600 pr¨®fugos detenidos por ir a la cancha y otros cuentos (reales) del f¨²tbol argentino
Cuna de la pasi¨®n y la fiesta en las gradas, Argentina tambi¨¦n carga con la lacra de la violencia. La colaboraci¨®n de LaLiga marca un comienzo para su erradicaci¨®n
Algunos dicen que es el mejor cuento de f¨²tbol jam¨¢s escrito:
¡°Hay partidos que no se pueden perder. Si me dec¨ªan que ten¨ªa que matar a mi vieja, me daba lo mismo, hermano¡±, dice el protagonista de 19 de diciembre de 1971, un cuento del argentino Roberto Fontanarrosa. Bajo ese pretexto, un grupo de amigos secuestra a un anciano con problemas card¨ªacos que nunca hab¨ªa visto a Rosario Central perder ante su archirrival Newell?s Old Boys para que sirviera de amuleto durante un derbi rosarino. El hechizo del viejo, de apellido Casale, se cumple y Central vence en Buenos Aires al club que vio nacer a Messi. Pero el coraz¨®n de Casale dice basta y el viejo fallece en aquella grada. ¡°?As¨ª se ten¨ªa que morir, que hasta lo envidio, hermano, te juro, lo envidio! ?Porque si uno pudiera elegir la manera de morir, yo elijo esa, hermano! Yo elijo esa¡±, concluye el protagonista.
Nadie dibuj¨® con tanta precisi¨®n la cultura futbol¨ªstica de las gradas argentinas como Fontanarrosa. All¨ª lo llaman folclore, pero esa ansia de ganar como sea, a cualquier precio y aniquilando al rival se ha ido de las manos en Argentina. Superando la ficci¨®n de Fontanarrosa, entre 2006 y 2017 el f¨²tbol dej¨® para el pa¨ªs un saldo de 106 v¨ªctimas mortales, la mayor¨ªa por peleas de hinchas y no necesariamente contra los del equipo contrario. En ese periodo hubo 60 muertos en reyertas entre?seguidores del mismo club, 30 en peleas entre aficiones rivales y cinco contra la polic¨ªa. Incluso un jugador muri¨® tras ser agredido por un aficionado en una liga regional y otro m¨¢s falleci¨® a manos de otro futbolista. Son datos que recoge Salvemos al F¨²tbol, una ONG que desde hace una d¨¦cada trabaja contra "las violencias"?en el f¨²tbol argentino. En plural. Porque el secretario general de la organizaci¨®n, Federico Czesli, apunta que ¡°la f¨ªsica no es la ¨²nica violencia, as¨ª como los barras brava [nombre por el que se conoce a los grupos ultras en Argentina] no son los ¨²nicos violentos. Es un problema mayor¡±.
De la hondura de la cuesti¨®n da cuenta una realidad ins¨®lita empe?ada en trascender libros y pel¨ªculas. Como ocurr¨ªa en el largometraje El secreto de sus ojos, m¨¢s de 600 pr¨®fugos que segu¨ªan acudiendo a la cancha, seg¨²n datos del Ministerio de Seguridad, fueron atrapados por la polic¨ªa gracias a que en el acceso a los estadios desde 2016 comenzaron a escanear con un m¨®vil el DNI de los espectadores y a cruzar sus datos con los de dos listas: una de 5.000 individuos que tienen prohibida la entrada a los campos (por faltas o delitos dentro de un estadio) y otra de huidos de la Justicia.?¡°Y en Hollywood le dec¨ªan a Juan Jos¨¦ Campanella [director del filme] que ning¨²n delincuente se arriesgar¨ªa¡±, dice Guillermo Madero, que es, desde 2015, director de Seguridad en Espect¨¢culos Futbol¨ªsticos del Ministerio de Seguridad, y el m¨¢ximo responsable de terminar con la lacra de la violencia.?¡°Es la pasi¨®n, pero tambi¨¦n es la impunidad, la idea de que en el f¨²tbol vale todo.Con eso es con lo que hay que acabar¡±, agrega Madero.
Argentina ha empezado, con medidas como la anterior, a dar pasos para poner remedio a esta situaci¨®n, para hacer del f¨²tbol y su disfrute algo seguro. Y en otra de las acciones se ha involucrado LaLiga, cuya experiencia puede ser la bisagra que lleve a un "cambio de paradigma irreversible", indica con esperanza, aunque con perfecta noci¨®n de la ardua labor pendiente, Paula Robla, una de las delegadas de LaLiga en Argentina. En 2014, en Espa?a, la muerte del aficionado del Deportivo de La Coru?a Francisco Javier Romero Taboada, conocido como Jimmy, lo alter¨® todo. Desde ese instante LaLiga ha conseguido erradicar la violencia de la competici¨®n en base a la adopci¨®n de una serie de medidas de seguridad, normas en las que se basa el convenio de colaboraci¨®n que LaLiga firm¨® en octubre de 2017 con el Ministerio de Seguridad de la Naci¨®n Argentina.?
Robla form¨® parte del equipo que concibi¨® el convenio con el Ministerio de Seguridad de ese pa¨ªs. "En estos dos a?os he podido observar de primera mano el compromiso adquirido por Argentina en lo que a la lucha contra la violencia en las canchas se refiere", asegura. La colaboraci¨®n ha sido estrecha desde entonces.
