El Madrid y la tormenta perfecta
Hace un mes este mismo grupo de jugadores, con este mismo entrenador, volv¨ªa de Abu Dhabi con el muy ostentoso, y muy artificial, t¨ªtulo de campe¨®n del mundo bajo el brazo
Chuzos de punta caen sobre el Madrid, ese equipo que deambula por la Liga arrastrando lo que a simple vista parece su propio cad¨¢ver, que malvive en la Copa ante modestos rivales que le sacan los colores y que sigue en pie en la Champions porque hasta febrero no hay partidos. Rayos, truenos y centellas caen sobre el Madrid, ese equipo que sin estar muerto ya est¨¢ amortajado por mor de una serie de resultados, muchos, impropios de su categor¨ªa. Hace apenas un mes ese mismo grupo de jugadores, con ese mismo entrenador, volv¨ªa de Abu Dhabi con el muy ostentoso, y muy artificial, t¨ªtulo de campe¨®n del mundo bajo el brazo. Todo eran parabienes, sonrisas, la de Zidane la mayor de todas, y titulares en la prensa de medio mundo glosando las excelencias de los susodichos. Un mes despu¨¦s, los parabienes han desaparecido junto a la sonrisa de Zidane, mientras la prensa de medio mundo no sabe a qui¨¦n disparar, aunque parte de ella ha puesto en su punto de mira al t¨¦cnico, que un t¨ªo que se r¨ªe tanto no deja de ser sospechoso en un mundo, el de los fracotiradores de la opini¨®n, en el que la mala baba, las fobias, la arrogancia y el encabronamiento son moneda com¨²n.
Est¨¢ en el punto de mira Zidane, s¨ª, ese indocumentado al que no se le ha ocurrido otra cosa que alinear al equipo que considera el mejor, como lo consideraban sus cr¨ªticos hace dos telediarios. Se le exige a Zidane que busque soluciones. Y el hombre las busca en el banquillo, donde encuentra a dos futbolistas que le resolv¨ªan la papeleta la pasada temporada (Lucas y Asensio) y echa en falta a otros dos que tambi¨¦n lo hac¨ªan pero ya no est¨¢n (James y Morata). Y encima los dos ausentes, al igual que Mariano, triunfan all¨¢ donde han emigrado, lo que no hace sino acentuar la sensaci¨®n, que este que escribe comparte, de que la configuraci¨®n de la plantilla (sea la culpa de Zidane, de Florentino P¨¦rez o del sursuncorda) ha sido catastr¨®fica. Para hacer a¨²n m¨¢s perfecta la tormenta que cae sobre el Madrid, su gran rival, el Bar?a, ha alcanzado la velocidad de crucero. Desde aquella Supercopa de infausto recuerdo para los azulgrana, el equipo de Valverde ha disputado 29 partidos, de los que ha ganado 23 y no ha perdido ninguno. Y ahora, incluso, consigue fichar magn¨ªficos futbolistas y desprenderse de no menos magn¨ªficos exfutbolistas, como Arda Turan.
En esa locura, la de los fichajes, va a entrar el Madrid, aunque sea en junio. Y m¨¢s all¨¢ de confusiones sobre Neymar, jugador que no pertenece a un club (el PSG) sino a un Estado (el de Qatar), el verdadero sue?o de Florentino P¨¦rez es ver a Kane rematar los centros de Bale, aquel futbolista lapidado hace cuatro d¨ªas y que hoy resulta ser la ¨²nica esperanza del madridismo. En esa locura, la de los fichajes decimos, el Bar?a es capit¨¢n general (324 millones gastados), junto al PSG y el City, los tres equipos m¨¢s en forma de Europa. Cada uno a su manera: el Bar?a acunado en la sensatez de Valverde aunque sobre su directiva sigan lloviendo acusaciones de supuestos delitos. El PSG, sobreviviendo a la guerra que vive su vestuario, enfrentados unos con otros por aquello de qui¨¦n tiene permiso para volver cuando le salga de ah¨ª mismo, Neymar, y qui¨¦n no, Cavani, que est¨¢ a punto de convertirse en el m¨¢ximo goleador de la historia del club. Y queda el City, a quien despu¨¦s de 460 millones de gasto en dos a?os Guardiola est¨¢ haciendo jugar como los ¨¢ngeles.
Mientras todos ellos vuelan, el Madrid est¨¢ atrapado en una gigantesca nevada de la que nadie le rescata. Su presidente no es partidario de buscar soluciones a corto plazo y prefiere que las cosas se arreglen por s¨ª solas. Y ah¨ª no es descartable que pida consejo a su amigo Mariano Rajoy, experto en aquello de esperar y que preside un Gobierno que en los ¨²ltimos tiempos ha demostrado tanto su capacidad para rescatar autopistas como su incapacidad para rescatar a gente de las autopistas.
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