Zidane, cuando los t¨ªtulos no enga?an
El ¨²ltimo testamento del franc¨¦s se certific¨® en su hasta luego: se?ores, tomen nota, el Madrid, por muy campe¨®n de Europa que sea, requiere un volantazo
Tan impecable en las formas como en el fondo, Zinedine Zidane se fue a hombros, de los suyos y los rivales, con un mensaje esencial: la Copa de Europa no lo es todo. Un aviso tan sustancial que dej¨® estupefacto incluso a Florentino P¨¦rez, al que pill¨® en fuera de juego como no se recuerda, pese a que Zizou ya le dio otro portazo como jugador. Al franc¨¦s, un ganador como se defini¨®, la Champions no le ha colmado como mayoritariamente ha parecido saciar al Madrid y al madridismo. ?Su mejor momento en el club? ¡°Haber logrado la Liga¡±. ?Su peor momento? ¡°La eliminaci¨®n en Copa con el Legan¨¦s¡±. ?Y de no haber conquistado la 13? se hubiera querido quedar? ¡°Puede ser...¡±. Falt¨® saber si, a tenor de lo que desliz¨® en su impactante despedida, hubiera seguido de haber sellado la Liga.
Por parad¨®jico que parezca, a Zidane le ha faltado este curso aquello de lo que ha disfrutado su colega Ernesto Valverde, sufridor a su vez por no haber brindado con la Copa de Europa del franc¨¦s. Resulta que mientras el Bar?a se torturaba por el batacazo de Roma y sus dirigentes filtraban con mala baba su desd¨¦n por Valverde, por entonces Zidane ya mascullaba su renuncia al t¨¦rmino de la temporada pese a que ten¨ªa Kiev a la vista.
El 15 de febrero, al t¨¦rmino del 3-1 en el Bernab¨¦u contra el PSG, Sergio Ramos lanz¨® a los periodistas: ¡°Dais por hecho que si el Madrid gana otra vez la Champions Zidane se queda, pero igual os llev¨¢is una sorpresa y se va, se toma un descanso...¡±. La plantilla ya le hab¨ªa visto tocado como nunca tras el varapalo con el Legan¨¦s y otras fugas. Con todo, por convencimiento y en busca de una reacci¨®n que no lleg¨® en las contiendas dom¨¦sticas, Zidane hizo de centuri¨®n de todos los jugadores. Desde Keylor Navas a los suplentes o los pretorianos. Ni una mala palabra, ni un murmullo, ni una mala mueca. Ni entonces ni en su inopinada despedida.
Contrario por completo al supuesto interno de que una Champions val¨ªa por una Liga subestimada ya antes de Navidad, el entrenador franc¨¦s vislumbr¨® r¨¢pido que el tr¨¢nsito no le satisfac¨ªa. Ni siquiera de llegar al trono europeo. Para ¨¦l era frustrante el desd¨¦n por el d¨ªa a d¨ªa. No verse capaz de que su discurso calara como lo hab¨ªa hecho solo una temporada antes con el primer doblete para la entidad en 59 a?os. Para Zidane no se trataba de echar el lazo a la Liga y la Copa, pero s¨ª al menos competir, tener colmillo.
En chanclas por los torneos dom¨¦sticos, el Madrid se vio en Europa al borde de la cuneta en varias ocasiones. Puede que en su fuero interno el propio t¨¦cnico haya metabolizado que la 13? traca tuvo algo de casual. Encima, el t¨ªtulo no evit¨® la inflamaci¨®n de ombligo de Cristiano y Bale. Una plantilla que apost¨® todo a la Copa de Europa para disgusto de su entrenador y resulta que ni as¨ª algunos evitaron torcer el morro. Demasiado para Zidane, que mucho antes ya hab¨ªa concluido que era preciso otro discurso, otro m¨¦todo. De alguna manera, le pudo la misma impotencia que en su d¨ªa dobleg¨® a Jos¨¦ Antonio Camacho y al mism¨ªsimo Florentino P¨¦rez, los ¨²ltimos que dimitieron antes que ZZ. ¡°El rendimiento de este equipo no es el adecuado y estando yo no va a mejorar¡±, sentenci¨® el murciano en 2004. ¡°He maleducado a los jugadores¡±, espet¨® el presidente dos a?os despu¨¦s. Ambos, el entrenador y el dirigente, evidenciaron un cruce de caminos con el vestuario. Lo mismo ha detectado Zidane, pese a que su relaci¨®n con la plantilla haya sido fluida hasta el final.
Decepcionado con el discurrir de la campa?a, Zizou hubiera tenido que ejercer de cirujano ante la pr¨®xima. Hubiera tenido que tomar decisiones que qui¨¦n sabe si hubieran estado en sinton¨ªa con el club. Incluso si no le hubieran desvelado m¨¢s de lo que estaba dispuesto a soportar.
El mismo hombre que tuvo ojo cl¨ªnico para irse del Real como jugador pese a tener un a?o m¨¢s de contrato, se ha plantado ahora como un acto de servicio a una instituci¨®n que llevar¨¢ muy dentro de por vida. Los apegos de Zidane son otros. Y el que se tiene a s¨ª mismo pasa por no estar donde huele que no debe estar. Como profesional siempre fue due?o de su destino. Y nunca hubo un Madrid, una Francia, un Florentino P¨¦rez que le retuviera a disgusto. Su figura trasciende a cualquier cargo, no precisa de ninguna atalaya. Y pocos lo saben mejor que el presidente del Real Madrid. De ah¨ª que sorprenda que el gobernante blanco no hubiera tenido pistas de lo que rumiaba su entrenador. O que el propio ZZ no se lo hubiera insinuado al menos.
Ahora es al mandatario ¡ªal que solo Pablo Laso le ha durado m¨¢s de tres a?os¡ª a quien corresponde operar con urgencia. Aunque quiz¨¢ sea m¨¢s apremiante retorcer el rumbo de la plantilla, salvo que el dogma institucional se sienta complacido sin m¨¢s con otro ¨®rdago venidero por la 14?. A Zidane no le ha llenado. Y el Madrid, el madridismo, se debe mucho m¨¢s que el tiro al aire de una Copa de Europa. Para ello requerir¨¢ la intervenci¨®n contundente del alto mando. Porque si una figura tan reputada y estimada como Zidane se ha rendido a los dos a?os y medio, crudo lo tendr¨¢ su sucesor. M¨¢xime cuando, excepto alguna apuesta casera y valiente, no se atisba un relevo con el predicamento del franc¨¦s y su ascendencia sobre el presidente y la afici¨®n. Porque el legado de Zidane no solo pasa por nueve t¨ªtulos ganados. Ni siquiera por su extraordinario y ejemplar se?or¨ªo. El ¨²ltimo testamento de Zidane se certific¨® en su hasta luego de este jueves: se?ores, tomen nota, el Madrid, por muy campe¨®n de Europa que sea, requiere un volantazo.
Palabra de Zidane, al que los t¨ªtulos no enga?an.
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