¡°Tomamos modelos que son exitosos, como el de LaLiga, a los que nos queremos parecer¡±, indica Madero, que explica c¨®mo los expertos enviados por la competici¨®n espa?ola les asesoraron en materia de normativa y de infraestructuras y tecnolog¨ªa. La esencia del f¨²tbol argentino tambi¨¦n tiene que ver con el colorido de un estadio y la entrega en los c¨¢nticos durante un partido. ¡°Pero no podemos seguir dejando la fiesta en manos de los violentos¡±, aduce Madero. Y en esto el ejemplo de LaLiga ya ha cundido. El ministerio planea regular a los grupos y controlar el espacio del grader¨ªo en que se ubican siguiendo la experiencia espa?ola de las gradas de animaci¨®n, que tienen entradas nominativas y acceso mediante huella dactilar.
Florentino Villabona, director de Seguridad de LaLiga, fue uno de los expertos que viaj¨® a Argentina. El excomisario espa?ol destaca otros cuatro puntos que, habiendo sido un ¨¦xito en Espa?a y atendiendo al contexto cultural argentino, podr¨ªan ser exportables y aplicables al f¨²tbol de ese pa¨ªs. El primero de todos, que de veras se vigile que no se supere el aforo de los campos y que no haya aficionados sin asiento asignado. Fundamental. Dos, la figura del director de seguridad, que sirve de nexo entre el club y la polic¨ªa. Tres, entradas de los aficionados visitantes con nombre y apellidos y, por ¨²ltimo, la creaci¨®n de un libro de registro de actividades, que recoja las pe?as, sus componentes y las pancartas que suelen exhibir. Desde 2013, por prevenci¨®n, los aficionados del equipo visitante no pueden acudir a los estadios argentinos.
Madero es consciente de la dificultad del cambio conductual y cultural. ¡°Tenemos que construir un proyecto a largo plazo, pero tambi¨¦n dar respuesta a las emergencias¡±. Entre 2006 y 2017, se registraron 623 incidentes violentos en los campos argentinos, seg¨²n un estudio realizado por los investigadores Diego Murzi y Fernando Segura. Casi el 40% de ellos no provienen de la violencia de las barras bravas. Un 14%, seg¨²n el informe, es causado por la actuaci¨®n policial, un 11% por aficionados individuales, un 10% por jugadores y cuerpo t¨¦cnico y un 2% por otros actores (dirigentes, periodistas, seguridad privada¡). No fueron integrantes de la barra brava de River Plate quienes arrojaron las piedras al bus de Boca Juniors, el incidente que llev¨® la final de la Copa Libertadores a Madrid.
Aunque el problema sea general, las barras lo hacen estructural. Y est¨¢n legitimadas por muchos clubes. ¡°La capacidad demostrada para pelearse incrementa el estatus dentro del grupo social al que se pertenece, el individuo se hace respetable dentro de ese grupo y accede a otros espacios de poder y de pertenencia. Para muchos hinchas es una muestra de honor: el que aguanta por sus colores frente al cobarde¡±, reflexiona desde Salvemos al F¨²tbol Czesli, antrop¨®logo especializado en formaci¨®n de futbolistas. ¡°El combate es un mandato de masculinidad¡±, sentencia.?Cuando la plantilla de Boca part¨ªa rumbo a Madrid el pasado diciembre, el bus lo estaba custodiando La 12, la barra brava del conjunto azul y oro. Hace pocas semanas, cuando La Bombonera cantaba en contra del presidente del club, Daniel Angelici, varios integrantes de la barra pasaron caminando por las gradas laterales para intimidar al resto de aficionados. ¡°Todos los actores niegan a las barras bravas pero negocian por abajo¡±, a?ade Czesli.
Las peleas entre los hinchas del mismo equipo conforman los incidentes violentos m¨¢s repetidos. En este sentido, la disputa de distintas facciones de las barras bravas cobran protagonismo. En Argentina, donde se juega sin p¨²blico visitante, el 56% de las muertes vinculadas al f¨²tbol se debe a peleas internas de las hinchadas.
Desde el Ministerio de Seguridad argentino se ha impulsado un proyecto de ley para tipificar a las barras bravas como grupos criminales organizados y encarcelar a aquellos dirigentes que les den p¨¢bulo. En la redacci¨®n del mismo texto se incluye que ning¨²n cargo pol¨ªtico ni funcionario p¨²blico puede integrar la directiva de un equipo.¡°Es sabido que muchas campa?as pol¨ªticas, por ejemplo, est¨¢n organizadas por las barras¡±, explica Czesli. "Son grupos que tienen presencia en distintos barrios y municipios y que gracias a ese capital social se van haciendo fuerte en diferentes territorios".
La oposici¨®n al rival est¨¢ tan enraizada en la cultura futbol¨ªstica argentina que es normal ver a ni?os menores de 10 a?os entonar c¨¢nticos en el campo junto a su familia que son literales amenazas a la vida de los aficionados rivales. Hasta al presidente de Boca, Daniel Angelici, en una reuni¨®n de pe?as en Barcelona, cuando el equipo jug¨® el trofeo Joan Gamper en 2018, se le escap¨® uno de los gritos de guerra de su afici¨®n: ¡°Quiero la Libertadores y una gallina matar¡±. Es un cuento, el del fin de la violencia en el f¨²tbol argentino, cuya soluci¨®n solo se vislumbra en un futuro indeterminado, seg¨²n los expertos. "Indudablemente, es un camino a largo plazo, se est¨¢n sentando las bases para un f¨²tbol argentino m¨¢s seguro", concluye Robla, de LaLiga. Al menos ya hay quienes lo est¨¢n escribiendo.?