Nibali gana la etapa reina; Dumoulin cede dos minutos
Una diarrea s¨²bita lastra y frena al l¨ªder, que se defiende en la ¨²ltima subida al Stelvio y tiene a Nairo a 31s en la general
La soledad os har¨¢ grandes, le escriben los poetas a los ciclistas, que les miran tristes.
Est¨¢n agotados, han hablado de t¨² a las grandes monta?as, se han desnudado ante ellas, la grandeza es lo ¨²ltimo en lo que piensan. La soledad en el Stelvio, la segunda subida al padre de todos los puertos, engrandeci¨® a Landa en la mirada de todos, pero ¨¦l habr¨ªa preferido ganar; la soledad de rosa p¨¢lido de Tom Dumoulin, su defensa silenciosa persiguiendo a los mejores cuesta arriba y cuesta abajo, agranda su estampa, quedar¨¢ impresa en la leyenda que se escriba de su vida, pero ¨¦l, seguramente, habr¨ªa preferido que los dem¨¢s le hubieran esperado cuando un apret¨®n s¨²bito, un ataque intestinal, le oblig¨® a pararse en la cuneta.
Gan¨® la etapa Nibali, quien bajando m¨¢s r¨¢pido hab¨ªa alcanzado a Landa, en fuga todo el d¨ªa, m¨¢s de seis horas arriba y abajo, de la llanura hasta el cielo, Mortirolo y Stelvio, y Stelvio, ahora desde Suiza, de nuevo, y abajo otra vez. Y nunca, incre¨ªblemente, con m¨¢s de dos minutos de ventaja. As¨ª de atada y r¨¢pida fue la etapa. El Tibur¨®n fue m¨¢s h¨¢bil que el vasco en las curvas esquivas de Bormio, donde levant¨® los brazos y las esperanzas de todos los italianos. Y Nibali, siciliano de Messina, record¨® que hac¨ªa justo 25 a?os la Mafia hab¨ªa acabado en Palermo con el juez Falcone y con las esperanzas de una isla. Gan¨® tiempo Nairo, m¨¢s de dos minutos a Dumoulin, quien en el descenso perdi¨® el contacto con Nibali lanzado y 12s (+6 de bonificaci¨®n). A falta de cuatro etapas de alta monta?a y una contrarreloj de 30 kil¨®metros, el Giro se lo jugar¨¢n entre un Dumoulin, acostumbrado a los hero¨ªsmos defensivos, un Nairo fresco y escalador y un Nibali habituado a dar la vuelta a las carreras en los ¨²ltimos d¨ªas. 72s les separan en la general: Nairo est¨¢ a 31s del l¨ªder; Nibali, a 41s del colombiano. Los dem¨¢s ya cuentan menos.
Fue una gran etapa. Grandes maniobras de equipos. Movimientos t¨¢cticos y estrat¨¦gicos. Gregarios, los del Movistar, por ejemplo, Amador, Anacona, Izagirre, como jen¨ªzaros, que se niegan a no morir en el combate.Sudor y dolor. Hero¨ªsmo. Un sol tremendo. El escenario de una tragedia. Un escritor a quien solo se le ocurre una an¨¦cdota est¨²pida para desencadenar el drama. Gastone Nencini gan¨® un Giro hace 60 a?os porque Charly Gaul se par¨® a orinar; Dumoulin puede perder un Giro porque un espasmo de diarrea le oblig¨® a pararse en la cuneta, quitarse la maglia rosa unos segundos, lucir su pecho tan blanco, bajarse el culotte y aliviarse all¨ª mismo. Solo. Los importantes del Giro, Nairo, Nibali, Zakarin, Pinot, y Jungels, se miraron un rato indecisos. Ni se pararon ni aceleraron. Dudaron. Nadie quer¨ªa ser el primero en atacar en un Giro, en una ¨¦poca del ciclismo, en el que el fair play es rey, tal como lo demostr¨® el propio Dumoulin haciendo a todos esperar al ca¨ªdo Nairo el domingo.
Resolvi¨® el debate Zakarin, un t¨¢taro del Volga que debe de conocer la historia de Greg LeMond tal como la cuenta Perico Delgado. Ocurri¨® en el Tour de 1986. Llegando a Futuroscope, el segoviano se dio cuenta de que detr¨¢s de la rueda del norteamericano, futuro vencedor, no se quer¨ªa poner nadie. Se acerc¨® intrigado y el olor que desped¨ªa LeMond, y los chorretones en sus piernas, le hicieron comprender r¨¢pido. Al ruso larguirucho seguramente le habr¨¢n ense?ado que antes de pararse en un momento clave mejor hac¨¦rselo encima. Sin compasi¨®n para con el l¨ªder sufriente, atac¨® en el falso llano que preced¨ªa la ¨²ltima ascensi¨®n y oblig¨® a todos a moverse. Hab¨ªan pasado unos kil¨®metros desde la parada t¨¦cnica del l¨ªder. Por entonces, Dumoulin marchaba con m¨¢s de un minuto de retraso. Le acompa?¨® un rato su compa?ero descolgado Ten Dam, el ¨²ltimo superviviente de su equipo, y bastante m¨¢s el Mini del director de su equipo, que le daba ¨¢nimo, consuelo y alimento. Por entonces, cuando frenaron al cosaco que vive en Chipre, se desencaden¨® la acci¨®n que todo el d¨ªa, casi 180 kil¨®metros, m¨¢s de cinco horas, hab¨ªa estado gest¨¢ndose. Todo fue de libro: aceler¨® Pellizotti para preparar el ataque de su Nibali; arranc¨® el siciliano, le sigui¨® r¨¢pido y f¨¢cil Nairo y m¨¢s jadeantes Zakarin y Pozzovivo. Los cuatro se pusieron de acuerdo para subir a relevos. Lo importante era distanciar lo m¨¢s posible a Dumoulin, ya vendr¨¢ monta?a para pelear sus diferencias. Despu¨¦s, cada uno baj¨® como pudo.
Y Dumoulin, solo, sin perder apenas nada. Pas¨® por la cima del ¨²ltimo Stelvio (llamado el Umbrail Pass, altitud 2.502 metros) a 2m 19s de Landa. Lleg¨® a meta, a 2m 18s de Nibali. Toda una haza?a. ¡°Estoy decepcionado¡±, dijo Dumoulin. ¡°Estaba muy fuerte. Habr¨ªa estado siempre con los mejores, y con facilidad. Estos es una¡¡± Y nadie, ni los poetas, tan elevados, le contradecir¨¢.
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