Zidane crucificado
El t¨¦cnico jug¨® con fuego ante el Legan¨¦s y se achicharr¨®. Y achicharr¨® al Madrid. Pero considerar que ese error borra su trayectoria en el banquillo blanco entra dentro de la supercher¨ªa
Nada, nada, que lo de Valencia no fue nada, no vayamos a creer ahora que el muerto a¨²n respira. Ven¨ªamos del entierro del Madrid y aprovechamos para, una vez dadas las condolencias a familiares, amigos y compa?eros de trabajo, asistir en directo a la crucifixi¨®n de Zidane, que era ?recuerdan? aquel entrenador que hab¨ªa batido todos los r¨¦cords conocidos al frente del Madrid. Uno, en su m¨¢s miserable condici¨®n (aunque de miserias hablaremos luego), estuvo tentado de ponerse a la cola de los que, una vez el t¨¦cnico franc¨¦s hab¨ªa dejado de sonre¨ªr en la cruz, aprovechaban para clavarle una lanza en el costado. Pero el cupo de articulistas que esperaban su turno estaba cubierto. As¨ª que este su seguro servidor volvi¨® sobre sus pasos y acudi¨® a un lugar de quietud y reflexi¨®n, con la barra a un lado, para dar forma a los pensamientos que aqu¨ª quedan expuestos.
Y bien, conviene empezar por los hechos demostrables, l¨¦ase: Zidane tir¨® la Copa ante el Legan¨¦s. No ser¨ªa consciente de ello, pero lo hizo. No ya por poner en liza al equipo B o como se le quiera llamar. Como si pone al H. Su error, capital y suicida, fue no prever que el asunto podr¨ªa complicarse, como as¨ª ocurri¨®. Y no tener al jugador m¨¢s en forma de la plantilla en el banquillo (Bale). O al m¨¢s id¨®neo hoy por hoy para darle la vuelta a un partido (Bale). O al m¨¢s capacitado para sacarse una jugada de gol de la nada (Bale). Zidane prescindi¨® de la posibilidad de rectificar, con lo que ello tiene de grave. Sentada esta premisa, no es culpa de Zidane que Nacho cometa su primer error en los 154 partidos que ha jugado con el Madrid. Ni que futbolistas que el pasado verano quer¨ªa todo quisque, como Theo o Llorente, est¨¦n aplastados por la responsabilidad. Ni que Asensio, futuro bal¨®n de oro dec¨ªan algunos, est¨¦ triste porque, vaya hombre, no es titular indiscutible. Uno no sabe si a James y Morata les dej¨® marchar Zidane. Pero lo que s¨ª sabe es que no se neg¨® a que llegara Mbapp¨¦, con la excusa, hay quien asegura, de no alterar el ecosistema del vestuario, como si de Do?ana se tratara. Y si Mbapp¨¦, varias veces campe¨®n del mundo como es bien sabido, no est¨¢ en el Madrid se debe a que el PSG le paga 18 millones de euros netos al a?o. Y si a Florentino P¨¦rez se le ocurriera abonar al joven futbolista franc¨¦s esa bagatela, al d¨ªa siguiente tendr¨ªa a Ramos, Bale, Modric, Kroos, Marcelo, Isco y el que corta el c¨¦sped del Bernab¨¦u llamando a la puerta de su despacho en busca de una subida de sueldo.
Zidane jug¨® con fuego ante el Legan¨¦s y se achicharr¨®. Y achicharr¨® al Madrid. Esa es su culpa, su gran culpa. Y hasta ah¨ª. Considerar que eso borra lo que ha hecho desde que ocupa ese banquillo entra dentro de la supercher¨ªa. A no ser que sea mentira que el equipo tenga dos Copas de Europa y una Liga m¨¢s de las que ten¨ªa cuando ¨¦l lleg¨® hace dos a?os.
Era Zidane el personaje de esta semana, lo entender¨¢n ustedes, hasta que Gerard Piqu¨¦ se hizo presente para reclamar su particular, y siempre merecida, cuota de protagonismo. Ya conocen los hechos. Elimin¨® el Bar?a al Espanyol de la Copa y, tras el partido, el jugador azulgrana, bromista como es, se refiri¨® en varias ocasiones a su rival como el Espanyol de Cornell¨¢. Es en esa localidad donde disputa sus partidos el segundo (?segundo?, ?pero hay m¨¢s de uno?) equipo de Barcelona, lo que dio pie a Piqu¨¦, que es una juerga con patas, a cambiar la partida de nacimiento del vecino y mandarle al exilio, que aqu¨ª no cabemos todos, en lo que fue un ejemplo del car¨¢cter excluyente que tan de moda est¨¢ en ciertas partes del mundo, incluida Catalu?a y, sobre todo, en lo que fue un torpe arrebato de miserabilidad. Otro m¨¢s.
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