de las necesidades que planteaba la situaci¨®n. Sus compa?eros, en mayor o menor grado, s¨ª.
La Juventus respondi¨® a su manera. Por sorpresa. Cuando la atenci¨®n de su rival se distendi¨® surgi¨® Dybala. El argentino es un manantial de soluciones futbol¨ªsticas. Pero sus compa?eros acuden en su b¨²squeda muy de vez en cuando. La Juve es un organismo programado para la dosificaci¨®n de la belleza. Cuando le llega el bal¨®n a Dybala ¡ªen contadas ocasiones¡ª suceden cosas bellas. As¨ª fue que pasada media hora Dybala pill¨® una pelota despejada con un escorzo elegante. Salt¨®, la enganch¨® de tac¨®n, y se la dio a Alves que le doblaba por detr¨¢s. El lateral brasile?o se asoci¨® con Higua¨ªn, le devolvi¨® una pared de tac¨®n, y el argentino ajust¨® el tiro a la base del palo.
Cuadrado se sent¨® en el banquillo y Alves ocup¨® la posici¨®n de volante por la derecha. Se par¨® por delante de Barzagli, que se volc¨® al lateral pero nunca abandon¨® la zaga. Interpret¨® el papel a la perfecci¨®n. Nadie en el M¨®naco pareci¨® encontrar una f¨®rmula para frenar sus carreras de trayectoria cortada. Cada vez que el partido hizo crisis, Alves estuvo implicado en las operaciones rompedoras. Su complicidad con Dybala inclin¨® el duelo. Dybala le pas¨® cada pelota que recibi¨®. Esa secuencia permiti¨® el primer gol y as¨ª se gest¨® el segundo.
Dybala y Alves le robaron un bal¨®n a Bakayoko. Uno abri¨® a banda, el otro centr¨® y el PipaHigua¨ªn puso el ¨²ltimo toque en el segundo palo. Ni pesado, ni grueso, ni torpe, ni crepuscular. En una noche que parec¨ªa destinada al brillo de un juvenil que concentraba la atenci¨®n de todos, el goleador m¨¢s peludo de la Juve lo cubri¨® con un manto de sombra.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.