Una sentencia hist¨®rica condena a Miguel ?ngel Mill¨¢n a m¨¢s de 15 a?os por abusos sexuales
El entrenador de Antonio Pe?alver lleva ya dos a?os en prisi¨®n preventiva. La Audiencia de Tenerife se?ala como responsable subsidiaria a la federaci¨®n espa?ola de atletismo
Solo tres a?os m¨¢s tarde ha podido Elisa brindar feliz por una noticia que le ha devuelto la fe en la humanidad y en la justicia. Elisa es la madre de Eduardo. La noticia que le llev¨® a abrir una buena botella de vino de Jumilla (Murcia) se la comunic¨® por tel¨¦fono el abogado de su hijo: ¡°Ya hay sentencia¡±, le dijo. ¡°La Audiencia de Tenerife ha condenado a?Miguel ?ngel Mill¨¢n a 15 a?os y medio de prisi¨®n por los abusos sexuales continuados que cometi¨® durante dos a?os sobre Eduardo, tu hijo, y sobre Pablo, su compa?ero en el club de atletismo. Y, esto es importante, considera a la federaci¨®n espa?ola de atletismo responsable civil subsidiaria, por si Mill¨¢n no tiene los 35.000 euros de indemnizaci¨®n a que le han condenado tambi¨¦n¡±.
Cuando Mill¨¢n, su entrenador de atletismo en el club Tenerife Caja Canarias, cometi¨® los abusos por los que ha sido condenado, ambos j¨®venes, Eduardo y Pablo, eran a¨²n menores de edad. Mill¨¢n, nacido en 1950, en Lorca (Murcia) era hasta que Eduardo le denunci¨®, uno de los entrenadores m¨¢s respetados del atletismo espa?ol. Su momento de gloria hab¨ªa llegado en 1992, el verano en que Antonio Pe?alver, por ¨¦l entrenado en Alhama (Murcia) hab¨ªa conseguido la medalla de plata en el decatl¨®n de los Juegos Ol¨ªmpicos de Barcelona. Mill¨¢n fue profesor en un colegio de Alhama hasta que los padres de varios ni?os, incluido Pe?alver, se enteraron de que hab¨ªa abusado de ellos. Le expulsaron del pueblo. La federaci¨®n rompi¨® su contrato.
Despu¨¦s de unos a?os de estancia en Extremadura, Mill¨¢n y su familia se establecieron en Tenerife a principios de siglo. Poco despu¨¦s, la federaci¨®n de atletismo, a¨²n presidida por Jos¨¦ Mar¨ªa Odriozola, le contrat¨® de nuevo. Ascendi¨® hasta convertirse en unos de los t¨¦cnicos de referencia, siempre escuchado, siempre valorado, del Comit¨¦ T¨¦cnico Nacional. Solo cuando el juzgado de Tenerife crey¨® en la denuncia de Eduardo, en noviembre de 2016, varios meses despu¨¦s de presentarla por primera vez, y la polic¨ªa comenz¨® a investigarlo, rompi¨® la federaci¨®n el contrato con Mill¨¢n.
Todo esto lo cuenta una sentencia dura como pocas en casos de abusos sexuales (15 a?os y seis meses es una de las condenas m¨¢s altas que se han pronunciado en Espa?a contra un abusador), de la Audiencia Provincial de Tenerife redactada por su presidente, el magistrado Joaqu¨ªn Astor Landete. La sentencia tambi¨¦n es pionera en cuanto establece una responsabilidad de la federaci¨®n espa?ola de atletismo que este organismo nunca ha querido asumir.
Los testimonios de Alhama
La sentencia, recurrible ante el Tribunal Superior de Justicia de Canarias, aunque tanto la acusaci¨®n particular dirigida por Pedro Revilla como la fiscal¨ªa se dieron por satisfechos, tambi¨¦n precisa que Mill¨¢n no deber¨¢ acceder al tercer grado penitenciario hasta que no haya cumplido la mitad de la condena, por lo menos, y que despu¨¦s sufrir¨¢ 15 a?os de libertad vigilada con obligaci¨®n de asistir a cursos de rehabilitaci¨®n y la prohibici¨®n de trabajar con menores y de acercarse a sus v¨ªctimas.
El juez ponente reconoce en su sentencia la dificultad de enervar la presunci¨®n de inocencia de un acusado que, como Mill¨¢n, neg¨® en todo momento los hechos, contando solo con el testimonio de las v¨ªctimas como prueba ya que cuando abusaba de ellos el condenado les obligaba a los j¨®venes a borrar todos los mensajes de sus tel¨¦fonos y cualquier detalle que pudiera comprometerle. Sin embargo, recoge la sentencia, no solo el testimonio de Pablo y Eduardo fue absolutamente cre¨ªble hasta cobrar el valor de prueba objetiva, sino las declaraciones de todos los testigos convocados por fiscal¨ªa y acusaci¨®n particular ¨Catletas coet¨¢neos de Pablo y Eduardo que hab¨ªan sufrido tambi¨¦n abusos pero que solo los denunciaron cuando hab¨ªan pasado los cinco a?os que crean la prescripci¨®n; los de casi una decena de atletas de Alhama, ya en su cincuentena, que callaron hace m¨¢s de 30 a?os, cuando los sufrieron en Alhama¨C, que coincidieron en su espontaneidad y en su rigor, y que trazaron todas un perfil de acci¨®n similar.
