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Getafe y Athletic empatan en el correcalles del Coliseum
Encuentro descontrolado con tres penas m¨¢ximas entre dos equipos que se desfondaron
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Hay partidos locos, generados habitualmente por equipos an¨¢rquicos, osados en la mayor¨ªa de los casos, carentes de Trankimazin en el malet¨ªn de primeros auxilios. Pero si hay un equipo que no tiene por costumbre saltarse la medicaci¨®n, que juega pausado y dentro de unos par¨¢metros conocidos y al que no lo gustan nada los sobresaltos es el Getafe. Y sin embargo, ante el Athletic se comport¨® como un adolescente rebelado contra la causa, como un futbol¨ªn sin barras. Y claro, el descontrol se paga. Y eso que enfrente no ten¨ªa precisamente a una tabla rasa, sin aristas, sino a un Athletic que no tiene orden porque no sabe d¨®nde encontrarlo, y que se mueve por el campo con pies de barro. De ah¨ª que el partido fuera un correcalles de patio de colegio, en el que no se sab¨ªa si alguno de los alumnos era mayor que el otro. Este caos gener¨® una loter¨ªa de penaltis, tres en total, con desenlaces diversos.
Plante¨®, al menos en origen, un encuentro sencillo en ejecuci¨®n el Getafe. Con Molina y Gaku en ataque, escalados, para no perder la conexi¨®n con el centro del campo. Sin embargo, el japon¨¦s nunca lleg¨® a entenderse con ning¨²n compa?ero sobre el c¨¦sped y todo el peso ofensivo qued¨® en los hombros del capit¨¢n azul¨®n.
La circunstancia era similar en el Athletic, con Ra¨²l Garc¨ªa ejerciendo de lanzador de Williams, una bala todav¨ªa por afinar. Con un centro del campo impreciso por falta de creatividad, se suced¨ªan las entregas precipitadas y los pases mal tirados. Curiosamente, en un lanzamiento en largo de Laporte para Williams, que se hab¨ªa acostado en la banda derecha, termin¨® con un centro del delantero del Athletic que se col¨® por encima de Emiliano Mart¨ªnez. No quiso hacerlo seguramente, pero el gol fue todo un golazo.
No le sientan bien los sustos imprevistos al Getafe, pero logr¨® que la impresi¨®n durase poco. En realidad, Herrer¨ªn decidi¨® aliviar al rival arrollando a Molina (Laporte tambi¨¦n anduvo de por medio) dentro del ¨¢rea y provocando el primer penalti de una larga noche. El delantero del Getafe lo transform¨® con elegancia y devolvi¨® la igualada a un partido que ni mucho menos hab¨ªa echado a andar. Sobre todo cuando ninguno de los dos equipos parec¨ªa capaz de templar los ¨¢nimos y centrarse en recuperar el pulso y la buena letra. Aunque Arambarri y Rico amarraban las cinturas de sus compa?eros, no encontraban sinton¨ªa con ninguno que mejorase la conversaci¨®n. Se suced¨ªan los balones en largo hasta que Molinero, reci¨¦n ingresado en el campo, agarr¨® a Sabin Merino dentro del ¨¢rea y provoc¨® el segundo penalti de la noche. Ra¨²l Garc¨ªa replic¨® el lanzamiento de Molina y volvi¨® a poner en ventaja a los rojiblancos.
No es el Athletic un equipo que maneje el cron¨®metro con destreza, y mucho menos que sepa amarrarse los cordones con doble lazada cuando toca. Su defensa no resiste embestidas continuas y con los dos laterales titulares lesionados (De Marcos y Balenziaga) tampoco tiene presencia en ataque. Adem¨¢s, Herrer¨ªn no pareci¨® haber aprendido nada del primer error y volvi¨® a derribar a Molina dentro del ¨¢rea. Nuevo penalti, mismo lanzador, pero distinta resoluci¨®n. Se redimi¨® el portero rojiblanco y mantuvo el aire de un nadador angustiado. El error expole¨® al Getafe que se entreg¨® en cuerpo y alma a enmendar el fallo y tras una gran dejada de Portillo de cabeza para ?ngel logr¨® igualar el marcador.
Con el ox¨ªgeno bajo m¨ªnimos el partido se transform¨® en un duelo de tenis, que exigi¨® movimientos de cuello propios de un juez de silla. Aunque los minutos finales el gesto qued¨® orientado hacia la porter¨ªa de Herrer¨ªn. ?ngel, en un contragolpe solitario, pudo decantar la balanza pero Saborit cerr¨® su incursi¨®n y tapon¨® el disparo. Ah¨ª acab¨® un correcalles tan divertido como esquizofr¨¦nico.
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