El planeta de Rickie Winslow
El nivel m¨¢ximo como equipo al que pod¨ªa aspirar el Estudiantes de los 90, compitiendo frente a cualquier rival europeo, ten¨ªa la ¨²ltima explicaci¨®n en su juego
La jornada de Reyes nos depar¨® un nuevo derbi entre los rivales madrile?os. Estudiantes jug¨® su mejor partido de la temporada y no dio opciones a un rival que se vio sorprendido por la calidad de Gentile y el reci¨¦n llegado Whittington. Mantengo una conversaci¨®n paralela estos d¨ªas con mi excompa?ero y amigo Mike Hansen, con el que coincid¨ª precisamente en Estudiantes y despu¨¦s en Huelva. Me cuenta que ha visto todos los partidos de Los Lakers esta temporada, y que, en su opini¨®n, lo que est¨¢ haciendo Lebron lo sit¨²a en la l¨ªnea de ser el mejor jugador de todos los tiempos, cosa que creo que el propio Lebron ha deslizado tambi¨¦n en alguna declaraci¨®n (¡°yo al menos me siento as¨ª tras mi campeonato con Cleveland frente a los Warriors en 2016¡±, ha comentado en alg¨²n medio de comunicaci¨®n).
Siempre que me preguntan cu¨¢l fue el jugador de m¨¢s impacto con el que compart¨ª camiseta, mi respuesta es r¨¢pida y directa; escojo sin dudarlo a Rickie Winslow. Los m¨¢s j¨®venes lo reconocer¨¢n si les digo que, efectivamente, es el padre de Justise Winslow, actual jugador NBA. Tuve la suerte de compartir 3 a?os en Estudiantes con ¨¦l. Elijo a?Rickie porque durante esas temporadas en las que me toc¨® pasarle el bal¨®n (coincidentes con mis primeros a?os de carrera profesional), su puesta en escena en cada entrenamiento, en cada partido, en cada momento dentro de la pista, era tan extraordinaria como lo que suced¨ªa cuando no est¨¢bamos metidos en nuestro lugar de trabajo. Para un chaval bajito y sin media torta la explosividad de?Rickie en la pista era intimidante, pero casi lo era m¨¢s su personalidad cuando las luces del pabell¨®n no estaban encendidas. Su relaci¨®n con todos nosotros (siempre en su idioma), sus prioridades fuera del baloncesto (pidi¨® un Suzuki Vitara en sus primeros a?os en Madrid, para poder dejarlo subido en cualquier acera cuando las circunstancias ¡ªcasi siempre nocturnas lo demandaban), o sus platos favoritos en los restaurantes (aquellas ostras con salsa Tabasco de las cenas de las multas, festines que patrocinaba casi en exclusiva dada su mala relaci¨®n con la puntualidad), lo situaban a mis ojos en una dimensi¨®n muy diferente. El nivel m¨¢ximo como equipo al que pod¨ªamos aspirar entonces, compitiendo frente a cualquier rival europeo, ten¨ªa su ¨²ltima explicaci¨®n en el juego de Rickie, con momentos de otro planeta.
Precisamente, mi momento favorito junto a ¨¦l, y la sensaci¨®n a partir de entonces de que los Reyes Magos en el baloncesto exist¨ªan, sucedi¨® en un partido frente al Real Madrid. Quedaba media hora para el inicio de un partido clave de cara a los playoff, y no hab¨ªa rastro de su presencia. Cuando por fin apareci¨®, y nuestro entrenador le pidi¨® a Pinone que le tradujera su enfado y decepci¨®n por el comportamiento,?Rickie lo interrumpi¨® r¨¢pidamente para zanjar el asunto, por supuesto en ingl¨¦s y manteniendo la media sonrisa que jam¨¢s le abandonaba; ¡°John, dile al entrenador que no hay nada que hablar, que lo siento de veras. Dile que hoy meto m¨¢s de 20 y ganamos, que no se preocupe. Ahora tengo que ir al ba?o a mear¡±. La meada de?Rickie fue aquel d¨ªa nuestro himno de la Champions.
Uno tiene la sensaci¨®n de que los Reyes del deporte siempre fueron mucho m¨¢s aut¨¦nticos hablando m¨¢s bien poco fuera de la pista y haciendo mucho dentro de ella. Nada de lo que diga Lebron James sobre s¨ª mismo le har¨¢ m¨¢s grande a nuestros ojos que verlo luchar de nuevo por el anillo ech¨¢ndose al equipo a la espalda. Cuando le preguntaron a Jordan si hab¨ªa sido el mejor de siempre, su respuesta fue que deb¨ªan decirlo otros, que le parec¨ªa una falta de respeto compararse con jugadores a los que jam¨¢s se hab¨ªa enfrentado. Oye, Mike, que dice Lebron¡ ¡°Decidle a Lebron que por favor me espere calentando en la pista hasta que vuelva del ba?o¡±.
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