El v¨¦rtigo de Lucho
El asturiano no tiene memoria ni es esclavo de nadie sino que transmite ilusi¨®n y contagia energ¨ªa
Hay pocos personajes m¨¢s f¨¢ciles de caricaturizar que Luis Enrique. Alcanza con situarle en un andamio con la boca abierta y un texto que diga ¡°los catalanes son la hostia, muy adelantados a Espa?a en general¡±, mientras un psic¨®logo observa a pie de campo a los periodistas, que reniegan de Lucho por c¨®mo les trata, y m¨¢s si simpatizan con el Madrid, porque en su d¨ªa afirm¨® que no se reconoc¨ªa en los cromos como exjugador del equipo de Florentino P¨¦rez. Incluso se le puede dibujar con la nariz rota por Mauro Tassotti en aquel Espa?a-Italia del Mundial-94 del que, casualidades de la vida, se cumpl¨ªan ayer 24 a?os, el mismo d¨ªa que era designado seleccionador espa?ol por el presidente Luis Rubiales.
Las parodias alrededor de Luis Enrique son recurrentes por su alergia a los periodistas y su car¨¢cter desacomplejado y tribal, siempre defendido por los empleados del club por el que trabaja y muy especialmente por los hinchas irreductibles, sobre todo en el Bar?a, despu¨¦s de su paso por Roma, Vigo y el Miniestadi. Al fin y al cabo le avala un curr¨ªculo que le exime de dar explicaciones: nueve sobre 13 t¨ªtulos posibles en tres temporadas en el Camp Nou. ¡°Ah¨ª est¨¢ mi trabajo. A quien le guste bien; y a quien no, tambi¨¦n¡±, reitera Lucho. Agotado, se concedi¨® un a?o sab¨¢tico a su salida del Barcelona, despu¨¦s de responder, cuando fue requerido a posta, que le gustar¨ªa ¡°y mucho¡±, entrenar a la selecci¨®n de Espa?a. Y ah¨ª est¨¢ dispuesto Lucho.
A Luis Enrique le motivan los retos may¨²sculos como fueron dirigir al equipo de Totti, despu¨¦s al de Messi y ahora al que deja Iniesta, despu¨¦s de oficiar la despedida de Xavi en el Bar?a. No es un entrenador de entretiempo, y menos de transiciones, sino que le gusta tomar decisiones, expreso para afrontar coyunturas complejas, pocas tan delicadas como la que asumi¨® en el Barcelona como sustituto de Martino. La depresi¨®n barcelonista era entonces parecida a la que se vive en la selecci¨®n despu¨¦s de fracasar en los tres ¨²ltimos torneos (Brasil, Francia y Rusia) y m¨¢s en el Mundial 2018. Lopetegui prefiri¨® al Madrid y no ha querido seguir Hierro. Ante la sensaci¨®n de caducidad, la soluci¨®n de Rubiales es vitaminas Luis Enrique.
Nadie duda de la personalidad del presidente ni tampoco de la del seleccionador, no tienen dobleces y van de frente, dispuestos a asumir un liderazgo que a veces no queda m¨¢s remedio que negociar, como le pas¨® a Lucho con Messi. La selecci¨®n necesita cuanto transmite Luis Enrique: energ¨ªa, entusiasmo, ilusi¨®n o, si se quiere en t¨¦rminos futbol¨ªsticos, moral para combatir el des¨¢nimo y remontar un momento tan complicado como la que se encontr¨® en el Camp Nou. El v¨¦rtigo fue tal que no se repar¨® en si se trataba de una evoluci¨®n o una involuci¨®n del estilo hasta que se acab¨® el ¨¦xito en Par¨ªs y Tur¨ªn. ¡°El Bar?a tiene el mejor contraataque de Europa¡±, sentenci¨® Guardiola y qued¨® bendecido Lucho.
El entonces entrenador azulgrana junt¨® a Messi, Luis Su¨¢rez y Neymar, tres jugadores con vida propia, ¨ªdolos por separado de cualquier equipo, una temeridad a juicio de destacados analistas y vitoreados finalmente en el Camp Nou. El tridente consigui¨® el triplete y permiti¨® que un vicepresidente que hac¨ªa lo que le dec¨ªa Sandro Rosell como era Josep Maria Bartomeu alcanzara la presidencia del FC Barcelona.
Luis Enrique no tiene memoria, por no decir pasado, cuando trabaja, circunstancia decisiva para no ser esclavo de legados que pesan como una losa: no recuerda su paso por el Bernab¨¦u ni tampoco se refiere habitualmente al dream team, ni a Cruyff, ni a los valores, ni al ADN del Bar?a. No siente miedo ahora tampoco a ser reh¨¦n de la obra sensata de Vicente Del Bosque ni tampoco de la determinaci¨®n decisiva de Luis Aragon¨¦s, aunque se supone que deber¨¢ intervenir en el vestuario, como ya le toc¨® al Sabio de Hortaleza con Ra¨²l.
La tarea de poner orden en el equipo no parece sencilla despu¨¦s del gatillazo de Rusia. A Luis Enrique, sin embargo, le gustan los equipos intensos y sobre todo verticales, la palabra que hoy est¨¢ de moda para combatir el tiqui-taca, una expresi¨®n malgastada y aborrecida incluso por quienes la acu?aron cuando el f¨²tbol de posesi¨®n era concebido como una virtud y no como el peor de los defectos, sobre todo desde que se procesan los datos del f¨²tbol como si fuera la NBA o la NFL.
Lucho es directo y exigente, igual que su f¨²tbol, tanto que exprime a los futbolistas hasta crear una cierta confusi¨®n con las rotaciones: no se supo muy bien qu¨¦ pas¨® finalmente con Xavi, ni con Iniesta, ni tampoco con Rakitic y Jordi Alba. La selecci¨®n es un territorio distinto al de los clubes y dos temporadas es un buen plazo para la convivencia con un entrenador que siempre que puede acude a los entrenamientos en bicicleta, ironman y participante incluso de la Marathon des Sables.
El esfuerzo no se negocia y se predica con el ejemplo, de manera que su equipo de colaboradores es capaz y competitivo, met¨®dico y moderno, circunstancia muy a tener en cuenta despu¨¦s de que los internacionales glosaran los m¨¦todos de Lopetegui. La inc¨®gnita est¨¢ acaso en si adem¨¢s de entrenador sabr¨¢ ser seleccionador, cargo que supone saber estar tambi¨¦n con la instituci¨®n y tener una vocaci¨®n de servicio que se supone mayor a la de cualquier club, incluso al Bar?a y al Real Madrid.
El contexto favorece la caricatura antes y despu¨¦s del partido, nunca durante; entonces no ha lugar para bromas, es un no parar presidido por la pasi¨®n y la ambici¨®n, as¨ª que para empezar nada mejor que un escenario ¨²nico como Wembley.
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