Dani Alves conduce a una s¨®lida Juventus a la final de la Champions
El lateral suma tres asistencias y un golazo. Solo Mbapp¨¦ se rebel¨® en un M¨®naco distra¨ªdo
La Juventus ha regresado a los dorados a?os de plomo. Afloran en Tur¨ªn los viejos chamanes del catenaccio. Figuras como Claudio Gentile, que anim¨® p¨²blicamente a los jugadores perderle la verg¨¹enza a defender en masa porque esa es la f¨®rmula que produce resultados en la casa. Tienen el know-how. Buffon, Chiellini, Bonucci y Barzagli le replicaron en el campo. Este martes hicieron lo que puede considerar como una exhibici¨®n de arte defensiva ante el M¨®naco. Se trataba de no dejar pesta?ear a los rivales y los rivales, muchachos imberbes en su mayor¨ªa, se quedaron en el molde. Perplejos todos a excepci¨®n de Kylian Mbapp¨¦. Porque si de algo sirvi¨® esta semifinal Juventus - M¨®naco de desenlace previsible fue para experimentar con este organismo excepcional, su mente, sus extremidades, sus desplazamientos, y, en general, sus reacciones al contacto traum¨¢tico con el cerrojazo supers¨®nico de la Vecchia Signora.
El M¨®naco es alegre en sus formas pero tan cartesiano como la Juventus en su estrategia. En el feudo del pr¨ªncipe Alberto el realismo se emplea en altas dosis. De modo que el equipo, que encaj¨® un 0-2 en la ida, fue a Tur¨ªn completamente distra¨ªdo de la Champions, un torneo que dio por perdido desde el ¨²ltimo sorteo. Prevenidos por la directiva, los chicos estaban m¨¢s pendientes del Lille, al que reciben este domingo, porque si ganan conquistan la Liga francesa y esa es su prioridad. Leonardo Jardim, el t¨¦cnico, crib¨® la alineaci¨®n titular y reserv¨® a dos pilares: Fabinho y Lemar.
Sin Thomas Lemar, el desequilibrante extremo zurdo, las condiciones del partido se encresparon todav¨ªa m¨¢s para Mbapp¨¦. Su aislamiento se hizo patente desde el minuto uno. De pie, solo contra la raya izquierda, permaneci¨® a la espera de que alguien le cruzara un pelotazo en la m¨¢s tenebrosa de las compa?¨ªas: emparedado entre Barzagli y Alves. Vigilado por Bonucci. Monitorizado por Buffon, que no par¨® de gritar a diestro y siniestro como un capataz de factor¨ªa.
Lo asombroso de los diez minutos iniciales fue la fiereza conque Mbapp¨¦ enfrent¨® a sus marcadores y el dominio que transmiti¨® de s¨ª mismo en ese laberinto. Giraba el¨¢stico, arrancaba, frenaba, se desmarcaba a lugares impensables una y otra vez con una velocidad inusual en un adolescente. Por momentos, todas las acciones parec¨ªan conducir a este chico transido. Barzagli se descuid¨® dos veces y le cogi¨® la espalda alevosamente. Tras un rebote, mand¨® un tiro al palo. Alves tuvo que emplearse para socorrer a su colega. Barzagli no pod¨ªa solo.
La coordinaci¨®n de todas las l¨ªneas de la Juve en fase defensiva result¨® un espect¨¢culo formidable. Ah¨ª la sensaci¨®n es que opera un solo cerebro en posesi¨®n de m¨²ltiples cuerpos. Buffon es la cabeza de la ameba. Y se trata, adem¨¢s, de una criatura agresiva. Cada recuperaci¨®n procur¨® transiciones r¨¢pidas con llegadas de Alex Sandro por la izquierda y Alves por la derecha, los dos carrileros en el esquema de tres centrales que ha instaurado Allegri.
Todas las ocasiones del M¨®naco
Mbapp¨¦ cre¨® todas las ocasiones del M¨®naco en la primera parte. En una de ellas desestabiliz¨® a Bonucci y a Barzagli con un golpe de cintura, se fue al costado, centr¨® y solo Buffon se interpuso ante el cabezazo de Falcao. Fue el pen¨²ltimo estertor del M¨®naco.
Las posesiones est¨¦riles del equipo que ten¨ªa que remontar se estrellaron contra el entramado de la Juve, que solo a ratos dirigi¨® la presi¨®n en el medio campo. Buffon inici¨® el contragolpe que acab¨® en el 1-0. Abri¨® para Alex Sandro con la mano a la salida de un c¨®rner y la jugada pas¨® por Pjanic y por Alves. El brasile?o culmin¨® la galopada con un centro que Mandzukic liquid¨® a trompicones. Fue la tercera asistencia de Alves en el tercer tanto de la eliminatoria. Antes del descanso el propio Alves se ocup¨® de empalmar un rechace de Subasic. Vole¨®n desde fuera del ¨¢rea, bal¨®n a la red, y a la final de Cardiff.
La segunda parte tuvo algo de tr¨¢mite. El empuje final del M¨®naco, cuando todo estaba perdido, solo se explica en el orgullo herido de algunos jugadores. Entraron Fabinho y Lemar, y el equipo se situ¨® en campo adversario. "Nosotros nos dosificamos un poco", dijo Dybala, "porque vimos que la eliminatoria ya estaba cerrada". La relajaci¨®n coincidi¨® con un episodio de golpes chuscos y protestas entre Higur¨ªn, Mandzukic y Glik que sac¨® de quicio a Allegri, preocupado por las tarjetas rojas. Tambi¨¦n permiti¨® a Mbapp¨¦ escapar de sus vigilantes.
Aprovechando la dispersi¨®n, el franc¨¦s dej¨® su huella. Lo hizo entrando al segundo palo en una jugada que deriv¨® en un centro raso. El disparo peg¨® en el portero. La nueva generaci¨®n alumbra una ametralladora. Pero Buffon no cedi¨® por cortes¨ªa. Cedi¨® porque no pudo evitar la ¨²ltima bala. A pase de Moutinho, en el primer palo, y a un toque. A la hora de partido, el joven m¨¢s observado del f¨²tbol mundial rompi¨® la racha de m¨¢s de 600 minutos de imbatibilidad de la Juventus en Champions.
El duelo de portero y goleador ser¨¢ recordado durante mucho tiempo con la reverencia de los enfrentamientos legendarios. Cuando el ¨¢rbitro pit¨® la conclusi¨®n Gigi Buffon reconoci¨® al joven con un abrazo paternal. Kylian Mbapp¨¦ perdi¨® la mirada en la nada. Ten¨ªa un enfado terrible.
La hinchada festej¨® el momento con una explosi¨®n de banderas blanquinegras y el canto multitudinario del himno: ¡°?Juve storia de un grande amore...!¡±.?
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