Mill¨¢n, considerado un semidi¨®s por todos a los que encantaba, se preval¨ªa de su diferencia de edad y de su posici¨®n para llevar a cabo sus acciones venciendo la resistencia de sus v¨ªctimas, j¨®venes sin especial valor atl¨¦tico a los que promet¨ªa que convertir¨ªa en figuras.
El papel de Elisa
La sentencia dedica dos p¨¢rrafos especiales a dos personas. A una, a Elisa, la madre de Eduardo, la ensalza; a la otra, al expresidente de la federaci¨®n de atletismo Odriozola, lo critica.
¡°Eduardo encontr¨® adem¨¢s el apoyo extraordinario de su madre, Elisa, para enfrentarse a lo sucedido y denunciar formalmente los hechos dando inicio a este procedimiento. La Sra. Elisa describi¨® al Tribunal c¨®mo ayud¨® a su hijo a reconstruir los hechos (se trataba de abusos que se hab¨ªan prolongado en el tiempo y que, adem¨¢s, hab¨ªan terminado varios a?os atr¨¢s), ayud¨¢ndole a recopilar sus recuerdos de cada uno de los encuentros que ten¨ªa en su memoria y, cuando era posible, buscando la fecha de cada uno de ellos consultando la fecha de la competici¨®n o campeonato en que se hab¨ªan producido¡±, se puede leer. ¡°Esta declaraci¨®n, coincidente con la de Pablo, explica c¨®mo le result¨® posible a Eduardo precisar las fechas de gran parte de los contactos sexuales que hab¨ªa mantenido con Mill¨¢n (recordaba lo que hab¨ªa ocurrido en muchas de las competiciones, y bastaba recopilar en internet informaci¨®n relativa a las fechas en que hab¨ªan tenido lugar)¡±.
Antes de todo eso, Elisa se moviliz¨® el mismo d¨ªa que Eduardo le cont¨® que algo pasaba con Mill¨¢n. Denunci¨®, pele¨® cuando su primera denuncia fue archivada porque el juez no cre¨ªa nada a su hijo y el fiscal no mucho m¨¢s, azuz¨® a la polic¨ªa para que investigara el pasado de Mill¨¢n, convoc¨® a los atletas de Alhama, quienes, con su testimonio de apoyo, pudieron m¨¢s de 30 a?os despu¨¦s lavarse el sentimiento de culpa por haber guardado silencio entonces. La palabra les liber¨® a todos y conden¨® a Mill¨¢n bajo una losa de testimonios abrumadores. Solo cuando Pe?alver, Alonso S¨¢nchez, Gin¨¦s Hidalgo, Javier G¨®mez Cala, Gin¨¦s Ram¨ªrez, Francisco Toledo y Gabriel S¨¢nchez, todos ellos atletas de Alhama entrenados y abusados en los a?os 80, hablaron con la polic¨ªa por primera vez accedi¨® el juez a abrir el caso. Semanas despu¨¦s, Pablo se sum¨® a la denuncia.
Ning¨²n protocolo de actuaci¨®n
Ni la acusaci¨®n particular ni la fiscal¨ªa encontraron pruebas s¨®lidas de que la federaci¨®n fuera conocedora ya en 1992 de las acusaciones de abusos contra Mill¨¢n. La Audiencia Provincial de Tenerife, sin embargo, hall¨® modo de convertirla en responsable civil subsidiaria, y tambi¨¦n al club de atletismo Tenerife, donde trabajaba Mill¨¢n. Recuerda la sentencia que aunque Odriozola declar¨® que a ¨¦l nadie le inform¨® nunca de nada, uno de los testigos afirm¨® ¡°que en 1993, junto a otros atletas de Decatl¨®n, Javier Aledo y los hermanos Benet Mart¨ªn, miembros de la selecci¨®n espa?ola a cargo de Mill¨¢n, tras la marcha de ¨¦ste, hablaron con el Sr. Odriozola sobre los hechos que ahora declara y para reconducir su futuro¡±.
¡°No se ha podido acreditar con la suficiencia necesaria, pese a lo expuesto, que Odriozola conociera en toda su amplitud los abusos sexuales que se estaban produciendo en el ¨¢mbito del atletismo de los menores de edad federados y por parte de quien estaba vinculado, en los t¨¦rminos expuestos, a la Real Federaci¨®n Espa?ola de Atletismo¡±, concluye la sentencia. ¡°Sin embargo, la Real Federaci¨®n Espa?ola de Atletismo, por medio de su presidente no instrumentaliz¨® ning¨²n protocolo de actuaci¨®n que permitiera controlar la relaci¨®n entre entrenadores y entrenados o, cuando menos limitar o minimizar los riesgos de que como consecuencia de la prevalencia derivada de dicha relaci¨®n pudieran acaecer los hechos que ahora son objeto de enjuiciamiento. De esa falta de control y vigilancia se deriva la responsabilidad cuasi objetiva objeto de la condena¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.