Ledecky es Phelps en la batalla del Danubio
La nadadora releva al mito en el liderazgo del equipo de Estados Unidos ganando el 400 libre con el segundo mejor tiempo de la historia y atrapando el oro en el relevo de 4x100

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Retirado Michael Phelps y suspendido por indisciplina Ryan Lochte, el equipo de nataci¨®n m¨¢s poderoso del mundo se hab¨ªa convertido en un ej¨¦rcito en busca de general. Una sensaci¨®n de orfandad presid¨ªa a Estados Unidos en el a?o postol¨ªmpico con el inconfundible aroma de la tradici¨®n, que suele ser machista. El aparato del liderazgo nunca hab¨ªa reca¨ªdo de forma tan descompensada sobre una mujer. Mucho menos sobre una chica que acaba de cumplir 20 a?os. Hab¨ªa dudas sobre el car¨¢cter de Katie Ledecky para asumir este papel. Pero se despejaron en unas horas. Las horas que tard¨® en consumirse la primera jornada de nataci¨®n en l¨ªnea de los Mundiales de Budapest, resuelta con dos oros en el cuello de la nueva comandante, campeona de los 400 metros de estilo libre y del relevo de 4x100 libre en una hora de competici¨®n que pasar¨¢ a la historia.
Un calor sopor¨ªfero recibi¨® en la ma?ana del domingo a los primeros visitantes del Duna Arena, el tremendo pabell¨®n de nataci¨®n que los h¨²ngaros han levantado junto al Danubio para honrar el deporte que practican con fanatismo. Los Mundiales hab¨ªan cumplido una semana de competici¨®n de waterpolo, saltos, sincronizada y aguas abiertas, y el medallero reflejaba lo que parec¨ªa un vuelco geopol¨ªtico: China mandaba con ocho oros, seguida de Rusia con seis, de Francia con cinco y de Estados Unidos con uno. Algo estaba cambiando en el planeta hasta que comenzaron las carreras. Como dicen los estadounidenses: the races. El modo m¨¢s primario de competir, inyecci¨®n en el nervio l¨²dico nacional.
El reloj se?alaba las seis de la tarde cuando Ledecky se tir¨® a la piscina para nadar la final de 400 libre. Persuadida por Greg Meehan, el responsable t¨¦cnico del equipo femenino, de que deber¨ªa asumir la tercera posta del relevo una hora m¨¢s tarde, la nadadora puso en marcha la calculadora que mide sus energ¨ªas. Pocas veces se ha visto una medici¨®n m¨¢s precisa del dominio absoluto. Ledecky control¨® la prueba como si en su cerebro se procesaran los datos de cada brazada, cada calor¨ªa consumida, cada metro cubierto y cada rival. Todo qued¨® inmediatamente bajo su escrutinio salvo un detalle extra?o. A su derecha, una desconocida le desafi¨® durante los primeros 50 metros. Su tiempo aparentemente insostenible del primer largo, 28,05s, fue replicado por una china de 15 a?os, de nombre Li Bingjie, que se le puso a la par con 28,29s en la misma distancia. Una barbaridad que, para sorpresa de todos, no acab¨® con Li Bingjie en el fondo de la piscina sino en el podio.
¡°Estoy decepcionada¡±, dijo la china, al acabar la faena, ¡°quer¨ªa bajar de 4,2 minutos pero me he puesto muy nerviosa, he acelerado demasiado, y el esfuerzo me ha pasado factura¡±. Apoyada en unos piececillos de un tama?o inveros¨ªmil para una nadadora capaz de acometer su haza?a, Li Bingjie bog¨® por la piscina a ras de la superficie hasta acabar tercera con un tiempo de 4m 3,25s. Su actuaci¨®n es un ejemplo m¨¢s de la proliferaci¨®n de nuevos valores en el ciclo que apunta a los Juegos de 2020. China, Jap¨®n y Hungr¨ªa preparan una invasi¨®n. Pero, de momento, Ledecky es demasiada Ledecky.
La campeona americana nad¨® los ¨²ltimos 200 metros abriendo brecha en solitario, a dos cuerpos de distancia de Li Bingjie y su compatriota Leah Smith. Rompiendo aguas, lejos del pelot¨®n de perseguidoras, atac¨® la ¨²ltima pared con una autoridad abrumadora pero a la vez medida. Sus parciales nunca estuvieron por debajo de los parciales que la llevaron al r¨¦cord mundial en los Juegos de Rio, hace un a?o. Para ahorrar esfuerzos emple¨® poco las piernas. Apret¨® con sus brazos. Le bast¨® para ganar el oro con la segunda mejor marca de la historia: 3m 58,34s, dos segundos por encima de su propio r¨¦cord. Dos segundos que le sirvieron para reservar combustible y quemarlo una hora m¨¢s tarde en la final del relevo r¨¢pido.
R¨¦cord del mundo
Ledecky no es una velocista. Su especialidad es la distancia media y larga. Pero su habilidad en el agua es tan inusual que, con todas sus limitaciones, resulta la cuarta nadadora m¨¢s r¨¢pida de Estados Unidos en 100 metros. Meehan, que es su entrenador en la Universidad de Stanford, decidi¨® acoplarla a un relevo tributario de las competiciones interuniversitarias de la NCAA. Primero, Mallory Comerford, figura de la Universidad de Louisville, segunda Keisi Worrell, especialista en mariposa ya graduada, tercera Ledecky, la estrella de Stanford, y por ¨²ltimo Simone Manuel, la velocista por excelencia de Stamford, por si hac¨ªa falta cierta complicidad.
El primer 100 estuvo marcado por un hecho extraordinario. En la calle seis, Sarah Sjostrom bati¨® el r¨¦cord mundial de 100 libre recort¨¢ndolo en m¨¢s de tres d¨¦cimas hasta 51,71s. Suecia, sin embargo, no tard¨® en ceder la ventaja. La super¨® Canad¨¢, Holanda, Australia y Estados Unidos, que se puso por delante en la tercera posta. La que asumi¨® Ledecky, que nad¨® los 100 en 53,83s. Una marca funcionarial. Regular para los est¨¢ndares de un especialista, fabulosa si quien la consigue es una nadadora dedicada a la media distancia que viene de nadar una final de 400.
Estados Unidos acab¨® la prueba en 3m 31,72s, ligeramente por delante de Australia (3m 32,01s) y de Holanda (3m 32,64s). Los tiempos no destacaron especialmente. La final, sin embargo, tuvo el peso simb¨®lico de la revancha. En los Juegos del a?o pasado, se impuso Australia. En la batalla del Danubio cambi¨® la marea. Los heraldos lo anuncian a voces. Katie Ledecky se ha puesto los galones de Michael Phelps.
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