Un saque de banda libera al Athletic ante el Sevilla
El conjunto andaluz vuele a caer en San Mam¨¦s, su territorio maldito, y pierde por lesi¨®n a N'Zonzi
El Athletic es un equipo insospechado. El Sevilla tambi¨¦n. Sobre todo en San Mam¨¦s. Pero al Sevilla le va mejor, menos en San Mam¨¦s, donde todas sus buenas sensaciones se traducen en extra?as situaciones, inexplicables circunstancias que acaban sumi¨¦ndole en un mar de dudas. Y en ese mar se ha ahogado en las ¨²ltimas ocho visitas (salvo la victoria en la Liga Europa en abril del pasado a?o). O sea, habr¨¢ que convenir que las sospechas recaen en San Mam¨¦s m¨¢s que en el Athletic para explicar por qu¨¦ el Sevilla sucumbe en La Catedral a cualquier hora y contra cualquier Athletic. Incluso ante el Athletic desnortado e iracundo de la primera mitad, limitado a protestar penaltis que lo parec¨ªan pero no lo eran (una mano fortuita de Carole) o saques de esquina que lo eran y no lo parec¨ªan.
Y cuando mejor jugaba Kepa, el portero del Athletic, marc¨® Vesga, el futbolista hasta entonces m¨¢s intrascendente del equipo rojiblanco. El Athletic solo pod¨ªa marcar a bal¨®n parado. Tan parado que en vez del pie naci¨® de las manos. Un saque de banda, todos de espaldas, balones elevados, accidentes, fuera de juego posicional de Aduriz que a punto est¨¢ de malgastar el gol de Vesga, un globo que el delantero guipuzcoano empuja ya dentro, para evitar que llegue Kjaer. Una d¨¦cima de segundo antes y el gol hubiera sido ilegal, pero Aduriz era consciente de lo que suced¨ªa. Cuando el bal¨®n durmi¨® en la red, corri¨®, se fren¨®, mir¨® al juez de l¨ªnea y volvi¨® a correr: Vesga hab¨ªa marcado sacando un gol de la nada y conduciendo a la nada todo el trabajo laborioso, inteligente, quiz¨¢s no lustroso, del Sevilla en la primera mitad. Fue como empujar al precipicio la verticalidad de Jes¨²s Navas, la movilidad de Ben Yedder o las intermitencias de Correa o Franco V¨¢zquez. Entre todos hab¨ªan puesto a prueba no solo la calidad de Kepa, sino su personalidad tras el mal partido en Valencia, tras sus errores de aprendiz. Todos los resolvi¨® bien, ante Carole, con su brazo de hierro, ante Ben Yedder, con su car¨¢cter g¨¦lido, ante Corchia en un libre directo estirando el brazo.
Era el partido del Sevilla, a pesar de sus bajas en defensa, de sus necesarios recambios, y sin embargo se le escapaba como el agua entre los dedos, mientras el Athletic cazaba moscas con alfileres. Sin centro del campo, el Sevilla compr¨® San Mam¨¦s con unas pocas monedas. Fue su due?o con la ¨²nica oposici¨®n de C¨®rdoba, revolucionario audaz, intr¨¦pido regateador, y el instinto y la fe de Susaeta.
Pero el gol lo cambi¨® todo. El gol fue como esa gota que colma el vaso y que descentr¨® al Sevilla en la misma medida que subi¨® la adrenalina rojiblanca hasta el punto de inquietar a Sergio Rico con un disparo al poste de Vesga. Esta vez el fantasma de San Mam¨¦s se visti¨® de sol para el Sevilla. Un sol que se escapaba por la cubierta de San Mam¨¦s dibujando un platillo volante en media tribuna que acab¨® abduciendo al Sevilla. La luz no le gui¨®, le deslumbr¨®, le ceg¨®. Las intermitencias de Franco V¨¢zquez fueron tartamudeos, mientras el resto se enredaba en batallas perdidas. Cierto que hab¨ªa perdido a N?Zonzi muy pronto (minuto 21), pero Krohn-Dehli no lo hizo imprescindible.
Los goles tienen ese esp¨ªritu reparador de los grandes jirones futbol¨ªsticos. El de Vesga repar¨® el tubo de escape rojiblanco. Jug¨® un poco mejor, pero sobre todo jug¨® con m¨¢s orden, desordenando al Sevilla, enredado en esa pregunta dolorosa de ¡°?por qu¨¦ siempre a m¨ª?¡±. Y el partido se fue yendo sin apuros rojiblancos, muchas tarjetas y algunos enredos incluso tras el pitido final. Y el Athletic quebr¨® su racha de seis partidos sin ganar, aunque no sepa muy bien c¨®mo lo hizo. Bueno s¨ª, en un saque de banda.
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