Futbolista Isco, jugador Bale
A Zidane le espera un debate perpetuo sobre la titularidad de uno u otro en Cardiff
La onda expansiva de la pasarela del Real Madrid y su querencia por el vedetismo difumin¨® en el verano de 2013 el semillero que se avecinaba en la casa blanca. El estruendoso fichaje de Gareth Bale por 100 millones de euros arras¨® con todo, como si a su lado no creciera la hierba. Por la gatera, a la sombra del prometedor jugador gal¨¦s ¡ªentonces m¨¢s encumbrado por el mercado que por el c¨¦sped¡ª, llegaron cinco chicos casi de puntillas: Carvajal, Casemiro, Isco, m¨¢s Morata y Nacho ya como asentados con el primer equipo. El coste de los dos primeros, hoy titulares indiscutibles, fue de 12,5 millones. El malague?o se alist¨® por 30 y los otros dos fueron reclutados del vivero de Valdebebas.
?Cuatro a?os despu¨¦s el impacto de cualquiera de ellos durante esta temporada ha sido mayor que el del brit¨¢nico, al que tanto condicionan sus lesiones como ¨¦l condiciona el ecosistema del equipo. Alcanzada la 15? final de la Copa de Europa, a Zinedine Zidane le esperan tres semanas de debate perpetuo sobre la titularidad de uno u otro: ?El imponente Isco de las semifinales de la Champions y l¨ªder del pujante equipo B de la Liga o el lugare?o y tot¨¦mico Bale nacido en Cardiff, sede de la cita, como gran p¨®ster del evento?
Las exigentes excelencias del Real Madrid han hecho calar hist¨®ricamente un dicho: si llegar es muy espinoso, quedarse puede resultar tortuoso. ?Y no digamos enraizar! Isco ha superado las dos primeras estaciones. Sobre la tercera se da un fen¨®meno extraordinario, ya que el curso en el que m¨¢s ha enganchado y goleado es en el que menos ha participado. As¨ª de embrollado es el f¨²tbol y as¨ª, as¨ª, es este Madrid deportivo-comercial como nadie. Pero, al mismo tiempo, capaz de enhebrar cristianos, aspirantes forzados a cristianizarse, una clase media-alta fabulosa y un magn¨ªfico pelot¨®n de canteranos con br¨ªo y personalidad. Pero nada representa mejor lo intrincado de este club como el factor Isco.
Los dos son muy buenos, pero uno entiende todas las aristas del juego y otro solo explota sus virtudes
El andaluz lleg¨® etiquetado como un futbolista de pecho fr¨ªo, al estilo del inolvidable Manolo Vel¨¢zquez y algunos otros de su perfil tantas veces bajo sospecha del madridismo por su presunto poco remangue. Le faltaba cartel, aunque, iron¨ªas de la vida, en una entidad que tiene en un pedestal el Bal¨®n de Oro resulta que Isco aterriz¨® en Chamart¨ªn con un par de ellos juveniles en su hoja de servicios. Por descontado, no ten¨ªa la p¨²rpura de Beckham, pero eligi¨® el dorsal 23. Todo un atrevimiento, por m¨¢s que desde el principio se le identificara con otro 23, ?zil, tambi¨¦n tenido por un estilista sin sangre. Nada que ver, Isco lo ha desmentido. Y no solo porque en 2015 cambiara el n¨²mero y se quedara el 22 de Di Mar¨ªa, jugador con fuego en las venas.
Con el peculiar planillo de libranzas de Zidane, que a Isco le ha hecho ir en el cami¨®n escoba en la Copa de Europa, el 22 ha demostrado que el talento no conspira contra la eficacia. Ha ganado partidos por su cuenta, ha ejercido de palad¨ªn, ha goleado y ha asistido. Y, al menos en p¨²blico, ni ha rechistado cuando tantas veces se ha quedado en el cuarto oscuro. Fue capital para agrietar al Atl¨¦tico en la ida, lo mismo que para sobreponer al Madrid en la vuelta cuando el contrario estaba en erupci¨®n. Isco ya no es un verso suelto, equilibra al equipo con su palique con la pelota, sabe cu¨¢ndo parar y cu¨¢ndo acelerar. En s¨ª mismo es un observatorio futbol¨ªstico. Su movilidad obedece a su gran peritaje de los espacios, lo que le deja fuera del radar del adversario. Y tiene una cualidad de la que muy pocos en el universo pueden hoy presumir. Desde Iniesta en plenitud no hay volante con su regate, con su destreza para ventilar l¨ªneas y sacar la cadena a los rivales. No solo filtra pases, tambi¨¦n ejerce de infiltrado.
Isco es hoy un futbolista con may¨²sculas, tomando por futbolista a quien maneja todas las aristas del juego en su favor y en el del gremio. Bale es un atleta de primera y un espl¨¦ndido jugador, tomando por jugador a quien es capaz por s¨ª mismo de despuntar, a quien potencia sus extraordinarias virtudes y no tiene mucha consideraci¨®n por lo que barrunta que solo son accesorios colectivos. Por ejemplo, lo que demanda un partido en cada instante. No solo por su zurda recuerda a Rivaldo, otro mucho m¨¢s jugador que futbolista. Como Bale, no por ello mereci¨® desd¨¦n alguno, todo lo contrario. Se trata de clasificarle por lo que es y lo que pudiera ser con mayor aplicaci¨®n.
A Bale le ir¨ªa bien una fase de aprendizaje sobre el f¨²tbol total. Ocurre que con la mochila de su precio y el empecinamiento ¡ªpropio y del entorno¡ª por entronizarse ayer antes que ma?ana no tiene tiempo para el estudio. Con los a?os, incluso Messi ensay¨® met¨®dicamente su mutaci¨®n. Hasta el CR ariete est¨¢ en ello. Con Bale ya se ver¨¢. Con Isco ya se ve, aunque sea el titular m¨¢s suplente del mundo. ?O viceversa?
Los dos son muy buenos, pero en Cardiff, de no ser por una indisimulada reca¨ªda, todo apunta a la supremac¨ªa de Bale. As¨ª lo quieren los galeses y as¨ª lo quieren los agentes burs¨¢tiles que pululan por La Castellana¡ Y quiz¨¢ lo quiera Zidane. Aunque puede que el franc¨¦s rebobine al ¨²ltimo Cl¨¢sico o recuerde el agobio de Simeone con el petardazo de Diego Costa en Lisboa. La gente, de dentro y de fuera, tomar¨¢ nota del dedo se?alador de Zizou. Al menos hasta saber si es el Real quien pone el lazo a la Orejona. Y no digamos si es Bale quien logra el gol de la 12?, lo que no ser¨ªa descabellado dada su calidad individual. De ser as¨ª, nada habr¨¢ importado. Salvo a Isco.
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