Sergio Garc¨ªa, primer espa?ol que gana dos veces en Valderrama

Como si el tiempo no pasara, como en 2011, un golfista vestido de blanco, tan madridista siempre, blancos los pantalones, blanco el niki y las adidas que calza, solo rosa oscuro el cintur¨®n ancho, celebra una victoria un domingo de octubre soleado en el campo de Valderrama. Su nombre, en 2011 y en 2017, es el mismo, Sergio Garc¨ªa. Pero el tiempo pasa, y no para bien.

Hace seis a?os, cuando gan¨® por un golpe a Miguel ?ngel Jim¨¦nez, Garc¨ªa se embols¨® medio mill¨®n de euros por la victoria (el torneo estaba dotado con tres millones). Su victoria de 2017 fue a¨²n m¨¢s espectacular y m¨¢s brillante, igual de peleada y peor dotada. El Andaluc¨ªa Masters ha rebajado su dotaci¨®n a dos millones (y cotizados en su mayor parte por el circuito europeo, que no pod¨ªa aguantar que Espa?a no tuviera un torneo): la bolsa para el mismo ganador baja a 333.330 euros. Solo el nombre de su ganador, un grande, hace grande al torneo. "Lo importante, de todas maneras, es que se haga al menos un torneo de alto nivel en Espa?a", dice. "Pero, despu¨¦s de hablar con el due?o de Valderrama, estoy seguro de que pronto habr¨¢ aqu¨ª un torneo con m¨¢s jugadores de entre los mejores del mundo y m¨¢s bolsa".

Garc¨ªa (-12), el primer espa?ol que gana dos veces en el reputado Valderrama, se impuso por dos golpes al holand¨¦s Joost Luiten (-11), habitual derrotado en el exclusivo campo gaditano, donde reina el se?oritismo. El torneo andaluz, el tercero del a?o para Garc¨ªa, es su sexto triunfo en suelo espa?ol en toda su carrera. En el hoyo 17, el reducto de Valderrama, lo sella con frialdad y ciencia y un poquito de aliento ¨¦pico en el hierro cuatro con el que llega al green de dos y asegura el birdie con un putt de metro y medio cuesta abajo que golpea con esp¨ªritu de suspense, la manos naturales y la mente controlada. Su rival, el holand¨¦s de naranja, no tiene el valor de ir a buscar la victoria y el eagle. Se conforma con la derrota honrosa, quiz¨¢s abrumado por el p¨²blico tan patri¨®ticamente vocinglero. A Garc¨ªa, de 37 a?os, en su a?o m¨¢s redondo, le dan junto al cheque un trofeo, cuatro alcornoques de plata en una peanita. Los alcornoques que a otros atormentan y enredan en sus ramas retorcidas, y tropiezan en sus ra¨ªces, a Garc¨ªa le ayudan. El campo es su amigo, y estos d¨ªas m¨¢s, sin viento ni peligro. Le hace un resultado r¨¦cord, -12, pero lo respeta. ¡°No, nunca estuve seguro de mi victoria hasta el final a pesar de que a mitad de recorrido sacaba tres golpes de ventaja al segundo¡±, dice Garc¨ªa. ¡°Y ello, por dos razones, porque Luiten estaba jugando muy bien y no se me alejaba y porque esto es Valderrama: si te desconcentras y despistas, te da un mordisco¡±. Pero Valderrama se porta bien con el espa?ol, sus alcornoques. En la calle del 14 y en la del 18, donde no pod¨ªa permitirse el bogey sin arriesgarse a perder el torneo, la bola vuela desde el tee y golpea en las copas frondosas, de donde caen bellotas sin parar a la hierba. Su bola, no. Su bola rebota y no se queda en las ra¨ªces sino que vuela con nuevo impulso hacia la calle. Sergio Garc¨ªa suspira aliviado. Y la afici¨®n resopla y exclama y se agita.

A Garc¨ªa, despu¨¦s de ganar el Masters de Augusta, de casarse y de ser pronto padre, le falta el m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa, una exigencia que va con sus t¨ªtulos: sacar al golf del agujero cavernario que lo asfixia en Espa?a.

Severiano Ballesteros, el m¨¢s grande, siempre lament¨® que el golf no fuera en Espa?a como lo era en su Gran Breta?a querida y en Estados Unidos, un deporte tambi¨¦n del pueblo. A Seve se le adoraba fuera y ¨¦l disfrutaba de su popularidad y cuando llegaba a Espa?a se lo dec¨ªa bien alto a todos: no sab¨¦is lo que es el golf. Solo por su carisma fue capaz m¨ªnimamente de romper la burbuja, que se cerr¨® r¨¢pidamente tras su desaparici¨®n. En ella, en la de un deporte que las grandes empresas no quieren patrocinar por su imagen, y su pr¨¢ctica, elitista y ligada a la corrupci¨®n de los a?os de la burbuja, se encuentran encerrados los buenos campeones que, a pesar de todos los contratiempos, Espa?a no deja de producir. Su esperanza es que si Garc¨ªa no lo libera, puede que Jon Rahm, explosivo y tan humano, tan natural, lo consiga.